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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Entrevista a Fabien Vehlmann, guionista de cómic

Entrevista a Fabien Vehlmann, guionista de cómic
Pablo Delgado el

 “Si uno busca imponer a toda costa su relato al dibujante,
el álbum pocas veces será un éxito”

Nacido en Mont-de-Marsan, Landes (Francia) en 1972, Vehlmann ha pasado a formar parte de la serie de autores que han realizado guión del mítico cómic de Spirou y Fantasio, un clásico del cómic franco-belga de más de 75 años. Ha sido nominado en tres ocasiones como mejor guionista en el Festival Internacional del Cómic de Angoulême. Además en estas fechas y hasta el 1 de noviembre en el Centro Conde Duque de Madrid está la exposición Fabien Vehlmann y la narración gráfica organizada por Dibbuks, que pretende enseñar las bambalinas de la creación de un cómic. En España, sus títulos han sido traducidos por Dibbuks, Spaceman Books, Norma o Astiberri.

¿Cómo fue tu comienzo en el mundo del cómic, y las primeras influencias que recibiste? ¿Te acuerdas de la primera historia que escribiste de manera profesional?
Comencé en el cómic con 8 años, ¡dibujando mis primeras páginas! Fue en las aventuras de Ted le Chasseur de Loup-garous (una obra maestra incomprendida, que sólo han leído mis compañeros del patio de la escuela). Pero profesionalmente no comencé como guionista hasta 1998, desgraciadamente después de cursar los estudios de comercio. Tenía 26 años y mi primera historia publicada se llamó Silver Damned, que era una parodia de James Bond y Blade Runner.

Estuviste escribiendo numerosos guiones con los que “inundaste” la redacción de Spirou, hasta que tu tenacidad dio sus frutos debutando finalmente en 1998. Cuéntanos ¿cómo fue para ti ese día?
Hubo dos etapas: la primera fue una respuesta escrita a mis envíos, a principios de 1997, donde el redactor jefe (Thierry Tinlot) me dijo que mis chistes no estaban “del todo mal” y que aceptaba reunirse conmigo en París. Pero nuestra conversación fue bastante dura para mí, porque Thierry me dijo que no estaba aún listo, que me faltaban todavía dos años de trabajo, ya que intentaba mucho escribir “para Spirou” en lugar de buscar mi propio estilo. En principio eso me desmoralizó, luego me empujó a enviar muchos guiones nuevos, que fueron aceptados al final unos cuantos meses más tarde. En esos tiempos, a falta de dinero, me alojaba en casa de mis padres y fue mi padre quien recibió la llamada anunciando la buena noticia: ¡estaba casi más feliz que yo!

La posición de guionista y la posición de ilustrador, son dos posiciones contrapuestas, uno emplea la palabra y el otro la imagen ¿Cómo se llega al equilibrio entre estas dos figuras necesarias a la hora de emprender una nueva obra? ¿Cómo es el trabajo y la relación con el ilustrador?
Para empezar, creo que un buen guionista debe tener una imaginación “visual”, y poder representarse las imágenes cuando crea las historias (sin eso mejor que sea autor de novela). También necesita empatizar con las expectativas del dibujante y tener en cuenta sus peticiones: en efecto, para mí, una historia se hace “a medida” para un estilo de dibujo, debe adaptarse a sus puntos fuertes y los débiles, lo que exige bastante esfuerzo de reescritura y de adaptación a veces. Esto impone una última cualidad necesaria: ¡la humildad! Ya que si uno busca imponer a toda costa su relato al dibujante, el álbum pocas veces será un éxito: es necesario buscar en común las mejores soluciones para que el cómic sea bueno, aunque haya que abandonar ciertas ideas que nos gustaban. ¡Es parte del juego!

A la hora de elegir el formato de la obra ¿quién toma la decisión?, el guionista, el ilustrador o el editor.
Suele ser una decisión tomada entre el guionista y el dibujante antes de proponer el dossier de presentación a los diferentes editores. Por ejemplo, le decimos al editor que nos imaginamos esta historia “en forma de novela gráfica de 150 páginas en blanco y negro”. Pero a veces resulta que el editor expresa argumentos convincentes que hacen que los autores cambien de opinión sobre el tema (por motivo de precio, de calidad de la colección, posicionamiento en el mercado, etc.).

