Hablar de esteroides sigue siendo un tabú. En reglas generales hay dos tipos de información alrededor del uso de sustancias farmacológicas para mejorar el rendimiento deportivo o el físico de cualquier persona. El primer grupo es el formado por publicaciones muy técnicas, tanto que me atrevo a decir que las entienden únicamente los médicos y los que ya hacen uso de estas sustancias desde hace años y tienen cierta experiencia. En el polo opuesto se encuentran aquellos artículos que advierten de sus peligros y hacen una mezcla sensacionalista con la que cualquiera alejado del ejercicio acabará cayendo en el tópico de que entrenar la fuerza es igual a ser culturista y pincharse drogas. Para entender si el uso de esteroides anabólicos es algo de unos pocos o unos pocos muchos, cómo se hace, qué resultados podemos esperar y qué peligros o consecuencias acarrea, he contactado con Carlos Mejías, CEO de ‘Muscle Spain’, empresa especializada en ofrecer formación de calidad, práctica y difícil de encontrar basada en los años de experiencia de su equipo como nutricionistas, competidores de fisioculturismo y entrenadores. Una entrevista sin tapujos, sin llevarnos las manos a la cabeza y dar suspiritos fingiendo estar escandalizados. Esto es lo que hay y así os lo contamos:
Alfonso M. Arce: Carlos, antes de entrar en materia me gustaría saber si hay mucha gente haciendo uso de sustancias farmacológicas ¿Son minoría o es algo muchísimo más extendido de lo que parece? Yo tengo sensación de que es más lo segundo.
Carlos Mejías: Primero deberíamos empezar por algunos datos existentes a nivel internacional. Lo que se ve es que países con rentas bajas, como Brasil o Irán, en los que se han hecho estudios en gimnasios preguntando de forma anónima si se hacía uso de esteroides, se obtuvo una cifra de prevalencia superior al treinta por ciento en ambos países. Después podríamos hacer una distinción entre atletas profesionales y aficionados, entre los primeros se ha detectado una prevalencia de un 14% haciendo dicha evaluación mediante pasaporte biológico. Cuando hablamos de aficionados el dato recogido, esta vez mediante encuesta auto-administrada, el porcentaje asciende a un 43%, así que se puede decir sin mucho temor a equivocarnos que el consumo de sustancias para ayudar al rendimiento es algo mucho más frecuente entre aficionados que entre deportistas de élite. De hecho, hay un estudio (Parkinson y Evans, 2006) llevado a cabo con 500 consumidores de esteroides anabolizantes que mostró que el 78.4% de esta muestra no era deportista ni competía en culturismo, entrenaban de forma recreativa.
Aquí en España no hay tanta investigación. Calatayud por ejemplo publicó uno de sus trabajos que afirmaba que en estudiantes valencianos la prevalencia del consumo de sustancias anabolizantes era del 3,3%. Este dato puede parecernos muy bajo pero la clave está en que la muestra se tomó en personas menores de dieciocho años. En los Estados Unidos también se ha hecho un estudio así y se detectó que en alumnos menores de dieciséis años la prevalencia era de un 6,6%.
Alfonso M. Arce: Y esto en general, si hablamos de disciplinas concretas la cosa se disparará ¿no?
Carlos Mejías: Efectivamente, en disciplinas como el powerlifting en torno al 70% de los practicantes admiten haber usado en algún momento sustancias anabolizantes. En los deportes de fuerza, y sobre todo en los que no haya controles, por supuesto que es mucho más fácil que aparezca el uso de fármacos. Cuando la disciplina está mucho más profesionalizada y donde hay fuertes controles antidopaje baja mucho más el consumo, es evidente.
Alfonso M. Arce: Para no estigmatizar a las sustancias en sí, son fármacos que pueden tener un uso justificado ¿no es así?
Carlos Mejías: Casi todas ellas se crearon principalmente para el tratamiento del cáncer de mama y la caquexia, que es una pérdida muy agresiva de la masa muscular derivada de tratamientos médicos o enfermedades crónicas como el propio cáncer. Los fármacos de testosterona inicialmente se crearon para personas que por uno u otro motivo no la producen, al igual que en la mujer está lo que se denomina menopausia, en los hombres existe la andropausia; al margen de que también hay personas jóvenes que por diferentes causas pueden tener un déficit en la producción de testosterona, lo cual está asociado a múltiples problemas que afectan a la calidad de vida, tales como cansancio crónico, depresión, falta de libido, impotencia o ansiedad, por ejemplo. Así que por un lado tendríamos la testosterona per se, que es un fármaco perfectamente legal, que puede tener su prescripción y justificación médica, con una posología concreta. Después tendríamos el otro grupo en el que está la Oxandrolona o la Nandrolona que tienen sus aplicaciones por ejemplo para personas con anorexia, con caquexia o tratamiento de grandes quemados.
