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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Seis puntos seis

Salvador Sostres el

Y al final era esto. Estos seis puntos seis de la señorita Pepis, frívolos, infantiles, de Narciso de polígono y medio son los que han tenido y tienen al país colapsado, son los que nos han llevado a la repetición electoral y a jugarnos las cuantiosas multas de la Unión Europea. Seis puntos seis, como seis artículos de broma, como los seis lloros que echa un bebé muy cansado antes de dormirse.

Me parece bien separar de inmediato a cualquier cargo afectado por la corrupción, pero ya que Ciudadanos es quien lo pide tendría que empezar en su propio partido. Mi por otra parte querido amigo Jordi Cañas está cobrando un sueldo del Parlamento Europeo y ha sido procesado por asuntos de este tipo. Injustamente condenado, por cierto. ¿De verdad que éste es el juego al que quiere jugar Albert Rivera? Eliminar los aforamientos es abrir la puerta a que cualquier canalla, o cualquier sindicato organizado, pueda inventarse los infundios más sonados para acabar con la carrera del político más honrado. La nueva ley electoral, que es el tercero de los puntos, necesita consensos mucho más amplios. ¿O es que Rivera quiere hacérsela a medida? Y lo de acabar con los indultos está bien, pero no creo que el PP de Mariano Rajoy se haya caracterizado por indultar a Rodrigo Rato o a Jaume Matas. Los socialistas indultaron mucho más -y muchas veces con toda la razón del mundo- y no vi yo que Albert se pusiera tan gallito en diciembre con Pedro Sánchez, exigiéndole que su partido acabara con este tipo de prácticas. La limitación de mandatos es opinable, pero siempre he pensado que limita con la democracia y que son los españoles mediante su sufragio quienes en cualquier caso tienen que determinar los plazos. Y, por último, me parece perfecto crear una comisión de investigación sobre la financiación ilegal del PP por el caso Bárcenas. Sólo espero que en lógica correspondencia, Ciudadanos aclare cómo financió su campaña de las últimas elecciones europeas, con grupos de extrema derecha, y qué aportaciones recibió de las empresas del Íbex 35 tanto en la campaña del 20 de diciembre como el 26 de junio.

No hay ningún partido político del mundo que resista el microscopio, ni en Europa ni en los Estados Unidos. Pero ya que por lo visto se trata de ponernos estupendos, hay que decir que si Ciudadanos, todavía en la oposición, y sin haber tocado poder de del verdad, presenta ya tantas dudas sobre su financiación, pueden ser de órdago los escándalos que llegue a coleccionar si algún día llega a gobernar.

Pero de todos modos, los seis puntos seis son insignificantes, y no acreditan de ninguna manera ni la repetición electoral ni esta agonía. Es de una gran frivolidad, y de una gran irresponsabilidad, haber provocado todo este drama para que al final la solución fuera una bolsa de patatas. Sabor jamón, pero una bolsa de patatas. Lamentable espectáculo, impresentable retórica de la transparencia de uno de los partidos más opacos. Pujol fue siempre mucho más leal, sus peticiones tuvieron mucha más sustancia, y entre lo que dijo y lo que hizo no hubo jamás este abismo de mentira y fraude que nos deja Ciudadanos.

La corrupción es censurable y se tiene que perseguir, pero la anticorrupción en ella misma, y nada más, como proyecto político, es un conjunto vacío, una muletilla para “repelentes niños Vicente” que tienen muchas más ganas de hablar que cosas que decir. Más onanismo que amor, y ese espejito, espejito de Rivera.

Que después de tantos meses incertidumbre, y de tanta angustia, resulte que el gran problema de España sean estos seis puntos seis, vacuos, fatuos, prescindibles y pueriles, y que el propio partido que los propone los incumple, es una demostración definitiva de que lo de los chicos presumidos de la nueva política nacen y mueren en ellos mismos, y que tienen francamente poco que aportar.

Que España cure su acné, que España regrese pronto de su aventura con los amiguetes haciendo autoestop, y que el bipartidismo vuelva a ser la mejor medida de la madurez, el orden y la jerarquía en que La Civilización se basa, como Dios manda.

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