¿Eliges quién quieres que ilustre tus historias? ¿Cómo es el proceso? ¿Exiges que sea un ilustrador tipo, con un dibujo específico o dejas que este ilustre con libertad e intérprete tu historia a su manera?
O tengo una historia en la cabeza y busco al dibujante adecuado para que le dé vida, o -y es más frecuente- deseo trabajar con un dibujante cuyo trabajo me gusta y busco entonces entre mis ideas si una de ellas podría conectar con su universo. Por ejemplo, cuando Gazzotti me propuso trabajar con él, tuve rápido la intuición de que mi idea en la que unos niños se encuentran abandonados en una ciudad (lo que se iba a convertir en Solos) se ajustaría a él de maravilla. Después, le dejo mucha libertad al dibujante y no intervengo en el dibujo a no ser que piense que ciertas ideas no son bastante explícitas o claras: solo quiero obtener una buena narración, no un estilo particular.

¿Participas en el desarrollo de las ilustraciones?
A veces hago algunos bocetos explicativos de lo que tengo en la cabeza o envío por correo electrónico fotos de ciertos elementos que pueden servir de documentación. Nada más, ¡no dibujo lo bastante bien para eso!

¿Dibujas?
Sólo de broma o para una dedicatoria… También cree un personaje de cómic que se llamaba Bob el vaquero, que sirvió como animación absurda para la revista Spirou y que, probablemente, es el vaquero peor dibujado de la historia del cómic franco-belga. ¡Aún me siento sumamente orgulloso!

Cuando empiezas un proyecto nuevo ¿cómo afrontas el proceso creativo en tu día a día a la hora de escribir? ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco? ¿Cuánto tiempo empleas en crear una nueva historia?
En una jornada normal comienzo escribiendo por la mañana en mi ordenador, con una buena taza de té. Escribo los diálogos del guión en curso. Por la tarde, tomo un poco de distancia y me planteo cuestiones más generales: temas de estructura, de intriga… Incluso pienso en las historias futuras que no escribiré en realidad hasta meses o años más tarde. De normal, si he dedicado bastante tiempo a esos momentos de reflexión previos (esta especie de “ensueño constructivo”), no le temo a la página en blanco. El bloqueo de la “página en blanco” no llega a menos que no esté seguro de lo que quiero contar realmente. Pero si he reflexionado lo suficiente antes (¡¡lo que a veces puede llevar años!!), entonces mucho más seguro de mi y escribo bastante rápido.

¿Cuáles son tus principales fuentes de inspiración?
En mis comienzos, eran las obras de ficción (cine, novela, cómic, etc.) después me fui interesando más y más en ensayos, artículos y documentales (es decir, que se basan en la realidad). Ahora, prefiero la realidad en sí, voy a ver a la gente para hablar con ellos, o procuro experimentar yo mismo determinadas situaciones, lo que me ha llevado a veces a situaciones bastante graciosas o surrealistas, ¡con sujetos de estudio fuera de lo común! Recuerdo por ejemplo la vez que serví champagne a los invitados durante una velada libertina en Suiza… ¡Juro que fue por trabajo!

Cuéntanos el proceso que llevas a cabo a la hora de enfrentarte a guiones tan diferentes como son Spirou y Fantasio y la serie Green Manor.
Es como si cada historia saliera de un lugar diferente de mi imaginación: para Green Manor, es mi gusto por los pequeños mecanismos bien engrasados, por las intrigas con un sorprendente doble desenlace… Para Spirou, necesito inspirarme en una atmósfera más de folletin, un poco al estilo de serie B llenas de gags, de acción y giros inexperados…

El personaje de Zorglub de la serie Spirou y Fantasio, es un megalómano obsesionado con lograr controlar a la humanidad mediante su “zorglohonda”, un rayo que consigue someter a cualquiera a su voluntad. Merece un anáilisis en profundidad. En el tomo 51 aparece de forma fugaz, ¿Qué opinión tienes de este personaje creado por Franquin?
¡Ah adoro a Zorglub! Le hemos reutilizado en el álbum 52 y me encantaría volver a tenerlo en álbumes futuros. Con Yoann, queríamos sobre todo, devolverle el papel de antagonista (no me atrevo a decir “malo”, ya que Zorglub es a fin de cuentas movido por intenciones casi loables. No es realmente malvado, simplemente está dotado con una ética que no se sobrecarga de detalles. Y él se cree más inteligente que todo el mundo, lo que le vuelve tan gracioso y tan humano). Un papel que Franquin le quitó en sus últimos álbumes, donde Zorglub se transforma en un “amable inofensivo”, mucho menos interesante.

