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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El Barça salva en falso la temporada

Salvador Sostres el

Johan Cruyff dijo que a la gente que pita un himno le falta un tornillo y esto es algo que hasta que los independentistas no lo interioricen continuarán acumulando derrotas. El Calderón, que no estuvo lleno, vio ayer su último partido empañado por la banda sonora de los que insólitamente han conseguido acomplejar a esta España secuestrada por la corrección política y dramáticamente desorientada que ha asumido como libertad de expresión que se desprecien sus símbolos nacionales.

El partido no pudo empezar peor para el Barça. Mascherano cayó lesionado y lo que es peor: le sustituyó André Gomes. En el momento de producirse la lesión pareció grave. Llorente, que fue quien colisionó con el argentino, jugó a partir de entonces con una rejilla en la cabeza que no veía desde que mi bisabuela de Sort pernoctó una noche en Barcelona y cuando me levanté de madrugada para beber agua me la encontré en la cocina con semejante artilugio en el pelo, mojando galletas en un café con leche y escuchando a Encarna. Yo tenía seis o siete años. Mi educación sentimental ha tenido estampas memorables.

El Alavés llegó sobreexcitado a su noche histórica y el Barcelona tenía paciencia y esperaba. Los de Pellegrino se replegaban en orden pero muy cerca de su área y rapidísimos en el contraataque. Sus mayores peligros eran la finura de Messi y la fantasía de Neymar, aunque eran peligros controlados, como mínimo hasta los primeros veinte minutos de partido.

La primera la tuvo Ibai y el balón no entró de milagro, después de rebotar en el portero Cillessen y en los dos palos. El Alavés lo hacía lo mejor que podía y su esfuerzo era encomiable pero Messi es Messi y cuando a este chico le salen las cosas es imparable. Su gol llegó a la media hora, de un disparo que más que chutado por una pierna pareció ejecutado con un palo de golf. Pero lejos de empequeñecerse, los vascos siguieron creyendo en su fútbol y tardaron sólo dos minutos en lograr el empate. Lo consiguió Theo Hernández, de falta. Su potente y meritorio zapatazo halló la colaboración de Cillessen, pues la falta era lejana y la pelota entró por su palo.

El Barcelona controlaba el partido y tenía a Messi en estado de gracia. Extraordinario. El Alavés se dejaba la piel con nobleza y fiabilidad y exprimía sus talentos sin guardarse nada. Pero una vez más la calidad individual del Barça se impuso al voluntarismo y entre Messi y Neymar -con la colaboración de André Gomes, que extrañamente no desgració la jugada- fabricaron el segundo, que remachó el brasileño probablemente en fuera de juego. Quien seguro que estaba en posición legal fue Alcácer, que consiguió el tercero gracias a una brillante asistencia de Messi.

El Barça volvió perezoso del descanso. Sus jugadores salieron al terreno de juego como comentando el coñazo de la media parte que les quedaba por jugar. Messi continuó creando y un notable centro suyo a punto estuvo Alcácer de convertirlo en el cuarto. El Alavés no parecía capaz de cambiar su esquema de juego para un mayor atrevimiento, con el añadido de que la ansiedad le llevaba a precipitarse. En el Barça, lo que parecía imposible sucedió y André Gomes brilló como lateral derecho: toques de una especial calidad y algunas salidas controladas de factura extraordinaria. También en ataque dio centros remarcables.

Llorente con la rejilla de mi bisabuela conducía todos los ataques del Alavés, que aprovechaba la siesta azulgrana para intentarse meter otra vez en la final. Hermoso sentido del honor de un equipo que nunca se rindió y que defendió un fútbol dignísimo. De todos modos, partido se volvió poco interesante, gris, vulgar. Estaba roto desde el descanso. Luis Enrique quiso hacer las paces con Aleix Vidal y pese a no estar en forma tras su grave lesión le dejó jugar diez minutos: entró por Rakitic.

El Barcelona cerró con el menor de los títulos una pésima temporada y sería la peor noticia para el equipo y el club que este premio de consolación conformara a socios y aficionados con una directiva que mientras perdure mantendrá al Barça en su dinámica deprimente y autodestructiva. Último partido de Luis Enrique, que ha ido de más a menos. Meritorio Alavés que perdió con honor y dignidad su segunda final.

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