Salvador Sostres el 02 nov, 2021 A la gata de mi hija la hemos tenido que vaciar y ha pasado la convalecencia en mi piso de Barcelona porque mis suegros no estaban el fin de semana en la casa de campo. Yo estoy más acostumbrado a los perros que a los gatos pero mi interés por la poesía hace que enseguida me haya llevado muy bien con Ágata -Maria poniendo nombres es en lo único que no tiene gracia. La gata ha sucumbido sin problema y sin demora a mi chantaje. Con golosinas -para gatos- me ha bastado. Confirmo lo que mi abuela me enseñó a entender desde muy niño. Salvo excepción extraordinaria, la primera opción y la más rápida y la más barata es comprar al que tienes delante. Luego, ya comprado, te escuchará, te entenderá y podrás moldearlo a tu gusto, que se convertirá en el suyo, porque todas estas molestias no me las tomaría si no estuviera genuina y apasionadamente interesado en el bien mejorable de los demás y sin esperar absolutamente nada a cambio. Con Ágata hemos tenido momentos de franca comunión y también de dejarnos en paz, hasta que la noche de ayer, ya instalada en la plena confianza, entró a jugar en la habitación donde intentábamos dormir mi hija y yo. Si la subíamos a la cama para que durmiera entre nosotros, ella se revolvía y se bajaba, pero en lugar de marcharse donde le habíamos puesto su camita, su mantita y su rascador, se quedaba enredando con las puntas del edredón y se ponía como de pie para asomar su cabecita y que yo pudiera verla. Si iba a cogerla, corría a esconderse y así muchas veces. Maria se durmió, la gata estaba encantada y yo empecé a impacientarme hasta que acabé por echarla de la habitación y se quedó sin dormir con nosotros, que es lo que al fin hubiera querido. Yo estoy dispuesto a hacerme cargo hasta de lo que quiere un gato, y a no escatimar en golosinas para hacerte comprender que mi idea sobre tu vida es mucho mejor que la tuya. Y sin exigirte nada a cambio que no sea la mínima cortesía de dejarme dormir tranquilo y de no resultar molesto. No molestar es una fase previa a la de resultar agradable. Es un aprendizaje modesto pero muy importante. Ser ingenioso, alegre, brillante, está bien, pero no te pedimos tanto. La gata estaba siendo atendida como nunca más volverá a estarlo en su vida, y cruzó un límite del modo más insensato y estúpido, pese a su instinto superior de felino. El mundo está muy bien en las condiciones que yo digo. Es un lugar francamente agradable. Fuera de este margen suele estar peor y por los motivos que yo te había dicho. Y aunque tengo paciencia me he dado cuenta de que cada vez menos, y que especialmente me agotan los que tratan sin cuidado la suerte que han tenido. También me doy cuenta de la infinita arrogancia con que a veces -como ahora- puede parecer que escribo, y si no me crees te entiendo, pero piensa que todo esto te lo digo con mucha menos suficiencia que observación de cómo se decanta al final la tragedia. La gata vuelve hoy al bosque de la casa de campo. Inciertas y frías noches entre otros gatos y jabalíes que cruzan el vallado. De todo modos era lo que le esperaba tras sus días de recuperación. Pero por poco que creas que eres algo más un gato piensa que las vallas se hunden en el fango, que los jabalíes siempre llegan y tu vida no saben lo que es, ni les importa, y que un invierno a la intemperie es un muy alto precio que pagar por andar rascando edredones en lugar de estar por lo que toca. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 02 nov, 2021