ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Entrevista a Andreu Balius, diseñador

Entrevista a Andreu Balius, diseñador
Pablo Delgado el

El diseñador de tipografías, nos muestra su visión particular y excepcional de cómo debe ser la tipografía en el diseño gráfico. Andreu Balius es uno de los tipógrafos y diseñadores de tipografía más refutados de nuestro país. Con una dilatada carrera en la profesión, su trabajo muestra funcionalidad y belleza en la letra, transmitiendo así un estilo y un valor añadido enriquecedor a cada uno de sus proyectos tanto profesionales como personales.

Desde Barcelona, a través de su Estudo Typerepublic, produce sus propias fuentes, realizando tipografías corporativas hasta fuentes personalizadas hechas a medida. Un apasionado de la letra y para la letra. Un rebelde de la tipografía.

¿Qué le llevó a interesarse por el diseño? ¿Por qué se decidió por la tipografía?
Empecé a estudiar diseño a mediados de los años 80. Una época en que el diseño era una de las llamadas profesiones emergentes pero que muy pocos sabían muy bien de qué se trataba. Una profesión que se estaba definiendo a sí misma tras los embates de la postmodernidad. Me pasé unos años en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Barcelona estudiando Sociología y otras asignaturas afines. Hasta darme cuenta que lo que realmente me interesaba era la comunicación visual. Así que me decidí por el Diseño. Mi pasión por la tipografía no tardó en llegar. Pues pronto me di cuenta de la importancia que tiene la tipografía como herramienta para la comunicación. La tipografía, para mí, es la esencia del diseño gráfico. No puedes prescindir de ella. Ya sé que esto suena a tópico. Pero ponte en la situación: eran los años 80 y apenas se hablaba de tipografía, no existía una materia específica llamada “tipografía” en los programas académicos… Por fuerza acabas sintiendo mucha curiosidad por saber y aprender de algo que apenas se enseñaba en las escuelas por allá los años 80. Acabé por aprender tipografía y diseño de tipos por mi cuenta. A finales de los años 80 ya había diseñado algunos alfabetos básicos mediante el dibujo (analógico ¡claro!). La tipografía está en el corazón mismo del diseño. Con ella, no solo trasmitimos contenidos sino que podemos emocionar mediante sus formas. La tipografía es la forma visual que toma el lenguaje, algo esencial en la comunicación gráfica.

El diseño tipográfico sirve para…
Muchas cosas, entre ellas, (debería) contribuir a un mundo más comprensible. Si entendemos el diseño tipográfico como una labor de composición, de lo que se trata es de organizar la información de manera que se transmita de la mejor manera posible. Una buena aplicación tipográfica en la señalización de un aeropuerto, por ejemplo, ayudará a que el usuario pueda circular con mayor seguridad y efectividad, sin riesgo a perderse o desesperarse por no encontrar la información en el lugar y momento oportuno.

¿Qué requisitos considera necesarios para ser un buen diseñador?
Varias son las cualidades que yo valoro en un diseñador: capacidad reflexiva y crítica, creatividad, adaptabilidad y empatía (para saber entender y ponerse en el lugar del usuario), pasión y una actitud positiva frente a los retos que impone nuestra sociedad. Valoro también el esfuerzo y la perseverancia hasta conseguir el resultado deseado (las cosas interesantes pocas veces aparecen a la primera de cambio). Nunca se termina de aprender del todo, así que valoro una actitud de aprendizaje constante a lo largo del desarrollo de la profesión. También generosidad a la hora de compartir experiencias y conocimientos. Esto último es básico si uno quiere dedicarse también a impartir docencia.

¿Qué diseñadores o personas han podido marcar su trayectoria profesional?
En el diseño y en el Arte me han interesado los artistas de las vanguardias, sobre todo los Futuristas, Constructivistas y Dadaístas. El pensamiento de las vanguardias históricas me ha parecido muy interesante e inspirador, y no únicamente sus resultados plásticos. Cuando estaba en la escuela, me gustaba mucho el trabajo de Fortunato Depero, El Lizzisky, Rodchenko, Schwitters…

Posteriormente, me han marcado mucho también, personajes como Neville Brody, Letterror, Licko, Spiekermann, VanderLans (Emigre), Carter, Unger, etc. Se me hace difícil poder poner unos pocos. Soy bastante ecléctico, como en la música, y me gusta conocer gente interesante, que ama su trabajo y hace de su trabajo un proyecto de vida.

