Ignacio Gil el 25 sep, 2017 En la guerra son los mejores soldados los que luchan las batallas más duras. En la vida pasa igual. Rebeca, con solo 28 años, madre de tres hijos, sin duda lo es, mujer valiente y luchadora cuyo testimonio nos deja sin palabras. Porque ha sido víctima de la violencia más cruel, de agresiones, violaciones, trabajo forzado, y el asesinato de uno de sus hijos. Porque ha resistido la presión física y psicológica, el miedo y el dolor, para enseñarle “el camino de Alá”, para finalmente decir, con voz firma y contundente, “he perdonado”. Nigeria es el país con más terrorismo del continente africano. Y los cristianos están perseguidos especialmente. Cada año entre 2000 y 3000 cristianos mueren en Nigeria. Cuando los terroristas llegaron a su pueblo, Baga, de inmediato salieron huyendo, junto con sus dos hijos. Por el camino se separó de su marido, porque sabían que Boko Haram asesina a los hombres mientras que a las mujeres y los niños los secuestran. Durante la huida Rebeca perdió al bebé que esperaba. Los milicianos obligaban a las mujeres a mantener relaciones sexuales pero Rebeca se resistía con todas sus fuerzas. El castigo no se hizo esperar, le arrebataron a su hijo menor, Jonatán, y lo lanzaron al lago donde murió ahogado. “Soy católica, y he sobrevivido a dos años de torturas en un campo de entrenamiento de terroristas, he visto como han matado a mi hijo, ahogándole en un río, y soy madre de otro, fruto de la violación de un miliciano de Boko Haram”. Aceptar a ese hijo, recuerdo viviente de la violencia de los terroristas, aprender a mirarle con amor, ha sido un reto. Durante el secuestro le sometieron a una intensa presión para que se convirtiera al islam, y su resistencia le valió violencia y agresiones. Sin embargo relata que “no pudieron separarme de mi fe, a pesar de la violencia ejercida contra mi por no convertirme a su religión. Ni un solo día me he apartado del amor de Dios”. Finalmente al poco de nacer su pequeño, Cristóbal, vio la oportunidad de huir del campo, junto con sus dos hijos. Durante dos semanas estuvo pedida y desorientada pero finalmente logró llegar a su pueblo donde se reencontró con su marido. Hoy, viven juntos en un campo de desplazados en Maiduguri junto a otras 25 familias. Rebeca ha venido de la mano de la ONG Ayuda a la Iglesia Necesitada, para demostrar que un mundo mejor es posible, si las víctimas pueden vencer al odio y al rencor, olvidar la venganza y combatir el dolor desde el perdón. Rocío Gayarre África Tags AfricaBoko HaramNigeria Comentarios Ignacio Gil el 25 sep, 2017