 ¿Qué tal ha sido la experiencia de realizar guiones para la mítica serie Spirou?
Es una experiencia más complicada que hacer mis propias series, ya que debo tener en cuenta la idea que cada uno se hace del personaje y de la serie… Digo con frecuencia que llevar a cabo la reanudación de una serie se asemeja a la elección de un político que intenta reunir a los extremos opuestos de su electorado bajo un único y mismo programa: ¡es un ejercicio de equilibrista, muy difícil de conseguir! De hecho, no estoy del todo seguro de que lo estemos logrando, con Yoann. Pero nos divertimos mucho y, por otra parte, la editorial Dupuis ha renovado nuestro contrato por cinco años, esto parece querer decir que vamos en la buena dirección.

Hablemos de otra de tus obras, “Solos” es la historia de un grupo de niños que se despiertan un día y descubren que su ciudad está vacía. ¿Por qué esta historia? ¿Cómo se te ocurrió? Y ¿qué quieres transmitir con ella al lector?
Quería reunir los tres tipos de relatos que adoraba leer cuando era joven: los de aventuras tipo Robinson Crusoe, los relatos con niños (como en El señor de las moscas de Golding o Niourk de Stefan Wul) y los post apocalípticos (del tipo Soy leyenda de Matheson o Ravage de Barjavel). ¡Al imaginar unas aventuras urbanas con niños, reuní todas mis obsesiones! Por otra parte, este relato me permite abordar los miedos que experimentas desde muy pequeño. Personalmente, me angustió la muerte desde los seis o siete años. Me alteraba mucho y creí interesante abordar con sinceridad ese tema con los jóvenes lectores. Además creo que los niños piden que tratemos estos temas con ellos y es por esto que les gusta la serie.

Tienes ya más de 20 años de experiencia y varias obras publicadas, has tocado todos los géneros: humor, ciencia ficción, aventura, fantasía, etc, ¿tienes alguna predilección por alguno de ellas? ¿Por qué? ¿Con qué tipo de historias te sientes más cómodo a la hora de escribir?
Es cierto que me gusta probar de todo, sin duda porque soy un lector curioso y bulímico y me encanta leer de todo. También es una manera de evitar que me repita demasiado: cambio de tema o de género. Y así estoy obligado a abordar el relato de forma diferente (aunque no estoy libre de las “muletillas” de la escritura, por desgracia). Pero si repaso mis libros una vez publicados, me doy cuenta que mis preferencias van a menudo hacia el género fantástico, combinado con una pizca de ironía. Sin duda un recuerdo de los libros que me gustaban leer de niño, como los de Fritz Leiber o Fredric Brown. Pero no quiero encasillarme: necesito diversidad para no aburrirme.

¿Cómo ves el cómic actualmente?
Desde el punto de vista de los contenidos que se proponen al lector, ¡es una edad de oro! Nos encontramos ante una diversidad maravillosa, haciéndose más accesible por la extraordinaria difusión de Internet. Pero desde el punto de vista de la calidad de vida de los autores, es una catástrofe. Las condiciones financieras que nos ofrecen son cada vez más bajas, y se vuelve muy difícil querer ganarse la vida gracias a su arte… La culpa es de una producción anual muy abundante, y por supuesto de la crisis, que no invita a los lectores a comprar muchos libros, lo que comprendo perfectamente…

Ahora que vienes a España con motivo de la exposición “Fabien Vehlmann y la narración gráfica” que organiza Dibbuks. ¿Qué opinión tienes del cómic en España? ¿Te gustaría trabajar con algún ilustrador español en especial?
¡Los dibujantes españoles que conozco tienen un inmenso talento! No sé si son una representación del nivel medio nacional: quizá solo aquellos cuyo trabajo es conocido en Francia están entre los mejores ¡jajaja! Pero en todo caso, es verdaderamente impresionante. En particular, tengo predilección por el dibujante Roger Ibáñez y se supone que debemos trabajar juntos un día, pero llevo mucho retraso en el guión que preparo para él. Me gusta también Enrique Fernández, cuyos trabajos auto editados obtienen toda mi atención y admiración.