¿Desde que comenzó su carrera, cómo ha evolucionado usted y el diseño tipográfico hasta hoy? ¿Qué es lo que le resulta más estimulante de su profesión?
Lo que me resulta más estimulante es ver cómo han cambiado las cosas. Ver cómo está el panorama del diseño tipográfico actual en relación a cómo estaba a finales de los años ochenta, cuando yo empecé. Entonces, muy pocos sabían de qué se estaba hablando cuando se hablaba de tipografía. La tecnología ha facilitado mucho las cosas desde entonces: los programas de edición de fuentes, los formatos tipográficos y las mejoras en la representación de los tipos en pantalla. He vivido muchos cambios desde entonces. Y disfrutado de todas esas mejoras, a la vez que he ido adaptándome a esos cambios. Me siento muy contento de ver cómo toda una nueva generación de diseñadores de tipografía, bien formados y con buenas ideas, se está empezando a abrir paso. Cuando yo empecé a dirigir mis pasos hacia esta especialidad del diseño apenas éramos unos pocos.

A lo largo de todo este tiempo yo también he cambiado, en la manera de ver las cosas y de enfrentarme a nuevos proyectos. No me he quedado quieto, desde mis primeros alfabetos experimentales a las actuales tipografías multiescritura (que incluyen caracteres de otros sistemas de escritura como el Árabe, el Hebreo y el Cirílico). Poco a poco fueron llegando los encargos en diseño de tipografía, algo inimaginable a finales de los 80. Cada proyecto ha sido la excusa perfecta para aprender y avanzar. No siempre los retos llegan con los encargos profesionales. El hecho de realizar tus propios proyectos te permite enfrentarte a aquellos retos que te parecen suficientemente atractivos y que difícilmente llegan con un encargo.

El diseño gráfico actual, se define en gran medida por la tecnología ¿cree que se ha perdido toda vinculación con lo artesanal? ¿El ordenador ha pasado a ser una herramienta esencial para la toma de decisiones?
El ordenador, sin duda, se ha convertido en la herramienta de trabajo. Pero no creo que sea solamente la tecnología la que defina o dé forma al diseño gráfico actual. De hecho, la tecnología no deja de ser una limitación en sí misma. Nuestra cabeza va mucho más allá de las posibilidades que el ordenador (o la tecnología) nos ofrece. Los que se han especializado a la programación para poder ir más allá de las limitaciones del software lo saben muy bien. Siempre le podemos pedir más (y debemos pedir más) a las herramientas que estamos utilizando. La tecnología digital ha puesto de relevancia la enorme necesidad que tenemos los humanos de tocar las cosas con las manos, de moldear lo físico, del placer de dibujar, del «lettering» y la caligrafía. Por ello, ha habido un cierto renacer de lo artesanal. Un retorno (a veces un tanto nostálgico) de la impresión tradicional y de métodos hoy poco rentables económicamente, pero capaces de ofrecer una experiencia enriquecedora a toda una generación digital.

 

«La tipografía es la forma visual que toma el lenguaje, algo esencial en la comunicación gráfica»

 

 ¿Buscar refugio en la artesanía del pasado, puede desarrollar  actitudes de diseño que determinen el futuro?
No estoy seguro. Pero buscar refugio en el pasado no lo veo nada positivo, la verdad. Es una visión nostálgica y trasnochada. La misma que tenían algunos de mis profesores cuando yo estaba estudiando diseño. El pasado, la tradición, los contextos históricos pueden ser la base para un estudio, un punto de partida, de inspiración quizás. Pero no deben ser nunca un refugio. El futuro, por otra parte, no se podrá construir sin una reflexión crítica del pasado. El futuro no existe. Existe el presente, el hoy y el ahora. El futuro se construye a cada paso. No es una buena actitud refugiarse en el pasado si lo que se pretende es construir el futuro.

