En la foto superior se puede apreciar el instante en que un maxilar fascista agrede a un puño antifa durante una pacífica protesta desarrollada hoy en San Francisco. Como resultado de la brutalidad del impacto, el diente del agresor, un hombre de color que se sospecha pueda ser un actor a sueldo de organizaciones de apoyo a Trump, sale disparado descubriéndose que en realidad se trata de un diente supremacista, lo que coincide con algunos testimonios que sitúan al agresor en un acto de exaltación de la Primera Enmienda, una de las más antiguas expresiones de privilegio racial americano.
Pese a la gravedad de los hechos, el presidente Donald Trump, que sigue muy por detrás en los sondeos electorales, todavía no ha condenado esta nueva manifestación de supremacismo ni una agresión que se suma a la de muchos otros puños antifascistas atacados durante los últimos meses. Con el de hoy, según los datos del observatorio Fist Open International, hacen un total de 45 las falanges lesionadas entre los pacíficos manifestantes, ascendiendo a 27 los escafoides dañados.
La revelación del diente supremacista, de una blancura ebúrnea insospechada que recuerda a los más radicales capirotes del Ku Klux Klan, confirma según los expertos la persistencia en la sociedad estadounidense de un racismo que no es sólo sistémico sino además calcáreo, introducido en la raíz más íntima del americano. En este sentido, la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, ha manifestado que “esta Nación necesita superar el trauma de la división y el racismo que han provocado cuatro años de Donald Trump, superar una América en la que una mujer senadora aún se ve obligada a contestar preguntas sobre lo que hace el hombre supremacista”.
En este clima de crispación provocado por los seguidores del presidente, nuevas protestas pacíficas se anuncian para los próximos días en distintas ciudades del país.
