Salvador Sostres el 04 abr, 2016 Últimamente dedico mis tardes a jugar con una magnÃfica aplicación que te permite mandar a chicos perfectamente reales a hacer tus recados por la ciudad. Es una aplicación que se llama Glovo, asà con uve, y que por 5 euros te permite mandar a un propio a recoger lo que puedas necesitar y te lo trae a casa. Si es necesario, paga lo que recoge y luego te lo carga a tu tarjeta. Puedes seguir su trayecto a través del iPhone en un mapa fantástico que la propia aplicación presenta. El otro dÃa mandé uno a la tintorerÃa, otro a Via Veneto a por la cena porque no tenÃa ganas de salir, otro a comprar un osito blanco que me habÃa pedido la niña y el último a recoger las gafas que habÃa olvidado en el club. De modo que por 20 euros, puedes tener a cuatro chicos trabajando para ti en tu ciudad, y seguir por ei iPhone o por el iPad lo que hacen, y por dónde van, y llamarles y advertirles si crees que han tomado la ruta equivocada. El IVA mató al lujo, y ahora que nos están descubriendo cada uno de nuestros desasosiegos fiscales, nos queda el consuelo de que por cinco euros nos hagan los recados y poder sentir otra vez, aunque sólo sea por media hora, que todavÃa mandamos. Glovo funciona en Barcelona, Madrid, Valencia y Milán, y la satisfacción que da es extraordinaria. Es como si volviéramos a ser capitanes. Como si todavÃa tuviéramos planchadoras. Como si Suiza no hubiera pactado con la Unión Europea. Como si Panamá, que era nuestro desasosiego más querido, no hubiera caÃdo en manos de los desesperados. Nunca por 20 euros pudimos exprimir tanto la nostalgia de aquel mundo fantástico que ya no es nuestro. Cojan su iPad, sÃrvanse un whisky, pongan a los chicos a trabajar y recuerden, ni que sólo sea por un instante, lo bien que se estaba en este mundo antes de que el igualitarismo atroz lo arruinara. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 04 abr, 2016