El caso del Dianabol es distinto, este tiene sus orígenes tras la segunda guerra mundial, ya que los nazis administraban frecuentemente fármacos a sus soldados para mejorar sus capacidades físicas, como por ejemplo diferentes anfetaminas y testosterona, y aunque posteriormente fue lanzado al mercado supuestamente para el tratamiento de la sarcopenia en ancianos y grandes quemados, su objetivo era el uso como agente dopante y vencer en las posteriores luchas entre las potencias por copar los pódiums deportivos. El resto de los productos son todos medicinas enfocadas a tratar alguna enfermedad. Por ejemplo la testosterona y la Nandrolona se utilizaban hasta hace treinta o cuarenta años en pacientes con anemia, en pacientes con enfermedad renal terminal; tengamos en cuenta que estas sustancias entre otras cosas aumentan el nivel de glóbulos rojos y como los riñones de este tipo de pacientes ya no funcionan bien han perdido capacidad para crear eritropoyetina, que es la que estimula la síntesis de estos glóbulos rojos. Se suministraban este tipo de sustancias porque no había nada más en ese momento, este aumento de los glóbulos rojos mejoraba la calidad de vida de esas personas y disminuía la tasa de mortalidad. Posteriormente se inventó la eritropoyetina, más conocida como el EPO por algunos escándalos deportivos que ha habido sobre todo alrededor del ciclismo y se sustituyó en el tratamiento a estos pacientes.
Pero sí, es importante recalcar que prácticamente todas son sustancias creadas para otros objetivos, lo que ocurrió es que al observarse los efectos que tenían sobre la masa muscular, muchísimos atletas o sus preparadores pronto se dieron cuenta del potencial que tenía.
Alfonso M. Arce: Aun cuando sea necesario por prescripción médica hay cierta estigmatización ¿Es así?
Carlos Mejías: A día de hoy se puede decir que tanto a nivel médico como social el uso de sustancias anabolizantes está peor visto que el consumo de la heroína o la cocaína por ejemplo; y esto no son percepciones personales, sino datos reales ya que en encuestas que se han hecho a médicos preguntando qué es lo que peor valoran del consumo de sus pacientes resulta que el producto que ocupa el número uno son los anabolizantes. Cuando nos vamos a los datos de mortalidad derivados del consumo de anabolizantes, pues resulta que están muy por debajo del alcohol, el tabaco, la cocaína, heroína, etc.
Está tan mal visto que llega un punto en el que un hombre que tenga un problema físico por el cual necesite un tratamiento médico de testosterona, puede que tenga que pasar por una auténtica odisea para conseguir su medicación de una manera normal y corriente en una farmacia. Esta dificultad es doble, la primera en obtener ese tratamiento, después la de conseguir el fármaco.
Alfonso M. Arce: Pero ¿tiene sentido apoyarse en la farmacología tan pronto? Al principio citabas estudios que han estudiado el consumo en menores de dieciséis años ¿No se necesita una base previa?
Carlos Mejías: En cuanto a si se comienza pronto, el problema de los anabolizantes es que funcionan y funcionan muy bien y eso es incuestionable. Para demostrar esto se hace siempre referencia a lo que se conoce como ‘el grupo de trabajo de Shalender Bhasin’ que son una serie de investigadores que a día de hoy tienen el mayor número de trabajos en torno a sustancias farmacológicas, principalmente testosterona, administrados a dosis muy altas. Uno de los trabajos que más repercusión tuvo fue el que dividió una muestra en cuatro grupos: dos grupos iniciales en los que uno usaba testosterona y otro no. Estos a su vez se subdividieron cada uno en otros dos, unos entrenaban y otros no. Tras diez semanas se observó que el grupo que tomaba testosterona, pero no entrenaba obtuvo más ganancias de masa muscular que el grupo que entrenaba, pero no consumía testosterona. Claro decirle a alguien que sin entrenar va a tener más resultados que quien entrena, solo por el hecho de consumir esto o aquello, pues es muy tentador. Ojo, esto es real en una persona principiante, conforme vas avanzando los fármacos te cubren cierto margen de error, pero ahí sí que empieza a haber diferencias entre quienes cuidan su entrenamiento, su dieta, su descanso y en definitiva toda su planificación a quienes creen que solo pinchándose van a progresar indefinidamente. Hay unas limitaciones genéticas que pueden suplirse, pero los fármacos pueden incrementarse solo hasta cierto punto.
