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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

La maternidad, ¿es una trampa para las mujeres?

Gema Lendoiro el

No es una idea mía decir que la maternidad es una trampa para las mujeres. Se lo escuché el otro día a una amiga broker desde hace 25 años (siempre trabajando con hombres en un mundo de hombres) cuando hablábamos de los problemas que nos surgen día a día con nuestras parejas, trabajos etc…por los hijos. No por culpa de los hijos sino por causa de situaciones que tienen que ver con ellos.

La frase tiene tela y suena dura. Muy dura. Pero, en honor a la verdad, tiene pinta de ser muy cierta. ¿Acaso existe persona más vulnerable que una muejr con hijos pequeños? y no estoy hablando de hormonas (que ese es otro temita que se las trae) sino de disponibilidad de tiempo, espacio, con capacidad de improvisación. No creo que descubra América si desvelo que la inmensa mayoría de las parejas pasan por crisis, algunas se convierten en insalvables, cuando llegan los niños. Salvo contadísimas excepciones (así de repente me salen dos que yo conozca) cuando hay niños en casa la que soporta el peso, digamos un 90%, es ella. ¿Por qué? Ah pues no seré yo la que diga la palabra mágica pero sí que lo pienso. En realidad hemos cambiado entre poco y nada y siento decirles que así será, siempre.

Las generalizaciones son odiosas y existen muchos modelos de familia. Luego están (estamos) las afortunadas de contamos con ayuda pero, la carga emocional, la intendencia diaria no te la suple nadie. Ni siquiera el marido. Y, de sobras es sabido, muchas mujeres que somos madres, además, trabajamos. Y hay una nevera para llenar, el papel higiénico que se acaba, el grifo que se rompe, que toca ya la vacuna, que hay que ir al colegio a hablar con la profe…y siempre, o casi siempre, esto es labor femenina. Da igual que trabaje fuera de casa o no. Ella es, siempre, la que se ocupa. ¿Conoce usted casos de hombre que al convertirse en padres renunciaron a una exitosa carrera profesional?, ¿ha asistido alguna vez a una conversación en un bar entre tiarrones que se cuenten cómo come su hijo los potitos, si les echan zanahoria o verdura?, ¿conoce foros de paternidad (sólo hombres) donde se hayan creado dos corrientes de crianza en plan, padres que dan el biberón con la mano derecha versus la zurda? ¿Ve si se pelean entre ellos y/o se ponen a caldo? ¿Si llaman del cole por fiebra alta, ¿quién, generalmente, anula las citas del día y sale rauda a buscarlo? ¿Se lo ha preguntado alguna vez? ¿O no hace falta que se lo pregunte porque ya lo sabe? Sí es así, enhorabuena, forma parte de la población realista y con los pies en la tierra.

Cuando yo era jovencita, ingenua o maliciosamente (no lo sé) pensaba que ser ama de casa no era para tanto. Y que las que se quedaban al cuidado de los hijos poco menos que se rascaban la barriga. Ni qué decir tiene que ese pensamiento se ha quedado en el baúl de los recuerdos idiotas. La casa da trabajo pero los hijos, además de dar ese trabajo, su cuidado es de una responsabilidad superior y de cómo salgan de bien o mal educados depende, en muy buena medida, si uno de los dos progenitores está en casa al menos a partir de las cinco o seis de la tarde (adivinen quién, claro)

Lo de estar en casa por las tardes educando (porque cuidar puede cuidar cualquier persona responsable) es, desde mi punto de vista,  lo ideal. Pero lo ideal, ya se sabe, pocas veces coincide con la realidad. En un país donde la jornada laboral comienza a las 9 y acaba a las 20.00 porque se para absurdamente dos horas para comer, pues poco se puede hacer para ser madre y trabajadora y no hacer una de las dos cosas rematadamente mal o las dos. Y no, no creo que la solución pase sólo por un cambio de horarios, que también, pasa por el más difícil todavía que es cambiar la mente, pero no del español, sino del ser humano.

Pueden ustedes criticarme a gusto si ese es su deseo pero a mí nadie me quita de la cabeza que si hay algo mal visto en esta sociedad es una mujer que desatiende sus labores como madre por las profesionales (¡qué ambiciosa!, para eso que hubiera tenido un gato, ¡qué mala madre es!) Y si la sociedad no la critica, no pasa nada, ya lo hará ella. Yo no sé ustedes que me leen pero yo tengo sentimientos de culpa/responsabilidad si paso una tarde entera fuera de casa. Tengo un comecome en la cabeza martilleando que me dice que dónde debo estar es con ellas.  Y sé que hay muchas como yo. Las que no les pase esto, envida cochina que les tengo. Y de verdad además.

¿A dónde quiero llegar? Pues a lo del principio, que sí, que la maternidad es una trampa para las mujeres. Dedican la mayor parte de su juevntud al cuidado de sus hijos y cuando estos están en edad de volar solos, ellas ya ni son fértiles ni atractivas para casi ningún sector de sociedad y les queda mucha vida por delante, con suerte, otros 40 años más. Y una sociedad, por cierto, que la bombardea constantemente con publicidad subliminal para que se quite las arrugas, los michelines, las ojeras…esas marcas ineludibles que la maternidad nos deja a las mujeres que somos normales. Las diosas que entran en la talla 36 después de un embarazo son menos comunes. ¿Y cómo están ellos, muchos de ellos, a los 50 añitos? Esplenderosos y dispuestos (los menos listos dicho sea de paso) a dejarse seducir por una atractiva mujer de treinta y pocos que (ya caerás, ya) no ha sido madre y dispone, por lo tanto, de su vida al completo para limarse las uñas a demanda, hacer planes de una noche de copas a eso de las 8 de la noche de un martes y a largarse a los pirineos tres días con lo puesto. No me quiero ir por los cerros de úbeda que me conozco.

¿Trampa? sí, sí lo es, para qué engañarnos. No existe una libertad al 100% como la que había antes. Dejas (y esta es la peor de las noticias) para siempre de vivir y dormir tranquila. Aún así, a pesar de las cadenas, de las renuncias, de las arrugas, las noches sin dormir, no poder desarrollarte profesionalmente como ese señor que duerme a tu lado y que tiene los mismos hijos que tú e idénticas responsabilidades, a pesar de todas esas cosas, no conozco a ninguna que desee renunciar a esos seres humanos que tantas veces sacan de quicio hasta al mismísimo Santo Job. ¿Por qué será? No lo sé, imagino que también aquí la naturaleza obra en aras de garantizar la supervivencia de la especie.

Si estás leyendo esto y eres madre, a lo mejor, esbozas una sonrisa o quizás una mueca. Te pido un favor, envíale un mail a todas aquellas amigas que tengas no madres para que sepan lo que les viene encima. Pero de verdad. Que luego no digan que no estaban avisadas.

Eso sí, no les quiero dejar con la imagen de que soy una madrastrona. En el fondo mi atadura me compensa porque no hay personas que quiera con más falta de límite que mis dos hijas.

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