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Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

Buenas noticias para quienes detestan el gimnasio: también puedes entrenar la fuerza

Ser cada día más fuerte no implica vivir pegado a unas pesas.

Buenas noticias para quienes detestan el gimnasio: también puedes entrenar la fuerza
Alfonso M. Arce el

Todos tenemos estereotipos. Es inevitable. En muchas ocasiones son muy útiles para hacer un chiste fácil que todo el mundo entienda o para ahorrarnos muchas explicaciones en una conversación superficial. Sobreentender que algo es de una manera está integrado en nuestras vidas. Admitamos haciendo un examen de conciencia que, en la mayoría de los casos, esa presunción se realiza desde el desconocimiento absoluto.

Para muchos, un entrenamiento de fuerza está ligado a encerrarse en un gimnasio repleto de barras, discos y artilugios de difícil descripción. Gente literalmente hinchada, gruñendo y con la cara roja como un tomate. El recurso visual que utilizaríamos en cualquier medio de comunicación para ejemplificar qué es la fuerza sería ese: un “ser” muy musculado levantando una mancuerna.

Imagen estereotipada del significado de “fuerte”

No es de extrañar que muchas personas no se identifiquen con ese estereotipo, que llegue incluso a generarles un rechazo y afirmar con rotundidad “eso yo, nunca”.

Igual que hablamos de una fuerza de voluntad, que todos entendemos que existe aunque no se toque ni se vea, la fuerza física no tiene una única cara y no siempre se puede ver y tocar bajo la forma de músculos vasodilatados y aroma de hierro mezclado con poca ventilación. Vamos a asomarnos a otras caras de la fuerza. Son solo algunos ejemplos de los muchos que hay y que no se encuadran en el gimnasio tradicional que imaginamos:

Los sherpas

Quienes han tenido la oportunidad de conocerles no dudan en calificarles como los hombres más fuertes del mundo. Su capacidad para llevar enormes cargas bajo condiciones extremas de frío o nieve a una altitud en la que respirar es ya un esfuerzo, son una demostración de fuerza más allá de lo imaginable.

La calistenia

Si sientes que el Everest queda un poco lejos, mira bien en los parques de tu ciudad. Puede que encuentres a un grupo de personas colgadas de maneras inverosímiles de barras o elementos que les permitan retarse a medir el manejo de su propio peso corporal en un delicado equilibrio entre la fuerza y la técnica.

Frank Medrano, un referente mundial en calistenia

Levantamiento de piedras

Puede que tus pretensiones necesiten de algo más conectado con tus ancestros. Probablemente la imagen de un levantador de piedras se ajusta más a lo que entiendes por fuerza. Y lo es, son muy fuertes. Y no te dejes engañar con la imagen, también hay mucha “maña” en saber levantar semejante peso sin disponer de ningún agarre o asidero para hacerlo.

Fragmento de la película documental “Stoneland”

Podríamos seguir con innumerables ejemplos, pero vamos a darle la vuelta a estas tres caras de la fuerza. Nadie se atrevería a decir que alguno de ellos no es fuerte. Bien:

  • Dale a un sherpa una piedra de 250 kilos y pídele que la eleve desde el suelo a su hombro. Es posible que no pueda ni moverla.
  • Pide a un levantador de piedras que se ponga a hacer dominadas en una barra. Los resultados suelen ser desastrosos.
  • Carga a un practicante de calistenia con una mochila de 40 kilos de peso y pídele que suba una fuerte pendiente.

El enfoque que des a tu entrenamiento para ganar fuerza muscular puede adoptar mil formas. Hay disciplinas para todos los gustos, puedes no ver un gimnasio en tu vida, puedes entrenar en plena naturaleza o en el salón de tu casa. Entiende que el beneficio que obtengas repercutirá de manera positiva en otras actividades, deportivas o no, que sean importantes para ti. Busca lo que mejor se adapte a tus circunstancias, si eres neófito ponte en manos de un entrenador personal o un profesional de la salud que te guíe y marque objetivos para tus primeros pasos o te sentirás perdido y sin saber por dónde empezar. Recuerda que simples ejercicios como las sentadillas o los fondos, por nombrar alguno; y elementos tan sencillos como un kettlebell o unas bandas elásticas te pueden dar un sin fin de posibilidades.

Levantar una roca puede parecer algo ajeno a nuestras vidas. Levantar a un nieto por los aires para arrancarle una sonrisa queda mucho más cerca. Y siempre, siempre, necesitarás que la fuerza te acompañe.

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Salud

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