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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Los cerdos

Salvador Sostres el

He visto jabalíes en la Diagonal y es la mejor metáfora. Cuando los humanos desaparecemos de la ciudad bajan los cerdos de la montaña. La Civilización es la ciudad y las afueras son barbarie. Que la extrema izquierda quiera acabar con nuestra ajetreada, bulliciosa, prodigiosa vida urbana tiene que ver con su incomprensión del alma y de la libertad. Este virus no es una profecía ni una advertencia ni una plaga. Como ante cualquier otro reto, los hombres libres, y civilizados, creceremos en su superación, en el esfuerzo por llevar nuestros límites un poco más allá y sobrevivir a la noche más oscura. Como en cualquier otro instante de nuestra humanidad brillante, moderna y vencedora, aprenderemos otro modo de someter a la naturaleza, de ponerla aún más a nuestro servicio, y de proclamar el poder de la creación inteligente sobre los elementos. Barcelona era una fiesta de coches, motos, patinetes y transeúntes que íbamos a cenar o a trabajar o simplemente de aquí para allá por el gozo de verla tan pletórica, tan bella. Ahora que los hombres estamos encerrados de miedo y de tristeza, los cerdos devastan los parterres: lo contrario de la actividad febril, de la tensión ciudadana, del nervio que nos hace libres y civilizados, no es la apacibilidad sino que las bestias ataquen lo que le hemos ganado a la tiembla, a lo sombrío, a la nada. La calidad de vida sólo existe en el progreso, en la contradicción, en la velocidad de la máquina, en el incremento de la facturación, en los maridos esperando un taxi a la salida del teatro, ávidos por llegar de una vez al restaurante. Y ese gasto liberador, fértil, enciende estrellas en el cielo y nuestra Visa es un tanque que parece correr sobre la metralla. Cuando los hombres nos vamos, los cerdos bajan. Cuando La Civilización se repliega, la Bestia avanza. Jabalíes en la Diagonal. Piénsalo la próxima vez que alguien te diga que vivimos muy deprisa, con demasiada voracidad. Más deprisa y más hambrienta arremete la barbarie cuando reculamos, cuando no somos lo que defendemos, cuando dejamos la ciudad y maldecimos su aroma de asfalto, gasolina y neumático, e invocamos como precolombinos salvajes a la lluvia, a las mareas o al aire que respiramos, mientras de fondo un cerdo proclama en la Diagonal que teníamos a Dios de nuestra parte y que le hemos abandonado.

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