Salvador Sostres el 16 dic, 2022 España vota mal. Ser español es algo tan agradable y suave que damos el bienestar por descontado. Cocinamos bien, comemos mejor pero votamos como indígenas que arrancan el corazón a las vírgenes de la tribu vecinas, como si los aztecas nos hubieran descubierto a nosotros y nos hubieran puesto la Civilización del revés. Votamos como si ya fuéramos la generación que pasó de curso con todo suspendido. Sánchez es la selva encharcada de sangre antes de que la Cruz llegara en barca al final de Apocalypto de Mel Gibson, pero nosotros somos los bestias de los rituales macabros. En el rincón catalán os ganamos a salvajes y a burros con Aragonès y Colau. Pero los líderes no son el problema. Son la profecía de nuestra vulgaridad. El problema son las histéricas, los hiperbólicos, los que a la voluntad convivir le llaman apaciguamiento, los que a la discrepancia la acusan de fascista, los que sabotearon los contrapesos del centro para ir a saltar como monas en los extremos y hacer que se tambaleara la embarcación. Vivimos demasiado bien y hemos olvidado lo que nos costó. Le llamamos presidente ilegítimo a Sánchez cuando ha ganado no una sino dos elecciones, y va camino de las terceras con lo idiotas que sois. Comparamos un recurso en el Constitucional con unos pistoleros en el Congreso. Decimos que es lo mismo votar a Illa que a Esquerra. Somos los aztecas, los mayas. Los españoles necesitamos sacarnos al diablo del corazón. Somos el cliente que no tiene razón y además se emborrachó y no quiere pagar la cuenta y ahora el dueño está llamado a la Policía. Nos quejamos de que Sánchez quiera controlar a los jueces porque dejaremos de controlarlos nosotros. Clamamos por la separación de poderes mientras bloqueamos la Justicia para continuar teniéndola a nuestros pies, porque es lo que cuando hemos podido, hemos hecho. Barcelona, Sevilla, Ibiza, Donosti y Madrid: vivimos demasiado bien y no nos damos cuenta de que hay que cuidarlo. Y que sólo se cuida desde el centro, comprendiendo, incluyendo al otro. Incluso hoy, con lo que el viernes sucedió, si Feijóo tuviera que forjar un gobierno de coalición preferiría al PSOE que a Vox. La noche del diez de noviembre, cuando Sánchez ganó sus segundas elecciones, Pablo Casado le llamó. Al día siguiente le escribió un mensaje. Nunca le contestó el presidente, que ya había decidido entenderse con Podemos y los periféricos. Aún así, continúa siendo mejor gobernar solo o con los socialistas. Los españoles tenemos que darnos una ducha muy larga. y ya limpios volver a confiar en nuestro espacio central, en nuestra otra mitad, que la necesitamos, y estabilizar el navío en los consensos elementales. Lo hicimos y no fue hace tantos años. No estábamos soñando. El mundo entero reconoció la proeza. No teníamos tanto de todo pero teníamos temor de Dios. A las muchachas de las tribus vecinas no les arrancábamos nada. Más bien las invitábamos a un gintónic, cuando no implicaba terminar en la cárcel. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 16 dic, 2022