Nosotros cuando vemos una persona aplicada, que entrena como si no hubiese un mañana, que si le dices que se tome una piedra se la toma y que su vida gira en torno a su progreso, avanzan mucho más rápido tomando dosis mucho menores que otros que lo confían todo a los fármacos y no llevan el control del resto de parámetros. Algo que también ocurre es que cuando se sabe muy poco de algo no somos conscientes de nuestra propia incompetencia, es el llamado efecto Dunning-Kruger. Entra una persona en el gimnasio y dice ‘esto es muy fácil, hago esto, como aquello y me meto un pinchacito’. Cuando una persona empieza a hacer uso de una sustancia androgénica y no tiene control real de todo lo demás al principio tendrá sensación de que va muy bien porque los progresos son rápidos, pero pronto dicha progresión se va a tornar más que deficiente porque el resto de factores son mucho más complejos y mucho más importantes de lo que la gente se piensa.
Alfonso M. Arce: Vale, pongamos que quiero probarlo, no nos andemos con rodeos ¿Qué podría hacer yo para iniciarme con los ciclos si yo de esto no sé nada ni a quién acudir? Y me gustaría no meter la pata ¿Cómo lo hago?
Carlos Mejías: Es una pregunta bastante extensa. Evidentemente lo primero es la prescripción y aquí hay varias opciones, porque sí, vale, puedes coger e ir al tío más fuerte del gimnasio a preguntar, pero eso es lo mismo que si estás en una discoteca y te acercas a un desconocido a preguntarle por lo que sea, igual te equivocas. La prescripción es algo mucho más sencillo de lo que puede parecer, la vía más habitual de venta es Telegram donde hay grupos perfectamente accesibles en los que entras preguntas y pides lo que tú quieras, sin más problemas. Recientemente nos hemos encontrado en Muscle Spain con un problema de suplantación de identidad e infracción de derechos de autor en redes sociales, hablamos con la Guardia Civil y nos decían que no podían hacer nada; cuando tienes un problema en Telegram tú tienes que hacer todo el trabajo de investigación y dar todo ‘mascadito’ a la policía. En este caso fue una empresa que cogía todos los contenidos de nuestra academia tal cual y los ofrecía vía Telegram como si fuéramos nosotros. Al final lo conseguimos tumbar, pero costó lo suyo. Otra vía de acceso es páginas web, pero no te las imagines como algo oscuro, tienen su carrito de compra, su atención al cliente, pides, pagas y tienes tu número de seguimiento y al día siguiente o poco más llega todo a tu casa. La otra vía de compra es ir a una persona física que te lo trae, pero normalmente él o ella lo que está haciendo es comprar en estos grupos o tiene un contacto directo con alguna persona que lo produce o distribuye, y luego te lo vende a ti directamente con un recargo.
Alfonso M. Arce: Vamos que cuando se habla de economía sumergida, tampoco es que esté en las profundidades…
Carlos Mejías: Te contaré una anécdota muy significativa de hace ocho o nueve años. Yo tuve un problema de acceso a la testosterona que tengo que tomar para mi tratamiento médico, yo iba a las farmacias con mi receta y no había. Como no había manera acabé acudiendo a una persona del gimnasio que básicamente se dedicaba a estas cosas y me dijo ‘pues mira, justo tengo 10.000 cajas de
Testex Prolongatum’ que es el nombre del medicamento que yo necesitaba y que comercializaba Q Pharma. Supuse que eran falsificaciones y cuando me enseñó la caja me fue fácil identificar que no lo era dado que yo en ese momento tenía un tratamiento médico y tenía que comprarlo periódicamente, así que yo sabía cómo iban los números de lotes y las fechas, con esta información de hecho se puede detectar cuándo estás comprando una falsificación de un medicamento de farmacia, porque suelen utilizar un mismo número de lote o un lote antiguo. Me di cuenta de que esta persona había obtenido 10.000 cajas de Testex reales. Posteriormente cuando hubo de nuevo stock en farmacia, pude comprobar como el número de lote coincidía con el número de lote que yo había comprado a esta persona. Esto quiere decir que de alguna forma salieron decenas de miles de dosis directamente al mercado negro.