¿Los clásicos “robaron” todas las mejores ideas? ¿Qué queda por descubrir en tipografía? ¿Quedan problemas por resolver?
Ciertamente, no hacemos más que repetir una y otra vez lo mismo. La diferencia está en que los contextos han cambiado y esto hace que las cosas se vean de manera diferente. Para hacer cosas interesantes y nuevas, es importante estar bien informado y, por tanto, saber lo que los clásicos han hecho y, más importante, por qué lo hicieron. Queda mucho por descubrir (y hacer) en tipografía. Las fuentes variables son solamente la punta del iceberg de las posibilidades que pueden aparecer en el futuro. La tecnología puede ofrecer mucho, pero también la forma de aplicarla. ¿Le podremos hablar al ordenador (a Siri) algún día y ver reflejadas nuestras emociones en un determinado tipo de letra? ¿Escribiremos tipográficamente sin tener que pulsar las teclas de un teclado? Creo que no estamos muy lejos de esto. Por otra parte, todavía hay en el mundo lenguas que no disponen de un código o sistema de escritura para su representación escrita y que ven su supervivencia amenazada. Hay todavía signos que no han sido introducidos en el sistema Unicode. ¿Existen suficientes fuentes digitales para el Tifinagh? Creo que no.  Quedan muchas cosas por hacer, más allá de diseñar nuevos tipos de letra.

Ha diseñado muchas tipografías, pero de todas ellas ¿hay alguna que le ha producido mayor satisfacción? ¿Por qué?
Todas ellas han supuesto retos diferentes, a partir de los cuales he aprendido. Con “Pradell” y “Carmen” me sumergí en una investigación acerca de la tipografía española y el grabado de punzones en los siglos XVIII y XIX. Con Barna, trabajé las cuestiones relativas a la economía de espacio y la funcionalidad en tipografía. Con Al-Andalus quise reivindicar el legado Andalusí Ibérico. Cada uno de mis proyectos supone una toma de posición frente a algo. Otra cosa son los encargos, en los que el briefing del cliente marca los tempos y las cuestiones formales y funcionales. Pero, igualmente, cada uno de los encargos es una nueva oportunidad para aprender y resolver un problema con satisfacción.

¿A través del diseño de una tipografía se puede expresar el espíritu de una época determinada? ¿Qué aporta a la sociedad, a la cultura o a las marcas?
Cualquier tipografía es hija de su momento. Es producto de un contexto socio-cultural determinado. Responde a una tecnología, a una forma de hacer y pensar, de configurar las formas, de dar respuesta a un problema en particular o a una necesidad. Como ejemplos emblemáticos tenemos el tipo Futura, de Paul Renner; el sistema Super Veloz, de Joan Trochut; el tipo Matrix de Zuzanna Licko. La tipografía es la manera de representar el lenguaje escrito: ¿No aporta eso suficiente?

¿La libertad creativa debe ser una condición imprescindible para el diseñador?
Por supuesto. Aunque no solo para el diseñador. Debería serlo para cualquier profesional. No me imagino un investigador científico que no tenga libertad de acción dentro de su ámbito de investigación, por ejemplo. El diseñador requiere de la confianza del cliente y de libertad creativa para poder llevar a cabo su trabajo. Obviamente, estamos hablando de diseño y no de arte, por lo que la libertad creativa se encamina hacia un proceso cuyo resultado acostumbra a responder a unos objetivos de comunicación previamente establecidos.

¿Cómo y por qué elegimos una tipografía? ¿Qué nos cuentan las tipografías y cómo pueden cobrar un papel esencial en una publicación como instrumento expresivo?
A través de sus formas, la tipografía comunica más allá del mensaje que transmite (a través del texto). Expresa valores emocionales y funcionales. Es la base de la comunicación escrita. Seleccionar una determinada tipografía no es un acto banal –o no debería serlo–. Con una determinada selección tipografía podemos reforzar el mensaje o bien confundir al lector. No es poca cosa. Seleccionamos una determinada tipografía para comunicar mejor, para ser más eficientes en la lectura de un texto, para economizar espacio, para facilitar la lectura a las personas mayores, para reforzar los valores de un producto o una marca, para señalizar con mayor efectividad…

 

¿Diseñar una tipografía para texto carece de la originalidad y la libertad creativa de la que podrían disponer otros proyectos, como las tipografías para titulares o carteles?
No necesariamente. Son usos muy distintos. Para crear una tipografía para texto se requiere de tanta o más creatividad e iguales conocimientos técnicos. Obviamente, dependerá del grado de complejidad en cada caso. Diseñar tipografía para composición de texto, en todo caso, puede ser bastante más complejo por la cantidad de parámetros que hay que tener en cuenta. La creatividad hay que aplicarla igualmente, independientemente que el resultado deba ser más funcional.

