Salvador Sostres el 11 may, 2017 La Lonja Cocina: 10 Sala: 8 (en su estética muy del Régimen) Servicio: 7 (Teo a su ritmo inalterable y la pobre chica que tiene va de culo) Infanta Carlota, 60 (ahora Josep Tarradellas) 08029 Barcelona 93 419 41 74 La educación sentimental de mi abuela fue la calidad. Buscar la calidad. Saber distinguirla. Apreciarla y disfrutarla. La calidad que marca la diferencia y da esperanza a los hombres de buena voluntad. La Lonja es un homenaje a esta calidad. A la nobleza de una calidad incontestable. He tomado los mejores restaurantes de La Civilización e incluso entre la élite he tenido que consignar imperfecciones. Pero nunca en La Lonja, que sabe lo que compra y cómo tratarlo. Tener el sentido de la cocina no es fácil ni frecuente, saber qué hacer con lo fundamental elevándolo a un plano superior pero sin volverlo oscuro ni complicado. Estos días ofrece los últimos guisantes de la temporada, pequeños y duros como el amor que todavía no ha sido defraudado. Guisantes con butifarra blanca, tan aparentemente simple y común pero que una vez lo pruebas sólo quieres volver y sientes como a lo largo del día te persigue su sabor y su textura tan extraordinarios. Un día mi mujer se encontraba regular y pidió un arroz hervido que resultó ser tan bueno que tuvo Teo -el dueño- que preparar más para todos, y con algo tan elemental consiguió deslumbrarnos e igualar a las sensacionales gambas, espardeñas, langostas y cigalas que de hecho son la especialidad de la casa junto a los grandes pescados -ojo al rape. En La Lonja la calidad se paga, pero no depende del precio sino de las convicciones y del talento de un hombre que está incapacitado para la mediocridad. El ambiente es muy de derechas. Es una casa confortable y segura. Si de vez en cuando comparece un socialista es tan sumamente cínico que no puede considerarse ni un peligro. Nostalgia de cuando aún mandábamos y sin tener que dar tantas explicaciones: algún día nos daremos cuenta del daño que ha hecho la democracia, tan opuesta a la calidad con su vulgar obsesión por las cantidades. La Lonja es la continuación de la educación sentimental de mi abuela y de todos los que tomándose en serio su trabajo se han tomado en serio su país y gracias a ellos hemos podido superar las dificultades y progresar. Es ese gusto por hacerlo bien y esa superioridad que en todo subyace y que propaga la felicidad. España no es un país cualquiera gracias a que La Lonja no es un restaurante cualquiera. Es una lástima que cierre los domingos y es extraño que lo haga, porque Teo es gallego y pragmático y sabe que el tiempo libre lo carga el diablo: no se produce y sólo se gasta. Con lo agradable que sería acudir con las familias el día del Señor, después de haber llevado a la niña a los caballitos de General Goded. Pero sus clientes sabemos que en cualquier caso es imposible convencerle de que cambie en nada. Antes nos cambiará él a nosotros. Precisamente gracias a ello, el templo de su calidad ha permanecido intacto durante todos estos años. Atención a las inesperadas, míticas patatas fritas. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 11 may, 2017