Salvador Sostres el 26 ene, 2016 Lo que más cuesta es el desamor, lo que más duele, lo que más asquea; el desamor cuando llega y todavía la quieres, el desamor cuando sabes que no puedes marcharte y sin que se note y sin romper nada tienes que continuar. Lo que más hiere es saber que está roto y mantenerlo unido con tus manos, el grito que se grita en silencio, las lágrimas que caen dentro. Hace años que no somos, que ya no somos lo más importante de nuestras vidas, ni nuestras vidas importan tanto como lo que en verdad hemos venido a proteger. Lo que más destroza es saber que no hay solución, que la tragedia de fondo te acompañará para siempre, que de nuestro antiguo abordaje no queda más que este permanecer sucio y fiel, tembloroso, inevitable, porque somos una misión y nuestra opinión no importa demasiado. Es mejor no concentrarse en estos vértigos, porque igualmente hay que continuar. Pensar en lo que podría haber sido es absurdo, y tratar de imaginar las alternativas que tienes es letal, porque no las tienes, en realidad. Lo que más quema es el desamor, abandonar las discusiones porque has pasado de no saber qué decir a saber que decirlo sería una atrocidad. Lo que más destruye es aceptar que la vida es una batalla perdida y que han matado a tu caballo. Nota el dolor, siente la desconsuelo, y tras el sueño de caer y gritar tu nombre, éstas son las raíces del amor, y las raíces del amor permanecen. Porque podemos llegar con compasión donde el placer no alcance, porque la ternura es una vieja fortaleza no del todo derruida, y tenemos la piedad, y tenemos las horas lentas, las manos, la sombra de Dios en el agua. Y nuestra voluntad es más dura que nuestro instinto, y nuestra vocación más incisiva que el impulso, y somos lo que protegemos, lo que ferozmente protegemos, y la piedad que una vez nos acarició es la piedad con la que ahora aprendemos a acariciar. Lo que más te hunde es el desamor, hasta que lo abrazas porque también eso es tuyo, y también eso eres tú; y lo abrazas y lo meces y lo alimentas, y lo asumes y lo interrogas y lo quieres, y creces en él, y te ves en él, hasta que te deslumbra el milagro, y la Gracia, y entiendes que es amor igualmente. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 26 ene, 2016