ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs French 75 por Salvador Sostres

That David played and pleased the Lord

Salvador Sostres el

Estaba tan enfadado contigo que casi se me había olvidado lo mucho que te quería. Y hoy has llegado y has venido a mi mesa a saludar y todo ha sido como frío, yo no sabía qué decir y casi no nos hemos dicho nada. Todo el almuerzo he pensado en ti, te veía en la distancia, y aún estaba enfadado pero ya recordaba que aún te quería y mucho. Luego has vuelto a despedirte y has dicho nos invitais a un café y todos éramos amigos y al principio he estado tenso, lo que tú habías hecho, lo que yo había escrito, y poco a poco como si fuera inevitable, como si nada hubiera sido, la vieja conversación ha retomado su cauce, temblorosa en las primeras frases, insegura, y al cabo de pocos minutos ya libre de cualquier atadura. Palabra a palabra he recordado los motivos por los que siempre te quise y por los que nunca podré dejar de quererte, y la piel lisa del mar ya no tenía ningún nudo. Ya ni recordaba por qué me había enfadado tanto, y si lo recordaba, que lo recordaba, no quería recordarlo, y el asunto desgraciado me parecía tan lejano, y estaba tan contento de volver a oír tu voz, de volver a mezclarme con tu inteligencia que nunca me habría ido, y estaban los demás amigos, y no sabía cómo decírtelo, ni si era oportuno decirlo, y he ido escribiendo en la mente este artículo, intentando retener las sensaciones para poder describirlas. Qué poco duran los artificios mundanos cuando funciona el vínculo, qué inútil es el orgullo, qué breve la herida. Tú has venido a la mesa y podrías no haber venido. No sé si yo al revés me habría atrevido, no sé si habría tenido el temple, muy de hombre; y cuando digo “no sé” soy algo indulgente porque en el fondo sé que no y seguro. Por cobardía, ni siquiera resentimiento. Pero has venido tú. Qué bello es volver, soltar el lastre de viejas querellas que nunca nos llevaron a ninguna parte; qué apabullante es la amistad, qué absurdo es ponerla en duda y me siento estúpido por haberlo hecho. He disfrutado cada instante de este regreso, cuerpo y alma y lenta la tarde, las escenas que nos hicieron tan felices y que el recuerdo ha traído. Lo que para mí siempre fuiste y lo estabas volviendo a ser, sin pensar en nada más que en aquel instante y en lo muy bien que se está contigo. La audacia, el humor, la velocidad. Hay una manera de estar en el mundo que es estar contigo y hacía demasiado tiempo que no la sentía. Hay una manera de sentirme bien que siempre tuve junto a ti, y que ayer recuperé, y que preferiría no haberla perdido nunca. Lo que se rompió sé por qué se rompió y fue terrible. Trataba de pensar en ello para compensar la euforia pero lo único que se me ocurría es lo poco que me importaba tener razón y lo mucho que me alegraba de tenerte allí sentado, y que todo, todo lo daría porque la distancia no hubiera existido nunca. Sería más lógico mandarte antes un mensaje para ir los dos solos a comer y cerrar lo que no tuvo que ser, y voy a mandártelo mañana, pero he llegado a casa y tengo ya a una edad en que todo lo que me importa he de resolverlo primero en los artículos, que son el continuo de mi vida, también los que ahora preferiría no haber escrito. No sé cómo los corazones y los huesos vuelven a mezclarse cuando han sido separados, ni si para ti ha sido esta tarde lo que ha sido para mí, pero todo ha fluido como entonces y en los últimos años han pasado tantas cosas que al final parece que no haya pasado nada. Llueve al salir del restaurante. Quiero escribirte un mensaje pero me resbala la lluvia por la cara como ha resbalado la sobremesa y tengo tantas ganas de celebrar el regreso y de recordar todo lo nuestro que pienso ya habrá tiempo para los trámites.

Otros temas
Salvador Sostres el

Entradas más recientes