A la hora de crear ¿Hay diferencia entre una narración gráfica y una narración sin ilustrar?
Es un uso muy diferente del cerebro… La narración gráfica debe verse, mientras que la narración debe imaginarse. Por lo tanto, el cerebro del lector también debe funcionar de forma diferente. Es un tema apasionante y al que me enfrenté en unos de mis proyectos, L’Herbier Sauvage, una recopilación de entrevistas sobre la sexualidad de colaboradores anónimos que accedieron a debatir conmigo. A menudo me preguntan si tal o cual historia  debía ser -o no- ilustrada, sabiendo que la imaginación erótica – o pornográfica- es totalmente distinta según la existencia de imágenes o no.

Desde hace unos años los cómics de toda la vida se venden también en librerías no-especializadas. ¿Ha ayudado cambiar el término en algunos formatos por el de novela gráfica?
El formato mismo ayudó un poco, pero es especialmente la aparición de los relatos más “adultos” lo que permitió al cómic (entonces llamada novela gráfica) alcanzar un público más extenso, con obras como Maus o Persépolis. El público general ha descubierto que el cómic también puede conmoverles, que no tiene porque permanecer vinculados a la infancia… Eso sí, e insisto en ello, pienso sin embargo que el cómic conserva una conexión privilegiada con la infancia: es con ocho o diez años cuando pasábamos horas y horas leyendo y releyendo nuestros álbumes preferidos…

Con toda la revolución digital que estamos viviendo ¿te ha afectado laboralmente? ¿Crees que el concepto de libro que tenemos actualmente desaparecerá porque no habrá papel?
Esta revolución sobre todo me apasiona hasta el punto que hemos creado la revista digital Professeur Cyclope con algunos autores amigos (Gwen de Bonneval, Hervé Tanquerelle, Cyril Pedrosa, Brüno), para atrevernos con nuevos tipos de narración. Pero si la experiencia ha dado muy buenos resultados artísticos, con dificultad persiste económicamente, aunque recibamos el apoyo activo de la cadena de televisión franco alemana Arte.
En cambio, no creo que el cómic digital reemplace al formato en papel. Ambos serán simplemente complementarios. Yo prefiero leer los cómic “clásicos” en papel y descubrir narraciones digitales innovadoras en pantalla.
Por supuesto, no es imposible que las ventas de libros disminuyan de nuevo… pero una vez más, las razones de este descenso tienen nombre: crisis económica, competencia de otros entretenimientos y ocio, el tiempo que pasamos escribiendo en las redes sociales, etc. Simplemente la gente no tiene tanto tiempo libre como antes, por lo que leen menos libros.

¿Estás actualmente trabajando en un nuevo proyecto?
Trabajo en dos proyectos eróticos (lo que explica un poco mi presencia incongruente en la velada libertina en Suiza, jajaja): L’herbier sauvage, una selección de historias recopiladas con la gente que aceptó reunirse conmigo de forma anónima y cuyo tomo 1 será ilustrado por Chloé Cruchaudet; y una novela policiaca pornográfica, que será dibujada por Gwen de Bonneval y que sitúa la acción en un círculo libertino muy original. ¡Pues sí, el tema parece interesarme mucho actualmente! ¿Será la crisis de los cuarenta?

Para terminar, ¿qué libro estás leyendo actualmente? ¿Qué libro de no-ficción recomendarías? ¿Y de ficción?
En no ficción, recomiendo con vehemencia Manuel de Transition y todos los otros libros de Rob Hopkins, que ofrece valiosos consejos psicológicos y prácticos para afrontar la gran crisis ecológica que se avecina. Y en cómic, me encantó leer a Mathieu Blanchin: Quand vous pensiez que j’étais mort, donde evoca su experiencia en coma.

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