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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Una madre como Dios manda tiene bigote, está gorda y no se arregla

Gema Lendoiro el

Una mujer que es madre de familia y no denota cansancio no es de fiar.

¡Qué linda frase! Es digna de una mujer de la sección femenina. Las mujeres, escogidas por Dios para el noble arte de parir y cuidar a los hijos EN CASA, solemos tener ojeras por doquier aunque los hijos ya se hayan casado porque una mujer como Dios manda tiene que desvelarse por sus hijos (en sentido literal) para demostrar lo buena madre que es.

La cosa se complica cuando esa mujer, madre de familia, decide trabajar y para más inri, como juez. Entonces, necesariamente no puede tener buena cara a las ocho de la mañana cuando llega al juzgado. Y es que una mujer, madre y profesional, tiene que ir, por imperativo legal, hecha unos zorros: mal vestida, mal peinada y con ojeras. Y si me apuras hasta con bigote. Y gorda, claro.

Las mujeres, según quién las imagine, pueden rozar la perfección o parecer auténticos adefesios para lograr ser respetadas. Este parece ser el caso de la escritora Almudena Grandes, según se desprende de sus declaraciones sobre la juez Mercedes Alaya.

La juez va siempre impecablemente vestida. Será porque le gusta la moda. Además es elegante. Y encima todo le sienta como un guante. Es que, además, tiene un tipazo. E intuyo que lo tiene porque es heredera de una estupenda genética. También puede ser porque come de forma muy saludable en lugar de atiborrarse de bollos con chocolate. Cabe incluso la posibilidad de que haga ejercicio. O el colmo: lo mismo está delgada y tiene tipazo por las tres cosas a la vez.  Que hay mujeres que a los ojos de otras son asquerosamente perfectas es una realidad. Dura pero hay que aceptarlas. Almudena Grandes, como servidora,  anda siempre a leches con las dietas y tallas superiores a la 38. Ni Grandes ni yo hemos heredado una genética delgada, y la escritora, además, tampoco parece haber encontrado la dieta a su medida ni parece hacer mucho deporte. O las tres cosas a la vez. Una faena como otra cualquiera.

Sin embargo Dios no repartió mal. Almudena Grandes es de trasero amplio y contundente, como contundente es su capacidad para escribir deliciosamente bien. Tanto que terminar uno de sus libros es una de las mayores faenas que te pueden pasar. Si además Grandes tuviese un cuerpazo sería prácticamente perfecta y sobre ella recaerían más críticas de las que ya caen. Y es que no hay nada que cabree más a una mujer que otra enfrente que parezca perfecta sólo porque lleva una manicura impecable, los niños sin mocos, sonría y encima tenga un trasero turgente y bien hecho. Y todo eso siendo una tía con un pedazo de puesto de trabajo. Tengo un par de amigas así, las muy acaparadoras.

La juez Alaya no escribe maravillosamente bien como Grandes lo hace (al menos que se sepa) La juez podría ahora declarar que no entiende cómo Almudena es capaz de llevar su casa si está todo el día dale que te pego a la tecla y venga a cotorrear en la radio. Pero es de suponer que el sentido común se lo impedirá. Es más, está tan ajetreada con los ERES que lo mismo ni se entera de estas declaraciones de esta escritora tan, digamos, ¿envidiosa? Porque hace falta tener mala baba para decir lo que ha dicho. Yo entiendo que las comparaciones son odiosas y puestos a comparar las diferencias físicas entre ambas son…¿cómo decirlo?, ¿abismales? Pero que una vaya hecha unos zorros y la otra ideal de la muerte no tiene nada que ver con ser una buena madre. Eso lo saben hasta en Kuala Lumpur. Es más, hasta la propia Almudena lo sabe. Y si no lo sabe que vuelva al cole o que se pase por una asamblea feminista.

Y hablando de feministas. Ya me están tardando en levantar la mano y decir algo. ¿Serán hipócritas? Por más vueltas que le doy no encuentro la incompatibilidad de ser una buena madre y carecer de ojeras. O tener buen tipo e ir muy guapa vestida.

Las mujeres somos servidas con unas cualidades y virtudes que no se esfuman tras parir. En todo caso se quedan en stand by un tiempo pero luego, a medida que crecen los cachorros y/o te vas organizando, vuelven a aparecer. Es verdad que una recién parida suele estar peinada con una pinza de cualquier manera pero en ese “suele” caben las excepciones que confirman la regla y te puedes encontrar recién paridas perfectamente maquilladas, conjuntadas y sin rastro de ojeras.

Mercedes Alaya tiene los niños creciditos lo que hace suponer que le comen bien por la noche, no se despiertan pidiendo teta, ni biberón ni vasos de agua o viendo monstruos.

Desconozco las costumbres de la juez fuera de los juzgados pero dentro de ellos todos hemos visto sus jornadas maratonianas y, salvo que dentro de los juzgados haya un spa, hay que reconocer, por mucho que nos duela, que esta señora tiene otro aguante del que yo, por ejemplo, carezco.

Creo recordar, Almudena Grandes, que se ha quejado usted por activa y por pasiva de la tiranía de la talla 38 (por no hablar de la 36) y yo la apoyo en eso porque realmente es una injusticia pretender que las mujeres, todas, entremos en esa medida. Pero es que se me ha ido usted a los extremos contrarios y ha mezclado usted las churras con las merinas en un ejercicio de un machismo más que trasnochado.

¿A usted no le gusta la juez porque anda cargando contra los suyos? Oiga, de perlas me parece. Y agárrase a lo que diga el fiscal si ése es su deseo, pero deje a las madres que van monas y guapas en paz porque de la misma manera que las señoras con curvas generosas pueden resultar increíblemente atractivas a los ojos de muchos hombres, una mujer sin ojeras puede ser una excelente madre y ama de casa.

No me sea usted machista, hágame el favor. Pero sobre todo no me sea usted envidiosa. Ni en la sección femenina se hubieran atrevido a tanto, oiga

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PD. Almudena, es más que una evidencia científica que las mujeres en su peso se cansan mucho menos que las que tienen un sobrepeso de 20 o 30 kilos. Quizás por eso doña Mercedes no se canse tanto y tenga, por consiguiente, menos ojeras.

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