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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Mas y la piscina

Salvador Sostres el

El señor propietario quiso construir una piscina en su mansión y como por aquel entonces no le sobraba el efectivo y “lo tengo todo”, decía, “invertido en otras fincas”, le pidió al mayordomo que le prestara sus ahorros, seguro de que su más fiel siervo amaba tanto como él aquella casa, y no se tomaba atenderla como un trabajo sino como una dedicación. El mayordomo accedió, un poco porque su vanidad quedó reconfortada al pedirle el señor un favor, otro tanto -para qué negarlo- porque no tuvo el valor de decirle que no, y también porque conocía sus limitaciones y sabía que era lo más cerca que jamás estaría de realizar el sueño de ser él también algún día un “señor”.

Con los ahorros del mayordomo tampoco fue suficiente y el propietario, obsesionado con la piscina y en construirla a cualquier precio, pidió ayuda a los criados. Les pidió todo lo que tuvieran ahorrado y parte del salario de los siguientes meses. Los criados, que no sentían el amor del mayordomo ni por el dueño ni por la casa, y tenían sus propios sueños pendientes, se mostraron dispuestos a ceder su dinero pero quisieron poner condiciones sobre cómo tenía que ser la piscina y sobre otros aspectos del funcionamento de la casa. El propietario, indignado, les quiso hacer ver que su capital era insignificante comparado con el valor total de la mansión y que una aportación tan pequeña no guardaba ninguna proporción con sus hiperbólicas exigencias. Poco o mucho, era su dinero, y los criados insistieron.

Las piscinas tienen que construirlas los dueños con su dinero; tal como las independencias las hace la derecha cuando está fuerte. Otra cosa es que el señor involucre al servicio para agilizar la obra, tal como cuando ya la derecha va ella misma sobrada de cimientos, convoca a la gesta a la sociedad entera, y también la turba acude, pero en su puesto exacto de infantería, y nunca controlando el proceso.

Si no tienes presupuesto, quédate quieto. No se puede encarnar la épica de cualquier manera y hay más piscinas que primaveras. Mas ha querido que la CUP le prestara y ahora el señorito se queja de que las chachas se le metan todo el día en el agua y no le dejen nadar crol. Cuando olvidamos que somos la derecha, nuestro mundo se rompe y siempre perdemos.

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