Es habitual escuchar como muchas personas son indulgentes consigo mismas diciendo eso de “por una copa de vino no pasa nada”. Hay quien afirma que es hasta bueno. Al mismo tiempo se vuelven medio locos si la leche de su café no es desnatada. Todos queremos ver resultados con nuestra dieta, queremos ir al gimnasio y vernos más delgados y fuertes en poco tiempo. Al mismo tiempo, nos negamos a renunciar a esa salida con amigos donde una copa es lo mínimo que suele caer ¿Debemos renunciar a una cosa si queremos la otra? Como siempre la elección es personal, pero repasemos la realidad para ayudar en tu decisión:
El alcohol desde un punto de vista calórico:
Hay una realidad, el alcohol está repleto de calorías, la cuestión es el enorme rango existente en función a lo que bebas. Desde un chupito de un licor sin nada más, a la peor opción que serían los combinados, podemos movernos de las 70 a las 400 calorías por bebida. Si echas las cuentas, verás que de manera muy fácil y teniendo solamente en cuenta las calorías, el alcohol puede suponer un freno en tus resultados de pérdida de peso. Si ese es tu objetivo, no lo dudes, el alcohol te está afectando.
Si por el contrario eres de los que estás buscando incrementar tu volumen muscular, puedes pensar que esas calorías extra te vienen bien. En ese caso debes recordar tu cuerpo no va a utilizar las calorías del alcohol para reconstruir tejidos musculares, es más, el final del alcohol será el de convertirse en grasa corporal.
El alcohol desde un punto de vista hormonal
También existe un impacto en los niveles de testosterona ya que al entrar en alcohol en el organismo, la producción de testosterona se interrumpe. Además del perjuicio general en términos de capacidad de ganancia muscular, también influye en que te sentirás más débil y con menor motivación. Esta combinación, como mínimo, tendrá impacto en tu capacidad de conseguir resultados.
El alcohol desde el punto de vista de la recuperación
Creo que a nadie hace falta explicar que el día después de una noche en la que “se te ha ido la mano”, es un día muy complicado. Muy complicado en general, no hace falta que hagas nada más que ir de tu cama a la cocina. De ir al gimnasio mejor ni hablar.
Cuando el alcohol entra en tu organismo, hay una serie de procesos que se paran porque la eliminación de dicho alcohol pasa a ser una prioridad para tus órganos. Entre estos procesos que pasan “a la cola”, también está la síntesis de proteína que básicamente es la que generará la recuperación y mejora de tus tejidos musculares.
Que no te extrañe lo más mínimo que si al salir del gimnasio te vas a tomar unas cervecitas, tu recuperación sea más lenta y te cueste más al día siguiente volver a entrenar. Recuerda que donde nos ponemos fuertes es fuera del gimnasio y no en él.
Es fácil concluir que el alcohol sí, siempre, tendrá un impacto en tus resultados. Si bien su consumo muy de vez en cuando tampoco debe suponer una diferencia, reconsidera si ese consumo moderado diario o el más “duro” del fin de semana debería ser lo primero que debes cambiar en tus hábitos.
Que la fuerza te acompañe.
NutriciónSalud