En la actualidad los sistemas de compresión neumática han dejado de ser unas máquinas reservadas para centros médicos. Son muchos los atletas que los han incorporado dentro de su ‘arsenal’ deportivo. El principio que explica su funcionamiento es simple de contar, aunque detrás existan procesos del organismo bastante más complejos: nuestro cuerpo genera constantemente desechos metabólicos a medida que producimos y quemamos energía, estos desechos circulan por la sangre y la presión que ejerce la compresión ayuda a enviarlos hacia el sistema linfático favoreciendo su eliminación. Hablamos de aparatos que no son baratos por lo que vamos a repasar sus propiedades, qué podemos esperar de ellos, qué aspectos técnicos debemos tener en cuenta a la hora de comprar uno y contaros qué nos hemos encontrado en primera persona probando uno de los modelos más populares del mercado, el Therabody RecoveryAir.
Hay que dejar claro para todas aquellas personas que fantasean con encontrar algo que sustituya al ejercicio, que la terapia por compresión no va a producir ni los cambios ni las adaptaciones físicas que se consiguen entrenando. Sus propiedades tienen más que ver con la recuperación post entrenamiento y aliviar la sensación de piernas cansadas, por ejemplo. Pero el músculo y la resistencia nunca se mejoran sentados en un sillón, que nos quede claro.
Características y factores clave a la hora de elegir nuestro sistema de compresión neumática.
Casi todos los productos del mercado comparten el mismo diseño general: una bomba de aire y una prenda que aplica una presión progresiva e intermitente a las extremidades. Cada sistema tendrá unos tubos o conductos desde los que se envía el aire a presión, un controlador y prendas inflables de alta resistencia que suelen ser pantalones completos y/o mangas para los brazos. Las principales características a tener en cuenta en tu compra son:
- Niveles de presión. Vienen expresados en ‘mmHg’ que quiere decir milímetros de mercurio, una medición de presión estándar que viene heredada de los primeros indicadores precisos de presión, pero no pienses que hay mercurio circulando por estos aparatos, es aire. Cada sistema tiene su propio nivel de presión, pero la mayoría de los rangos están comprendidos entre los 20 milímetros de mercurio y el rango final de unos 130 milímetros. Casi todos los dispositivos se pueden ajustar hacia arriba y hacia abajo en función de la comodidad y capacidad de cada usuario para soportarlos.
- Patrón secuencial. Los sistemas de compresión neumática tienen un patrón de aplicación de la presión que, recordemos, es intermitente. En algunos casos la duración de este patrón se selecciona manualmente y en otros viene definida por el tipo de programa que elijamos.
- Diseño de las cámaras de aire. Las prendas compresivas donde están las cámaras de aire que se inflan y se desinflan tienen múltiples compartimentos para que el efecto de compresión gradual sea más efectivo. La mayoría de los sistemas actúan como un torniquete y mueven la presión, por ejemplo, desde el pie hasta el muslo o desde la muñeca al hombro.
- Tamaño y ruido de la bomba de aire. Hay que tener en cuenta que si queremos utilizar nuestro aparato de compresión mientras vemos la tele o leemos, mejor que no parezca que estamos metidos en una fábrica. En el pasado las bombas de aire eran tan ruidosas que hacían la experiencia algo desagradable, ahora este aspecto ha mejorado pero revisa esta característica no sea que acabes por no utilizar tu máquina simplemente por el ruido que produce.
- Precio. Aquí hay opciones para todos los gustos. Los sistemas más completos están por encima de los mil euros, pero puede que no nos hagan falta muchas de sus características. Valora qué necesitas, el uso que le vas a dar y si vas a acabar invirtiendo en opciones que nunca vas a utilizar. Valora mucho su portabilidad si vas a llevar tu máquina de compresión contigo en viajes. Eso sí, desconfía de precios muy bajos de marcas desconocidas.