Alfonso M. Arce: Pero eso es una pasta ¿no?
Carlos Mejías: Muchísimo, el coste de producción de una cajita es de aproximadamente unos veinte céntimos para la empresa que lo fabrica. En la farmacia se vende a cinco euros. Por darte otro ejemplo, Arimidex, que es un tratamiento para el cáncer de mama, una caja cuesta menos de un euro, casi vale más la caja que el principio activo, eso se vende luego a sesenta Euros.
Alfonso M. Arce: Y sin ese control de los números de lotes y demás ¿Cómo puedo saber si me están vendiendo falsificaciones adulteradas?
Carlos Mejías: Cuando se quieren hacer las cosas bien, lo suyo es acudir a una empresa como ‘Energy Control’, especialistas en el análisis de sustancias estupefacientes y a quienes cualquiera puede enviar una muestra de alguna sustancia y que la analicen a un precio de unos 30 euros. Básicamente se avisa a un laboratorio acreditado que se le va a enviar una sustancia ‘x’ y ellos te analizan realmente qué hay en ese compuesto y si se ajusta a lo que dice en su envase. También vale para realizar verificaciones, especialmente a nivel de contaminación ya sea bacteriana o con otros principios activos. Lo malo es que esto no es lo que se hace en la gran mayoría de los casos, en términos generales la gente pregunta ‘qué es lo que va mejor’ y lo que les dicen que va mejor, pues es lo que se meten.
Alfonso M. Arce: Y entre todo lo que puedo encontrar en el mercado ¿Qué elijo?
Carlos Mejías: Hay varias cosas a tener en cuenta. Lo primero es evidentemente la práctica deportiva, en los deportes de fuerza en los que hay que tener un rendimiento en un corto periodo de tiempo uno de los factores más importantes es la masa muscular, que tiene una correlación casi perfecta con la fuerza, en este caso las sustancias tendrían que ser las que contribuyen a ese desarrollo del tejido musculo esquelético. Básicamente aquí hablamos de los esteroides anabólico androgénicos y los SARM’s o moduladores selectivos de los receptores androgénicos. Si el perfil del deportista es más de resistencia en este caso hablamos de sustancias que mejoren la capacidad respiratoria, o aquellas que faciliten el uso de la grasa como fuente de energía, estas últimas no tienen un objetivo estético simplemente buscan una aparición más tardía de la fatiga al conseguir reducir el consumo de glucógeno. En este grupo estaría el famoso Clembuterol, o el AICAR, el Cardarine, el Mildronato (el archiconocido Meldonium)… que son sustancias que por diferentes vías ayuda a retrasar la aparición de la fatiga. Así que en función a si es fuerza o si es resistencia, la persona tira por uno u otro camino. Por ejemplo, a un ciclista no le interesaría utilizar testosterona porque, aunque le puedan subir los glóbulos rojos, subirá su peso y eso le va a venir mal, por ello se utiliza la eritropoyetina o EPO. Aunque suene duro decirlo, cuando te vas metiendo en el mundillo de cada deporte no tardas mucho en saber qué funciona para tu disciplina, ellos te van orientando. Es así de sencillo.
Alfonso M. Arce: Impacta escuchar que sea así de fácil
Carlos Mejías: Pues es que es así de sencillo, cuando se ve desde fuera parece que va a ser algo muy complicado o que no hay manera de saber cómo hacerlo, pero cuando entras en el círculo es como el que va al estanco a comprar tabaco. No hay más.
Alfonso M. Arce: Pero habrá un momento en el que más no es mejor ¿Dejarlo es fácil?
Carlos Mejías: Primero hay que decir que las sustancias anabolizantes sí producen una dependencia, tanto psicológica como física. Psicológica porque te ves fuerte, progresas muy bien, consigues tus objetivos…y si lo dejas, frenas esa progresión y nadie quiere sentir eso. En el plano físico en el momento en que las dejes es muy posible que sientas cansancio o depresión, esto es independiente a cómo te veas en el espejo, tengamos en cuenta que cuando hay un subidón hormonal te sientes pletórico, como si tuvieses quince años, te encuentras con energía, te sientes bien, la libido perfecta, quieres hacer cosas. Al quitar la ayuda vuelve la cruda realidad, no es una adicción como el mono de los drogadictos que te puede matar, pero también es una adicción física. Cuando alguien quiere empezar con este tipo de sustancias yo siempre le hago la misma advertencia: ‘tú eres consciente de que una vez que haces pop no hay stop ¿verdad?’. Eso de voy a probarlo o lo voy a utilizar en un momento puntual para el verano no es verdad, porque lo vas a probar te va a dar resultado, te vas a sentir bien y vas a querer más y más y más. Son sustancias adictivas, es complejo dejarlas. Te voy a poner un ejemplo exagerado pero muy claro. Si tomando estas sustancias consigues tener el cuerpo de Cristiano Ronaldo y si las dejas de tomar te conviertes en Alberto Chicote ¿crees que es fácil parar?