¿Qué hace cuando el cliente dice “no me gusta”? ¿Tiene un ideario tipográfico al que no renuncia?
El «no me gusta» no lo considero una respuesta, sino un síntoma de que algo no va bien. A veces el cliente no sabe argumentar de la manera que lo podría hacer un diseñador. Por lo que un simple «no me gusta» requerirá de una reflexión por parte del diseñador y revisar lo que se ha hecho. Quizás nos hayamos desviado del briefing. En todo caso, habrá que preguntarle al cliente y ayudarle a argumentar para poder desatascar el proceso de trabajo. Hablar de gustos no ayuda mucho. Necesitamos disponer de un buen briefing que ayude a sostener un proceso de trabajo, sea en diseño de tipografía o en cualquier otro tema. En diseño de tipografía no puedes iniciar un encargo si no dispones de un briefing. Cuando trabajas para un cliente, intentas estar siempre de su lado y trabajas pensando en sus necesidades y en la de los usuarios. Tengo mis principios éticos, por supuesto, pero no tienen mucho que ver con cuestiones formales o estéticos. Así que un «no me gusta» no debería suponer demasiado problema.

¿Qué no soporta ver en un diseño o en una tipografía?
Respeto el trabajo de los demás, aunque no me parezca apropiado. Todo el mundo tiene el derecho a equivocarse. A veces se cometen errores de manera inconsciente. Dicho esto, no me gusta la dejadez en el uso de la tipografía. Creo que un diseñador gráfico debería cuidar su trabajo. Y la tipografía es una buena parte de ese trabajo.

¿Cómo debe ser una tipografía para que sea fascinante,  atrape, no pase por indiferente y perdure en el tiempo?
No lo sé. Si lo supiera ya estaría forrado de millones con la venta de licencias de algún super hit. Pero no es el caso. Intento diseñar lo que me gusta o me resulta interesante, y no lo que pienso que se va a vender bien. Sí, ya sé que no es un argumento muy comercial. Pero en la vida no todo es ganar dinero. Para mi es más importante la satisfacción de hacer algo que me gusta y me resulta apasionante. Bueno, es mi manera de ver el diseño de tipografía. Respeto otras maneras de ver las cosas. Hay quienes están en este oficio por puro negocio, otros (como yo) por pura pasión.

¿Es la tipografía la voz de la imagen?
Esta es mi manera personal de definir la tipografía:  A mis alumnos les digo siempre que «la tipografía es la voz del mensaje». Es la manera que tenemos los diseñadores para hablar de una determinada manera. Nuestras emociones se transmiten a través del tono de voz que empleamos cuando hablamos. En tipografía son las formas de las letras las que «hablan» por nosotros. Por ello es sumamente importante afinar ese «tono de voz» cuando seleccionamos una tipografía para un determinado proyecto de diseño. Por supuesto, la composición también es importante a la hora de configurar la «imagen del texto».

¿En diseño editorial, qué revistas son para usted aquellas que marcan la diferencia en cuanto a diseño tipográfico?
Aquellas que han conseguido reforzar su personalidad a través del uso de tipografías personalizadas, o creadas específicamente para dichas revistas. No hay muchas, pero hay bastantes que usan sus propias tipografías. Con ello consiguen un mayor carácter frente al resto. Obviamente, no todo se resuelve con una buena familia tipográfica, el diseño de página es muy importante, al igual que la calidad de las imágenes (fotos e ilustraciones). Todo ayuda.

 

«Creo que un diseñador gráfico debería cuidar su trabajo. Y la tipografía es una buena parte de ese trabajo»

 

Háblenos de su proyecto Typerepublic. ¿Qué hace que sus fuentes sean singulares? ¿Qué puede ofrecer al diseñador?
Typerepublic es una fundición digital creada en 2003 con el objetivo de distribuir mis propias tipografías. A la vez, es el nombre de mi estudio, a través del cual, diseño tipografía por encargo. Algunas de las tipografías que se distribuyen remiten a la tradición tipográfica Ibérica siendo, a su vez, productos de una visión contemporánea de la historia. Typerepublic es, sobre todo, una manera de entender la tipografía como herramienta para la comunicación, como expresión del lenguaje y como un bien cultural al servicio del usuario.

