Tres ciudadanos israelíes fueron ayer brutalmente asesinados por un terrorista palestino. Cuando muere un palestino, tenemos siempre su biografía, el dolor de sus hijos o de sus padres en muy detalladas imágenes; se suele obviar que era un terrorista o que participaba en actos criminales, y se aprovecha para insultar a Israel, para negarle el derecho a defenderse, y por lo tanto el derecho a existir.
En cambio, los titulares de cuando los israelíes son asesinados, nunca mencionan que los palestinos son los criminales ni que los judíos han sido asesinados por el único motivo de ser judíos. Hablan estas noticias de la violencia sin entrar en detalle, sólo hacen referencia al crimen como de paso, y la mayor parte de periodistas que se supone que informan, en el fondo opinan, creando intolerables contextos justificativos del brutal asesinato.
Perdura el viejo odio a Israel; perdura el antisemitismo como un tic automático, cotidiano.
Y en lo que resulta el colmo del cinismo, los periodistas de la izquierda, y de la corrección política, para despreciar a Israel, ensalzan a todo tipo de países controlados por terroristas a los que nunca, nunca irían a vivir con sus hijos, ni mucho menos con sus hijas.
Israel tiene derecho a garantizar su seguridad, y sus métodos son los que usa o usaría cualquier Estado libre y democrático, para defenderse de terroristas.
Basta con ver cómo viven los israelíes para entender que su interés es la vida, y basta con ver cómo viven los palestinos para comprender, tristemente comprender, que sólo les interesa la muerte.
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