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Blogs French 75 por Salvador Sostres

La alegría y el resentimiento

Salvador Sostres el

Un miembro de la sociedad gastronómica Gure Txoko, la más antigua de Bilbao, ha denunciado al Instituto vasco de la Mujer que el club sea sólo para hombres. Correr a las faldas de la maestra es ya indicativo de que el problema lo tiene el que corre. Que un gimnasio sea femenino no me hace sentir discriminado como varón. Mi club es masculino y es lo que más valoramos los socios. El club de mi mujer es femenino y si se permitiera la entrada a los hombres desaparecería la tranquilidad con que ahora pueden mostrarse, sin miedo a ser juzgadas por la mirada del macho.

Tiene que haber espacios femeninos y masculinos donde los hombres podamos comportarnos como tales, sin la tensión permanente de la coquetería o de decir una palabra que pueda resultar ofensiva; y donde las mujeres puedan estar sin nuestra presencia expansiva, invasiva, y todo aquello que ellas asocian a la masculinidad, que tanto dicen que les molesta, y que ni sé qué es ni me interesa.

Tal como hay bares temáticos -deportivos, homosexuales, o moteros- han de poder existir estas sociedades para que los hombres podamos desparramar nuestra masculinidad sin pensar que estamos molestando a nadie y sin acabar por cualquier tontería en la cárcel. Hombres y mujeres nos queremos, nos deseamos y nos necesitamos. Pero también nos hace falta, de vez en cuando, descansar los unos de los otros, relajar la contención sin que haya drama, disfrutar de la franca amistad de los hombres -en nuestro caso- sin que nadie nos cuente los puros ni los gintónics.

Yo fui miembro de una sociedad en San Sebastián y un día el presidente nos convocó a todos de urgencia, y antes de empezar propuso una votación para que las esposas pudieran entrar normalmente. Sólo él votó a favor. Acto seguido, y sin haberlo hablado con nadie, el vicepresidente propuso otra votación para cesar al presidente y expulsarlo con carácter inmediato “por haber puesto en peligro la seguridad de la sociedad”. Todos votamos a favor y el ya expresidente no hizo uso de su derecho democrático y abandonó el local.

No es ni segregar, ni excluir, ni discriminar. Si algunas mujeres quieren tener su sociedad, que se la monten y no sólo no nos parecerá mal sino que estaremos encantados. Pero hay un detalle definitivo en el fondo de este asunto y es que las mujeres no quieren crear sus sociedades sino meterse en las nuestras. No quieren ser felices sino que nosotros no lo seamos. No les mueve la alegría de celebrar sino el resentimiento porque nosotros celebremos.

Lo que se opone al feminismo no es el machismo sino la libertad.

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