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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Retratos americanos

Retratos americanos
Pablo Delgado el
El “way of life” norteamericano ha sido modelo de imitación por parte de occidente desde que llegó a implantarse después de pasar una revolución industrial, una gran depresión y sobre todo la Segunda Guerra Mundial. Todo empezó ahí cuando la clase media comenzó a acceder a los créditos bancarios, y así, a un modo de vida en el que podía acceder a todo, una vivienda, un coche, electrodomésticos, viajes, etc. Empezaba la llamada sociedad de consumo. Además se daba en un contexto en el que el nuevo orden mundial estaba cambiando con el enfrentamiento de los Estados Unidos con la U.R.S.S. en la Guerra Fía, con episodios como las guerras de Corea y Vietnam o la crisis de los misiles de Cuba.

En este contexto el neoyorquino Garry Winogrand (1928-1984) fue uno de los fotógrafos más importantes e influyentes del s. XX, a la altura de grandes nombres como Walker Evans o Robert Frank. Tanto por el contenido de sus fotografías como por su estilo, se convierte en una de las grandes voces de la década, hasta el punto que John Szarkowski, el por entonces conservador del Museum of Modern Art, se refiere a él como el “el fotógrafo central de su generación”.
Los inicios de su carrera están ligados a su labor como fotorreportero para revistas ilustradas de difusión masiva como Life, Sports Illustrated o Look, no obstante pronto abandonará esta dedicación para centrarse en una nueva cultura fotográfica vinculada
al mundo del arte.
Para describir el mundo, Garry Winogrand crea imágenes complejas que requieren una reposada contemplación; imágenes que reproducen la vida como es, sin juicios morales, a veces dura e incluso cruel y otras irónica o simplemente  maravillosa. Y lo hace con una fotografía natural, directa, sin recurrir a manipulaciones técnicas. “No hay nada tan misterioso como un hecho claramente descrito”, afirmaría Winogrand.
A veces siento como si […] el mundo fuera un lugar
para el que he comprado una entrada.
Un gran espectáculo dirigido a mí, como si nada fuera
a suceder a menos que yo estuviera allí con mi cámara.
Retrata el devenir de las situaciones en la medida en que los conflictos influyen en la cotidianeidad de la vida americana, una sociedad que en los años 40,50 y 60 vivía bajo la apariencia y la fantasía. Durante estos años sus fotografías están cargadas de movimiento, personas, grandes planos que a lo largo de su trayectoria irá dejando de lado por una imagen más melancólica encuadrada en personajes solitarios.
Retrata el devenir de las situaciones en la medida en que los conflictos influyen en la cotidianeidad de la vida americana, una sociedad que en los años 40,50 y 60 vivía bajo la apariencia y la fantasía. Durante estos años sus fotografías están cargadas de movimiento, personas, grandes planos que a lo largo de su trayectoria irá dejando de lado por una imagen más melancólica encuadrada en personajes solitarios.
Winogrand trabajó con una energía y entusiasmo excepcionales que dio lugar a algunas de las imágenes más impactantes y conmovedoras del arte del siglo XX. Para Winogrand era mucho más interesante el acto de tomar fotografías que revelarlas, editar libros o concebir exposiciones. Cerca del final de su vida, tenía el propósito de revisar muchas de las fotografías tomadas en los últimos años y de sus obras, posponiéndol y dejando a su muerte, a la edad de 56 años, más de 6.500 carretes sin revelar con más de 250.000 imágenes que nunca vio.
La exposición se abre con las fotografías tomadas en Nueva York, desde su despertar a la fotografía en 1950 hasta 1971.

Las fotografías de esta sección son testimonios de un periodo agitado de la historia americana; la década de los 50, marcada por la recuperación tras la Segunda Guerra Mundial y en la que EEUU vive una época de crecimiento económico y un desarrollo cultural- sin olvidar episodios como la Guerra de Corea-; hasta los años de agitación sociopolítica que acompañaron a la Guerra de Vietnam, agravamiento de la “guerra fría” -con su punto de máxima tensión en la “crisis de los misiles”-, o el asesinato de Kennedy, entre otros. En las calles de Winogrand la época de la abundancia era real, pero también lo era la oscuridad que se encontraba en sus márgenes.
Durante el periodo de agitación de los años 60 Winogrand fotografía las numerosas manifestaciones y su trabajo llega a reflejar un sentimiento de desintegración nacional. Sus fotografías se vuelven más centrífugas y expuestas al accidente, es así como el fotógrafo embebe a su tomas del caos y el enardecimiento del momento histórico.
En la última sección de la exposición “auge y crisis” se muestra su última etapa tras su salida de Nueva York en 1971 hasta su muerte en México en 1984. Winogrand abandona Nueva York primero para dar clases en Chicago, y luego viaja a Texas y a Los Ángeles. Entre 1970 y 1980 los temas de Winogrand continuaron siendo los mismos, no obstante sus imágenes van perdiendo la alegría y exuberancia de antaño para transmitir una sensación de desolación hasta entonces, ausente en su obra.
Fundación Mapfre (Madrid) // Garry Winogrand // hasta el 3 de mayo de 2015
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