La profesión de diseñador gráfico tiene una tradición histórica de siglos de antigüedad. ¿Se valora realmente al que ejerce esta profesión? ¿Cree que la profesión de diseñador de tipos es una “rareza” en nuestro país? ¿España es país para diseñadores de tipografías?
Apenas empieza a valorarse la tipografía en España. Antes de la crisis, las empresas empezaron a encargar tipografías personalizadas pero, con la crisis, los encargos cayeron en picado. Ahora han vuelto a encargar tipografía porque valoran lo que la tipografía personalizada (y, en exclusiva, en muchos casos) les puede aportar. Ya hay gente bien formada que sabe lo importante que es la tipografía en cualquier proyecto de identidad. A finales de los ochenta, cuando empecé a dibujar mis primeras tipografías, el diseño de tipos más que una “rareza” era algo totalmente desconocido (incluso dentro de la profesión). Ahora, aunque es un ámbito muy especializado, ya no resulta tan extraño. Somos pocos. Pero, creo que se valora el trabajo que hacemos. Es un trabajo muy especializado, que requiere mucha dedicación y cuidado.

¿Qué opina de las publicaciones digitales? ¿Están cambiando la forma en que nos enfrentamos a la lectura? ¿Cómo afecta a la llamada nueva tipografía?
La publicación electrónica está cambiando nuestros hábitos de lectura, nuestra manera de leer, en definitiva. Yo continúo leyendo mucho en papel. Me resulta más cómodo. Pero entiendo que las generaciones digitales tienen otros hábitos de lectura diferentes a los míos. La posibilidad de introducir enlaces a otros contenidos contextuales (hipertexto) o la posibilidad de incorporar vídeos y contenidos audio-visuales hace que la experiencia de la “lectura” sea mucho más rica, entretenida y completa. Pero también exige de una participación mayor por parte del lector, a menos que quiera quedarse con una lectura fragmentada y superficial. La tecnología ha permitido que las formas de las letras se adapten también a la pantalla sin mucho problema. Por supuesto que, a la hora de crear tipografía para la pantalla, hay que tener en cuenta las particularidades propias del medio con el fin de facilitar la lectura. Desde los inicios de este siglo, la tecnología ha facilitado mucho las cosas a los creadores de tipografías, desde el formato OpenType, la aparición de Unicode, las pantallas retina o la expectativa que se genera con la aparición de las fuentes variables.

¿El libro, las revistas y los periódicos en papel tal como los conocemos actualmente desaparecerán?
No lo creo. De la misma manera que el teatro no desapareció cuando apareció el cine y la televisión. O la radio no desapareció con el televisor… Creo que estos productos encontrarán también su lugar en el ámbito de la comunicación escrita. El libro potenciará su valor como objeto. La revista tendrá un valor más duradero. Quizás la prensa en papel, por su carácter diario y efímero, tendrá más sentido en formato digital (y no en papel).

Usted transmite sus conocimientos a los jóvenes que se están formando y profesionales mediante workshops y conferencias ¿qué valor tiene la formación en un diseñador? ¿Cree que en España se da el valor necesario a la formación de diseñadores?
La formación académica en el Diseño, así como en cualquier ámbito del conocimiento es necesaria y debería tratarse con mucha responsabilidad y cuidado. En España, lo que se ha hecho con el Diseño ha sido una chapuza. Solo hay que ver la manera cómo se ha implantado el grado universitario en el Espacio Europeo de Educación Superior (Bolonia), deprisa y corriendo. Sin disponer de titulados superiores en la materia. Sin apenas medios. La enseñanza en Diseño en España se debería haber planteado como una formación universitaria al margen de las facultades de Bellas Artes. Obviamente, la formación de un diseñador ni empieza ni termina en las aulas: Creo en la experiencia adquirida a través del aprendizaje práctico, así como en la búsqueda constante de conocimiento en todo aquello que nos rodea, y al margen de la especialidad.

Para terminar, ¿qué tres libros recomendaría a todo diseñador?
No necesariamente deberían ser de diseño, pues todo diseñador trabaja para sus conciudadanos y, por tanto, debería compartir sus inquietudes, necesidades, anhelos y utopías.

Entre otros, podría recomendar:
El nombre de la Rosa, Umberto Eco.
El Quijote, M. de Cervantes.
El Principito, A. Saint-Exupéry.

Para poner uno de mi ámbito de diseño, The elements of typographic Style, R. Bringhurst.

DiseñoEntrevistasMediosOtros temasTipografías

Tags

Pablo Delgado el

Entradas más recientes