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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Los Ceaucescu

Salvador Sostres el

Los Ceaucescu dieron esplendor a una tradición que la izquierda catalana no ha dejado desde entonces de cultivar. A Joan Saura -consejero del tripartito en la Generalitat- e Imma Mayol -concejal del tripartito en el ayuntamiento de Barcelona- les llamaron el matrimonio Ceaucescu. Pasqual Margall tuvo de consejero a su hermano Ernest y el conseller Quim Nadal nunca dejó de emplear a su hermano Manel. La extrema izquierda que nos llama casta, y que tanto ha perorado contra los supuestos privilegios de los todavía más supuestos “poderosos”, se está explayando en la contratación familiar, como si fueran los únicos que no tuvieran que sustentar sus discursos con la vida.

Ahí está Ada Colau, que ha contratado a su “pareja” -empezamos mal- para que lleve las relaciones institucionales de su partido: se le ha visto muy activo en los primeros pasos del nuevo gobierno municipal. Siguiendo el ejemplo de Colau, y de Ceaucescu, el primer teniente de alcalde, y mano derecha de la flamante alcaldesa, Gerardo Pisarello, ha fichado a su “compañera” -seguimos para bingo- como asesora del área de Vivienda. Cierto es que la izquierda predica la conciliación la vida laboral con la familiar, y que su obsesión ha sido siempre nuestras joyas, de modo que llevarse a sus amancebados al trabajo, y que lo paguemos nosotros, parece estar cerca de su sueño hecho realidad.

Los chicos han ganado y hay que darles un respiro. A mí no me importa que se traigan a la familia, y que les demos para que pasen el mes. Si Ada tiene algún otro compañero que quiera presentarnos, algún cuñado de esos que siempre van justos o una prima que haya pasado una mala época, no tengo inconveniente en que busquemos para ellos esos “nuevos modelos productivos” que tanto reclama la izquierda, y que de nuevos no tienen nada, porque al final todo tenemos que pagarlo nosotros.

Que pidan lo que quieran y se lo daremos. Si este chico, Pisarello, necesita algo, que también lo diga, y si hay que irle a rescatar a alguien a Argentina, iremos sin problema. La derecha todo sabemos comprenderlo. Pero que por el amor de Dios guarden las flechas, controlen sus tics salvajes, no toquen nada durante nuestra ausencia y no nos estropeen nuestra formidable ciudad de éxito reduciéndola a sus límites mentales. 

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