Probando la Therabody RecoveryAir
El RecoveryAir es un sistema de grado clínico de tipo II, aprobado por la FDA y que actualmente utilizan atletas, fisioterapeutas y numerosos equipos deportivos. Este sistema ofrece una compresión neumática simplificada para un rápido uso. En este sentido es realmente sencillo e intuitivo empezar a utilizar la máquina. La bomba de aire tiene un tamaño muy reducido (un portátil medio es más ancho y largo, por dar una referencia visual), la duración de su batería totalmente cargada es de unos 360 minutos según la marca, no he podido comprobar si es así pero tras varios usos el indicador de batería sigue estando casi al cien por cien.
Las fundas se conectan a la bomba de manera muy simple y sus cremalleras hacen que se puedan poner y quitar de manera realmente cómoda. A la hora de elegir la duración e intensidad del programa, tendremos que fiarnos de nuestras sensaciones ya que la bomba de aire nos permite elegir manualmente tanto la duración total de la sesión, el nivel de presión (de 20 a 100mmHg) y la duración del intervalo de inflado/desinflado, pero no existen programas concretos predeterminados como sí es el caso de su ‘hermana mayor’, la RecoveryAir Pro. El dispositivo de inflado produce un ruido bastante contenido, podemos estar viendo la televisión o escuchando la radio sin que suponga mucha molestia. A la hora de guardarla, has de tener en cuenta que las prendas neumáticas tardan un poco en perder todo el aire por lo que abultan más si tienes que doblarlas y recogerlas inmediatamente tras su uso, así que ojo si te las llevas de viaje y decides ‘darte un repaso’ en el último momento antes de tener que guardarlas en una maleta con el espacio justo.
Además del juego de botas que viene incluido en el precio de la Recovery Air, también se puede adquirir por separado una manga de compresión para el brazo y un chaleco de compresión que, además del brazo, cubre el pecho y el hombro. El precio de este dispositivo sin ninguna oferta o descuento de la marca, es de 699€ que la aleja de los modelos más caros y la sitúa con una relación calidad precio muy aceptable.
Cómo utilizar los sistemas de compresión neumática
En términos generales deberíamos atender a un razonamiento lógico y obvio que no es otro que a mayor carga de trabajo, más necesaria es una recuperación acorde a dicho trabajo. Idealmente los sistemas de compresión automáticos deben reservarse para su uso tras entrenamientos de una intensidad superior a la habitual si queremos sentir sus propiedades, aunque no debemos entender que todo el estrés muscular está relacionado intrínsecamente con la práctica deportiva y puede venirnos muy bien una sesión después de un día en el que hemos estado mucho tiempo de pie. Teniendo esto en cuenta, con tres o cuatro veces a la semana la mayoría de personas tendrían más que suficiente. Si estás entrenando a alta intensidad más de cuatro días a la semana de manera sostenida en el tiempo, quizás lo que debes revisar es tu manera de entrenar salvo que seas atleta de élite.
En principio con programas que ronden los 30 minutos debería ser suficiente aunque, por supuesto, cada persona es diferente y tendrá que jugar con el tiempo e intensidades hasta encontrar su punto ideal. Ante la duda, lo ideal es ser conservadores y al acabar el tratamiento caminar un poco y seguir con la actividad normal. Siempre se puede aplicar una segunda sesión una hora o dos después si sentimos que no ha sido suficiente.
Precauciones
Lanzarse a utilizar un aparato de compresión sin la más mínima consideración puede no ser siempre lo más inteligente. Su uso puede estar desaconsejado en los siguientes casos:
- Alteraciones locales que puedan interferir en la acción de las fundas que transmiten la compresión, como pueden ser dermatitis, úlceras, cicatrices postquirúrgicas, quemaduras, edemas o heridas abiertas.
- Arteriopatías obstructivas importantes (ojo con personas diabéticas sin pulsos en miembros inferiores).
- Deformidad grave en la extremidad donde se va a utilizar la presión.
- Sospecha de trombosis venosa profunda en la extremidad donde se va a colocar.