Si eres habitual de los gimnasios, seguro que te es familiar la imagen de algún aguerrido ser musculoso, o no tanto, que parece un chorizo de Cantimpalos gracias a un ancho cinturón que lleva apretado hasta perder el aliento. Es el famoso cinturón lumbar, un complemento sobre el que hay una importante controversia en el mundo del fitness.
Este elemento es muy utilizado por atletas de halterofilia, powerlifting, strongman, crossfit y otras disciplinas en las que se realizan ejercicios con importantes cargas o esfuerzos. Imitar a las estrellas a veces nos lleva a tomar decisiones que no necesariamente son las adecuadas para nosotros y el cinturón lumbar no es la excepción. Lo que puede ser imprescindible para unos, igual es perjudicial para ti.
Salvo que seas un atleta de élite, que compitas o que tengas algún tipo de lesión que haya hecho que tu médico te prescriba específicamente el uso del cinturón lumbar, yo te recomendaría que no lo utilices. Esto no significa que no cumpla su función o que no valga para nada. Vamos a ver para qué vale y para qué no y por qué, en líneas generales y para la amplia mayoría de las personas, no es recomendable.
¿Por qué se utiliza el cinturón lumbar?
Hay una sensación general de que el cinturón vale para poder levantar pesos que sin él no serías capaz y que asegura una protección de los discos lumbares frente a una lesión. Ambas afirmaciones no son correctas o al menos no del todo:
- El cinturón no te va a convertir en alguien más fuerte, si no puedes con un peso sin él, no podrás con él puesto. La cuestión es que el cinturón puede transmitirte una sensación de seguridad para hacer un esfuerzo que normalmente no harías.
- Realmente si tu core es débil, un cinturón no te va a proteger de una lesión. Digamos que debes llegar con los deberes hechos o esa aparente firmeza que sientes con el cinturón puesto, será una trampa peligrosa para tu salud.
Cuando alguien se dispone a hacer un gran esfuerzo, aguanta la respiración y contrae el torso. Este gesto casi mecánico genera una presión interna que ayuda a tener tu core preparado para soportar dicho esfuerzo. Es así como podemos levantar pesos de una manera eficiente sin hacernos daño, o al menos intentarlo, ¿en qué interviene el cinturón en todo esto? El cinturón lumbar te va a dar un señal propioceptiva que ayuda a conseguir una tensión mayor en tu core ya que sientes que “aprietas contra algo”. No es que el cinturón esté directamente sujetando tu espalda, es que te ayuda a que lo puedas hacer mejor. Es una explicación un poco burda y reduccionista, pero evita dar un montón de vueltas a mil conceptos que al final solo consiguen confundir y generar dudas.
¿Por qué no es recomendable utilizarlo en general?
Si no haces levantamientos pesados, no tiene mucho sentido. Ir pesado no significa que te cueste. Cuesta levantarse de la cama y no por eso nos compramos una grúa para que lo haga por nosotros. Suponiendo que estés empezando a sentirte fuerte o a estarlo de manera objetiva, ten en cuenta que:
- El cinturón lumbar supone un extra de tensión nada saludable para el suelo pélvico. Este punto es bastante fundamental para los detractores del cinturón y con razón. No tiene sentido que protejas tu espalda y a cambio te provoques un prolapso a base de hacer el burro.
- Puedes ponerte fuerte y mucho sin llegar a ese peso en el que sientes la necesidad del cinturón. Baja peso y busca alternativas de intensidad: más repeticiones, fases concéntricas o excéntricas lentas y un largo etcétera de variantes que te puede dar tu entrenador.
Si aun así quieres utilizarlo debes saber que el cinturón tiene su función cuando se utiliza en sentadillas, pesos muertos y press de hombro, además de en los levantamientos de halterofilia. En general ejercicios de barra que implican grandes cargas.
Hay una última opción que desde luego no te recomiendo en ningún caso y es convertirte en fantasma del castillo reubicado en un gimnasio. Paseos de palomo de lado a lado, con un cinturón bien apretado y sentarte en una máquina para hacer jalones al pecho gimiendo extrañamente, solo te permitirán hacer el ridículo sin ninguna transferencia de protección o fuerza a tu ejercicio.
Todo a su tiempo. En su justa medida y con sentido común. Que la fuerza te acompañe.
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