Alfonso M. Arce: Y cuánto tardaría en notarlo si me lanzo a probarlo, suena a que es bastante inmediato ¿Es así?
Carlos Mejías: La llegada de los resultados es algo paulatino, para que se entienda bien una persona que no utilice nada igual puede llegar a ganar cincuenta gramos de masa muscular a la semana, y una persona que utilice estas sustancias igual puede ganar trescientos gramos a la semana, esto a las diez o doce semanas conlleva unos cambios muy evidentes. Con la pérdida de grasa ocurre tres cuartos de lo mismo, la ruta normal para perder grasa es tener una dieta hipocalórica que te lleva a un déficit con el que se consigue que el cuerpo queme grasa, el tema es que lo normal en esta circunstancia sea que, por ejemplo, cada semana pierdas trescientos gramos de grasa y veinte gramos de masa muscular, con estas sustancias puedes llegar a perder seiscientos gramos de grasa y resulta que no solo no pierdes masa muscular, sino que igual ganas cien. Hablamos de dos velocidades, de manera natural el proceso es lento mientras que utilizando ayudas externas el progreso es muy rápido y además hace perfectamente posible una de las cosas más difíciles que hay, que es ganar masa muscular cuando estás perdiendo grasa. Cuando se compara uno versus otro en la primera semana igual no ves nada. En veinte semanas, no hay color.
Alfonso M. Arce: Entonces ¿Nadie para o descansa en algún momento?
Carlos Mejías: Si hablamos de personas que se mueven al más alto nivel, que no tiene por qué ser de competición deportiva, también hablo de las grandes caras de las redes sociales y demás, muy dependientes de su físico, no paran. Le dan hasta que el cuerpo aguante. Cuanto más alto es el nivel de la persona que utiliza sustancias para ayudarse más impactará en su resultado el dejarlas porque normalmente este perfil lleva todo muy controlado, también su alimentación y sus entrenamientos y su descanso, notan cualquier cambio. A una persona de nivel medio se le notaría menos. Hay que tener en cuenta que los tres pilares son el entrenamiento, la nutrición y el descanso, el cuarto pilar serían las ayudas externas, cuanto más fuertes sean los tres primeros menos dependiente eres del cuarto.
Alfonso M. Arce: Vamos a abrir los ojos a la gente. Cuando se publican las rutinas de ejercicios que ha seguido un actor para transformar su cuerpo para la siguiente película ¿es posible conseguirlo de manera natural?
Carlos Mejías (sonriendo de oreja a oreja): Te propongo algo muy simple, puedes ver una competición regional de cualquier asociación de culturismo natural, en España la más importante es la WNBF, si ves los físicos de los hombres y mujeres que suben a competir ahí tras muchos años dedicándose en cuerpo y alma a ello, verás que no difieren mucho a los de algunos actores que se transforman para una película en un periodo de cuatro o cinco meses ¿De verdad alguien se cree que esto se consigue con unas rutinas fantásticas y una dieta? Igual hay alguien tocado por la genética que tiene esa facilidad, pero eso es uno entre miles y miles. Hay actores que en ocho meses se ponen en una masa muscular que mucha gente no es capaz de conseguir en toda su vida de manera natural.
Alfonso M. Arce: Hasta ahora todo parece bonito, hasta apetecible, pero hay riesgos. Háblanos de ellos sin dramas.
Carlos Mejías: Mucha gente te hace la pregunta más evidente: ¿Esto tiene efectos secundarios? Creo que la pregunta más concreta sería ‘¿me estás preguntando si abusar de drogas tiene efectos perjudiciales para la salud?’ Porque creo que no hace falta ni responderlo, es evidente que sí. Lo raro es que respondes que sí y la gente se sorprende.
