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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Volver a la mesa petitoria

Salvador Sostres el

Tengo 46 años y admito que muchas veces no acabo de saber si alguna gente va en serio o en broma, si se ha parado a pensar en lo que dice o es que simplemente cogió carrerilla y ya le chuta a cualquier cosa. Yo tengo un gran aprecio y respeto por el presidente Rajoy pero todos sabemos que el día que se puso a recoger firmas contra el Estatut, aquel mismo día, y el que acudió junto a Rouco a manifestarse en Colón contra el aborto, perdió las elecciones de 2008. Parece el principio de un chiste que Pablo Casado haya devuelto al PP a la mesa petitoria y a la agitación callejera. Parece una broma, y yo tengo a Casado por un tipo serio. Yo me había creído que quería ser presidente del Gobierno. ¿Y qué hace? Ponerse a recoger firmas. ¿Alguien puede explicarme de qué sirve recoger firmas? ¿Qué hará con ellas cuando las tenga recogidas? Estoy muy interesado en saberlo, de verdad. ¿Qué sentido tiene? ¿Qué finalidad? Esto no es hacer política, esto es hacer comedia. Esto es estéril. Esto no es ofrecer un proyecto realista, ilusionante, esto no es crecer en el centro. Ir a manifestaciones tampoco lo es. A las manifestaciones sólo va la gente con problemas, no los que tienen soluciones. A las manifestaciones van los independentistas, para confundir en el tumulto su falta de agallas, de dignidad y de patriotismo para ponerse a pagar el precio que realmente cuesta la independencia de Cataluña. A las manifestaciones van los populistas, de uno y de otro lado, que no tienen nada constructivo, ni inteligente ni mesurado que ofrecer a la ciudadanía y buscan excitar las bajas pasiones de la gente.

Yo creo que Pablo Casado puede ser un buen presidente, y que tiene algo en la cabeza, y algo que me interesa. Pero cuando hace estas cosas, ¿en qué piensa? Me gustaría saber exactamente en qué piensa, dónde calcula que está el beneficio, como interpreta lo que históricamente le ha pasado a su partido cuando se ha puesto a hacer el indio de esta manera.

Aznar también fue un buen presidente y negoció con ETA, y lo que es peor, con los sindicatos, desplegó a los Mossos en Cataluña, abolió el servicio militar obligatorio, no tocó ni una coma de la inmersión lingüística, habló en catalán en la intimidad, permitió que la Generalitat recaudara una parte del IRPF, entre tantas otras medidas lógicas en quien necesitaba los votos de la entonces CiU y se preocupaba para que el conjunto de España fuera próspero.

Entonces cuando los independentistas están más hundidos, más divididos, más desnortados, sin ninguna clase de rumbo y suplicando salidas personales, yo no entiendo tampoco entiendo si es en serio o en broma que la gente no se da cuenta que un homenaje a Javier Godó, conde de Godó, y grande de España, para escenificar la nueva cordialidad entre el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat -el “nuevo nosotros”, que dijo Pedro Sánchez- es una brutal tunda de todos los golpes posibles al independentismo en general pero sobre todo al más irredento, que lleva una semana destruido, sollozando Rahola por las esquinas y haciéndoles Junqueras y su carta de espejo porque llevan rindiéndose desde las porras de la Policía el 1 de octubre es sólo el líder de los republicanos es lo suficiente varón para dar la cara y asumirlo, aunque naturalmente a cambio de su propina.

Yo soy muy inteligente, lo sé, mucho más que cualquier promedio, pero me gustaría saber si cuando alguien me dice que no entiende la victoria que significó para el orden, la libertad y la unidad de España del acto de homenaje a Javier Godó, me lo dice en serio o en coña, me lo dice pensando en lo que dice o pensando sólo en su histeria contra todo, esa histeria que sólo lleva a la derrota.

Espero que Pablo Casado continúe interesado en ganar las próximas elecciones generales, porque nos hace falta un político serio como él. Cuando Rajoy decidió por fin que quería ser presidente dejó de hacer el ridículo en manifestaciones callejeras y por supuesto cuando llegó a presidente dejó el aborto como estaba, del mismo modo que pactó en 2014 que el referendo se convirtiera en consulta popular organizada por las entidades independentistas y no la Generalitat, aunque a última hora Mas lo traicionó y salió a proclamar los resultados. Timó a los independentistas vaciándoles la consulta de contenido político y timó al Gobierno saliendo al final a hacer el pajarero. Sea lo que sea, el de las recogidas de firmas pactó nada menos que una consulta popular sobre la independencia; tal como Pablo Casado, si fuera hoy presidente, concedería los indultos también a cambio de algo: ya veríamos qué. Yo no sé si la gente esto no lo entiende porque es tonta o es que simplemente se hace la de la oreja mocha. De verdad. No sé si Pablo Casado, de vez en cuando, se para a pensar en sus objetivos y en cómo conseguirlos, pero es otro chiste que el que aspira a presidir España sea marginal en Cataluña y el País Vasco, no sepa de hecho ni cómo dirigirse a Cataluña y el País Vasco, y coleccione no más que visitas irrelevantes, cuando no erráticas, a las dos comunidades, que no sólo no le sirven para nada sino que sólo contribuyen a dar la sensación de que está cada vez más perdido.

A mí no me gusta la idea de los indultos, pero que para avanzar hay que concederlos, esto no lo habría dudado ni el presidente Aznar -que llegó a convertir a ETA en el Grupo de Liberación Vasco- y por supuesto habría recibido más o menos los mínimos insultos que los que está recibiendo Pedro Sánchez. Yo no tengo ninguna simpatía por los secesionistas ni por lo que hicieron, pero procuro tomarme la política y la convivencia en serio, y en los Estados serios, los conflictos se resuelven. Se aprovechan los resquicios y se resuelven. Si vuelven a delinquir, volverán a la cárcel; si vuelven a “hacerlo”, volverán a encontrarse con la Ley. Mientras tanto, el Estado “fascista y represor” ha sido una vez más generoso, ha sido una vez más magnánimo, y por su grave delito, los líderes del golpe no habrán pasado ni 4 años en la cárcel. El tremendismo es de perdedores, y cuando estos perdedores ganan, se convierten en mucho más comprensivos. Ir a pedir firmas y a manifestaciones hay que dejárselo a Pablo Iglesias y sus amigos, que ahora están teniendo mucho tiempo libre.

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