Existen dos elementos esenciales que se han convertido en pilares transversales para todas las organizaciones interesadas en mejorar sus estrategias de negocio: los datos y las métricas.
Los datos, porque la información es uno de los activos más valiosos de una compañía, pues es la radiografía que permite visualizar la situación y el comportamiento de sus diferentes departamentos, y diagnosticar las medidas adecuadas para crecer y avanzar hacia la excelencia empresarial. Y las métricas, porque, efectivamente, esos datos no sirven de nada si no podemos interpretarlos y reportarlos para transformarlos en inteligencia de negocio.
Poder medir y evaluar es lo que proporciona el contexto adecuado para saber si lo estamos haciendo bien o si podemos mejorar, y permite diseñar las estrategias y tomar las mejores decisiones.
Pues bien, esto, que como decíamos es totalmente transversal a todo tipo de empresas, sea cual sea su sector de actividad, también aplica a la gestión de la sostenibilidad. Y la tecnología resulta fundamental para poder compilar, medir y reportar toda la información de una compañía en lo que respecta a su contribución al desarrollo sostenible.
En la Década de Acción, que así se ha llamado a estos últimos años que quedan para llegar a 2030, la fecha que Naciones Unidas ha establecido como destino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las empresas deben comprometerse con esta hoja de ruta porque así se lo reclaman sus grupos de interés. Desde los accionistas hasta sus clientes o consumidores, pasando por sus empleados, sus proveedores y la sociedad en su conjunto.
Por ello, deben adoptar estrategias con criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (conocidos como ASG o ESG), y deben llevar a cabo un seguimiento de todos los datos derivados de ellas para identificar riesgos, oportunidades y posibilidades de mejora de sus prácticas sostenibles. En este sentido, existen ya herramientas tecnológicas adaptadas a las normas internacionales en materia de ESG y que, además, incorporan los estándares e indicadores de medición de estos datos.
Una de ellas es la plataforma APlanet Sustainability, que permite monitorear y medir los resultados del plan de sostenibilidad de la organización a partir de indicadores vinculados a los ODS y a los KPI que establezca cada compañía. La reducción de la huella de carbono, la energía consumida procedente de fuentes renovables, el volumen de materiales reciclados, las medidas de igualdad de género o de conciliación… Todo esto puede recopilarse desde los diferentes departamentos, consolidarse y convertirse en datos medibles con ayuda de la tecnología. El sistema almacena los datos actualizados en tiempo real, y es capaz de detectar irregularidades y de incorporar documentos que evidencian los datos recogidos, aumentando la fiabilidad de la información.
Toda esa información se transforma después en informes de reporting para dar cuenta de la actividad de la compañía al comité de dirección, así como para compartir los resultados con sus grupos de interés. Poder llevar a cabo todo este proceso de recogida, medición y reporting de forma automatizada consigue, además, un importante ahorro de tiempo y una notable reducción de la carga administrativa.
El green data como herramienta clave para los estados
Si nos salimos del entorno empresarial, también en el ámbito de las administraciones públicas el big data es fundamental para diseñar las políticas públicas orientadas a la sostenibilidad. De hecho, ya se habla del concepto “sustainable data” o “green data”, que consiste en recopilar datos masivos relacionados con el medio ambiente y el cambio climático (incendios, sequías, inundaciones, terremotos y demás fenómenos físicos) y cruzarlos con los relativos a la actividad humana (uso del transporte, consumo de electricidad por hogar, porcentaje de basura que se recicla, etc.).
El Programa Copernicus de Observación de la Tierra de la Unión Europea es uno de los principales generadores de green data del planeta. A partir de la observación de todo lo relacionado con el medio ambiente y la biodiversidad, tanto a través de satélite como mediante sistemas de medición terrestres, aéreos y marítimos, proporciona a los estados información esencial para mejorar la gestión de los recursos hídricos, la calidad del aire y, en general, la calidad de vida de los ciudadanos europeos.
Pero existen otros muchos programas internacionales que aportan datos masivos sobre las energías renovables, sobre el estado de la contaminación y las emisiones de CO2, sobre el avance de la deforestación en el planeta, sobre la planificación y gestión de la movilidad en las ciudades…
En definitiva, tenemos el privilegio de contar con tecnologías capaces de darnos acceso a un mar de datos que pueden proporcionarnos un conocimiento exhaustivo de la situación de las empresas y organizaciones y del planeta en su conjunto. Ya solo nos queda adoptar medidas urgentes para ser capaces de cumplir con la Agenda 2030. No queda tanto ya, y hay que esforzarse por conseguirlo.
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