De menos a más, los primeros efectos secundarios son la ginecomastia, que es el agrandamiento de una o ambas glándulas mamarias en el hombre, el Acné y la infertilidad. El acné es algo puramente estético, ginecomastia se puede operar y la infertilidad es una puñeta pero no te va a matar. Estos efectos secundarios son muy habituales, casi del cien por cien, pero más allá de sus inconvenientes, no suponen un riesgo para tu vida.
Los riesgos reales tienen mucho que ver con lo que se denomina el ‘síndrome de la rana hervida’ una analogía que se usa para describir lo que nos ocurre cuando un problema avanza de manera tan lenta que sus daños se perciben como a largo plazo o incluso no percibirse. Al no haber consciencia del riesgo, no reaccionamos y cuando queremos hacerlo ya es tarde. Este fenómeno se da mucho con las enfermedades del mundo moderno, las enfermedades de la abundancia; la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia… enfermedades que a duras penas tienen síntomas, lo que tienen son signos medibles por el médico, pero este tipo de patologías cuando dan la cara es porque la enfermedad está muy avanzada u ocurre algo raro. Con el uso de esteroides a nivel de salud se produce un aumento de la tensión arterial, un aumento de la glucemia, la glucosa en sangre, y el otro sería el aumento del colesterol. También tenemos algunos efectos secundarios a nivel del músculo cardíaco, el corazón se hace más grande y late peor, también pueden producir tejidos fibrosos que acaban por no dejar que se conduzca bien los impulsos eléctricos entre los ventrículos del corazón provocando arritmias, que pueden ser detonantes de lo que se conoce como muerte súbita.
A nivel renal se produce una esclerosis del riñón, es decir, el riñón tiene unos filtros y poco a poco se van deteriorando y con el paso de los años va empeorando la función renal del riñón hasta que la persona si no actúa en consecuencia puede acabar en diálisis y entrar en lista para el trasplante renal. También puede haber problemas en el hígado, aunque en estos casos son efectos secundarios más raros, pero pueden dar lugar a adenomas en el hígado. Son unos pequeños tumores que son benignos, pero afectan a las funciones de este órgano.
También afecta al tiempo de reacción, con el uso de anabolizantes hay un aumento en el tiempo de reacción, se han hecho test simplemente con la velocidad a la que se responde haciendo click con un ratón. Con el paso del tiempo esta ralentización puede estar asociada a la aparición de problemas de tipo neurodegenerativo como la demencia o el alzheimer.
El aumento de la glucosa nos apunta hacia la diabetes, el aumento de la tensión arterial y aumento del colesterol. Muchas personas se hacen una analítica que les da unos datos normales, pero claro cuando se la hacen es cuando están fuera del ciclo de sustancias farmacológicas y lo normal es que en ese momento salga bien. Durante el ciclo se produce un aumento muy drástico del colesterol LDL, el malo, y una disminución muy acusada del colesterol HDL; el bueno. Esta alteración es tan notoria que, aunque el tiempo de uso sea de dieciséis semanas, es normal que acabe conllevando acumulación de placa arterial. Este fenómeno a lo largo de los años acaba con una generación de placa arterial muy grande con los riesgos que esto conlleva y aparecen las personas que sufren infartos o que tienen que implantarles un ‘stent’. Estas cosas en una persona de cincuenta años, obesa, que no hace deporte, que bebe y fuma te lo puedes esperar, pero cuando todo esto le ocurre a alguien de treinta años con un aspecto de deportista de élite, pues es más que preocupante. Encontrarte a chavales de veintipico años en diálisis por el uso de anabolizantes no deja de sorprender, y esto no se enseña en las redes sociales. Cuando les ocurre a estas personas simplemente se retiran y no quieren volver a saber nada de este mundillo nunca jamás o, en el peor de los casos, mueren por el camino.
Y con esta cruda realidad acabamos nuestra entrevista. Nuestra reacción más inmediata puede ser la de caer en la crítica sin reparos hacia el uso de estas sustancias, pero creo que la auténtica censura debería ser a todas aquellas personas que intentan vender y convencer de que sus cuerpos son fruto de una rutina full body mágica, una combinación perfecta de batidos detox (que ellos y ellas venden con un descuento, claro) y una dieta equilibrada rica en verduras. Todo tiene un precio, absolutamente todo. Algunos cuerpos no solo pagan dicho precio sacrificando antojos gastronómicos y sudando mucho en el gimnasio, también lo hacen arriesgando su salud de manera grave ¿Merece la pena? Es una decisión personal, pero tómala con toda la información.
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