hughes el 24 ago, 2013 Puede que la trayectoria de canterano exiliado haya hecho a Diego López más capaz personal y profesionalmente de afrontar situaciones de suplencia. La suplencia de un portero es cosa complicada de revertir. Se parece a la dinámica del parado de larga duración. En el bando de Casillas, por salir ya ha salido hasta Mercedes Milá. Un cachondo diría que salen más los casillistas que el propio Casillas. En sus contrarios, se advierte una machacona persistencia, como si la matraca del mourinhismo fuera a continuar con el debate del portero. Parece evidente que Íker es un portero imperfecto. Limitado con los pies (lo del portero pelotero es una cosa moderna que suena a tiquitaca, pero curiosamente es lo único que no les repugna del tiquitaca), azaroso por alto, con muy poco dominio aéreo, ha dejado “el de Móstoles” sensación de estancamiento y hasta de decadencia. Por otra parte, eso de que era el mejor del mundo, repetido tantas veces como para hacer un politono, si alguna vez fue cierto, que seguro que lo fue, pudo haber dado lugar a situaciones muy honrosas, matizadas y realistas en las que Íker no fuera el mejor, sino el cuarto o el sexto mejor. Ya nos hubiésemos conformado algunos. No, el mejor, tenía que ser el mejor. Sus partidarios, cercanos al fenómeno fan, trataron con poco respeto al entrenador anterior y al guardameta López. Ahora, sin embargo, los del bando contrario corren el riesgo de pasarse de frenada y rozar el ad hominem mourinhista con Casillas. Se advierte un intento de destrucción de la reputación de un deportista que, con luces y sombras, con sus cosas, es historia del deporte español. Esto recuerda a lo que hicieron otros con el portugués. Por eso el artículo de Espada del otro día me pareció refrescante, sin entrar en “purulencias” y sin compartir, claro, la totalidad del mismo, de tonalidad claramente mostoleña. Porque Casillas es campeón de todo con el Madrid, campeón de Europa y campeón del mundo con España. De ese mundo agraviado por la “magnitud Bale”, según el ratatatatá Martino. En el peor de los casos Casillas ha filtrado. En el peor de los casos se ha dejado llevar. No creo que sea una situación irreversible y no debería quebrarse totalmente la relación y el afecto entre el futbolista y la grada. De ciertas inercias tendría tanta culpa el club como el propio futbolista. En una institución en la que cada cuatro años cambiaba todo, un futbolista como él (como antes Hierro o Raúl) desarrolla demasiado poder. ¿No iba a ser Ancelotti el que lo devolviera a la titularidad? ¿No orquestó Íker la debacle mourinhista para ganarse otra vez una titularidad decretada? Hay quiebras en el relato. Y hay un purismo alrededor de los Arbeloas, una especie de sobrecarga en lo ético, en la ética profesional y en la afectación de la estética derby. ¡Se les ha elongado la ética de la flexión! ¡A mí que me importa que Casillas templara gaitas con Xavi! Íker era ya una costumbre y sus admiradores deberían entender que eso da para póster, homenaje y leyenda, pero no necesariamente titularidad. Sus detractores implacables deberían olvidar algunas cosas y dedicar un ratito generoso a recordar la genialidad o el sino de un portero que les hizo levantar trofeos. Porque sí, Mourinho sin Casillas no ganó nada. Y sí, López debutó en el Madrid como un desangelado portento técnico. El ángel se tiene o no se tiene. Cuando se le fichó, era suplente en el Sevilla. Si un portero campeón del mundo sale por lesión, lo normal es devolverle el sitio por confianza y trayectoria. Es decir, que cabe entender, al menos entender un poco, la soberbia indignación de sus admiradores y palmeros, que de todo tiene. Mourinho no gestionó el cambio de portero de manera óptima, aunque quizás no le dejaron otra opción. Me gusta Diego López, pero siento algo al ver a Casillas. No es esa amalgama de desprecio y agravio de sus detractores. Aun le tengo la misma fe poco explicable que le tenía a Butragueño, del que estuve esperando la de Cádiz hasta el día antes de retirarse. En esto hay cierta circularidad: el Madrid descuida su profesionalidad y acaba fiándolo todo en octavos a la genialidad milagrera del portero. Como hay baraka… Lo del ángel deportivo daría para que aún parara Miguel Ángel. Se enfrentan aquí dos sensibilidades madridistas: la milagrera, talentuda y carismática, frente a la más objetiva, técnica y anticastiza. Diego López llama la atención por su silencio paciente y su estado de forma. De Casillas se sigue esperando que le reboten los balones imposibles. Lo suyo, de todos modos, es que decida el entrenador de porteros que no sé yo si de carisma y ángel entenderá demasiado. Los de Casillas querrán cambiar la situación a silbidos. Los otros, que nos olvidemos de todo para llamarle topo. Y eso tampoco es. Como aficionado me gusta pensar que la baraka existe. fútbol Comentarios hughes el 24 ago, 2013