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Blogs French 75 por Salvador Sostres

La temperatura moral

Salvador Sostres el

Mextizo

Cocina 8
Sala 9
Servicio 9

Mextizo es tantas cosas a la vez que merece varios artículos por separado. La parte mexicana es la que primero me interesó, por ser una cocina tan refinada y que no siempre ha tenido el tipo de intérprete que merece.

Adrián Marín, a quien conocimos y quisimos en Drolma (Fermí Puig) es el chef de la casa y domina con elegancia y contundencia los sabores y las intensidades de la tercera gran cocina del mundo. Las dos primeras son la francesa y la china. Es difícil gobernarse en la fina línea de lo sutil en una cocina tan especiada y que tan brutal puede llegar a ser cuando no se administra con clase, pero Adrián sabe prodigar lo mejor de allá con la estilización de aquí, lo genuino de México con el adelanto de España, para que el folclore deje de serlo y se note sólo el talento.

Mextizo es un restaurante agradable, perfectamente europeo, de mesa y sofás cómodos y evolucionados, por oposición a las tantas veces que, para disfrutar de la comida sectorial, tenemos que sufrir los atrasos estéticos y hasta dialectales del país del que proceden. No es el caso de Mextizo, perfectamente europeo y con un aire acondicionado tan extraordinario que hace pensar en la magnífica temperatura moral de los países nórdicos.

En Mextizo merece la pena pedirlo todo. Por un día el exceso tampoco va a destrozarnos. Todos los tacos tienen su gracia, su categoría, su modo de ser imprescindibles. No tiene sentido renunciar a ninguno y cabe añadir como entrante el prodigioso cucurucho de arroz con atún, mucho mejor que cualquier cucurucho de este tipo que te ofrecen en los restaurantes japoneses de donde son originarios y que puede que sean muy puros pero resultan muy sosos al lado del de Mextizo.

Los precios son razonables, tirando a baratos si se tiene en cuenta la alta calidad de cada producto y el servicio es atento y eficaz y encaja con la distinción del local. En el patio interior, sobre todo cuando no hace tanto calor, es agradable salir a tomar el café y a que los que fuman -ese tipo de gente- puedan fumar tranquilos en lugar de ese levantarse compulsivo entre plato y plato como auténticos inadaptados.

No cierran al mediodía de modo que las sobremesas pueden alargarse lo que el hígado de cada cual permita hasta que por fin sea oscuro -esto es La Civilización- cuando salimos de almorzar de los restaurantes.

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