hughes el 02 oct, 2014 Siempre se ha visto la pelÃcula El desencanto como una metáfora del Régimen. Ahà estaban, Rosales, Panero, la familia y todo se iba a hacer puñetas. El halo deprimente de la pelÃcula, pasados los años de las truculencias, empezó a alejarme de ella. Aunque reconozco que a veces, ante el espejo, imito a Leopoldo MarÃa Panero y, sobre todo, a Michi, que creo yo que ha marcado un horizonte en la dicción de muchos españoles más o menos leÃdos. El caso es que a medida que iban cayendo los Panero se repetÃa ese simbolismo: El régimen, el desencanto, bla, bla, bla… Pero el otro dÃa, parándome a pensar en el general desbarajuste español (digamos, un cafarnaum que tiende con fidelidad matemática a una forma de colapso), me acordé nuevamente del film (lo digo boyeramente, ¡pero no es una toma de partido, ojo!). Creo que El Desencanto se engrandece porque en realidad no contaba el fin del Régimen, sino el fin del siguiente régimen. Es decir, ahà estaba claro (¡clarinete!) que no estaba certificándose la ruina del franquismo y esa sociedad católica, paternalista, etc… No, ahà estaba adelantándose igualmente el nacimiento muerto de la Transición. Se acaba un Régimen y nacÃa uno que tenÃa menos futuro que PÃo Moa en Telecinco. Esa pelÃcula ahora sà me parece colosal, grandiosa, de una altura documental inigualable porque tenÃa la gran cualidad de la visión, de lo premonitorio: ahà se verÃa que el régimen postfranquista, lo de ahora, nacÃa con la estocada dada. Unos herederos cansados, frÃvolos, absurdos, traumatizados, estériles, intoxicados, con el vitalismo justo para llegar a los cincuenta. El fin de raza y todo eso. A veces pienso esto, en los momentos de más autoindulgente pesimismo. El problema de la supervivencia obligarÃa a formas cercanas al fascismo o a la irrealidad. Tampoco pasarÃa nada, me digo entonces, por abandonarse a lo que venga, si es que tiene que venir. Con el ordenamiento, que serÃa nuestro Kavafis, como única fidelidad. actualidad Comentarios hughes el 02 oct, 2014