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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Un detective monacal

El poeta Gonzalo de Berceo se convierte en el fenómeno editorial del año a través de su acompañante y también autor misterioso.

Un detective monacal
Pablo Delgado el

De vez en cuando sale a la luz un fenómeno editorial inesperado y del que se hace eco la comunidad lectora. Este año, que está acabando, uno de esos fenómenos ha sido el protagonizado por el autor Lorenzo G. Acebedo. Creador literario del que no sabemos nada, o prácticamente nada, ni su verdadero nombre. Con miles de ejemplares vendidos de La taberna de Silos La Santa Compaña, ya puede hablarse de una de las sagas más divertidas y de estilo detectivesco protagonizada por un monje observador, descreído, enamoradizo e interesado llamado Gonzalo de Berceo.

Según ha publicado su editorial (Tusquets), Acebedo es un escritor que abandonó en su juventud los estudios teológicos por el retiro monacal y, después colgó los hábitos por una mujer y que reside en un pueblo de La Rioja. «La razón real de mi anonimato siempre la digo, pero me temo que nadie la pone porque la verdad a veces no resulta verosímil: hay un abad que ya debe de haber recibido información de mis dos novelas, y al que no me gustaría en absoluto encontrarme un día al abrir la puerta de casa», explicó enigmático a un cuestionario por escrito a la Agencia EFE.

Centrandonos en las historias que nos cuenta este enigmático autor. Toma prestado al primer poeta de lengua castellana Gonzalo de Berceo. Fue el más importante representante del mester de clerecía. Depuró el idioma castellano, para lo cual trasvasó numeroso vocabulario desde el latín(cultismos) y recurrió a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría. Además, Berceo, trabajó como notario eclesiástico, y se dice que por este trabajo fue el primer autor en firmar sus obras poéticas.

En esta ficción Gonzalo de Berceo se convierte en un personaje curioso, comprensivo con esos pequeños pecados que se cometen, un monje observador, interesado, y con un fondo ético que le lleva a no dejar pasar determinadas acciones con las que se encuentra, además de ser más bebedor de lo aconsejable.

Las novelas demuestran que es un personaje irresistible, de los primeros monjes capellán de su propio pueblo y que tiene una gran comprensión a las personas que sucumben al pecado, al vicio, a las tentaciones del alcohol y a las mujeres, y claro, no hay nadie mejor para poder interesarse por la vida de los demás que el propio Berceo. Así, de alguna manera, investiga asuntos que no le competen porque lo mejor del protagonista de La taberna de Silos es que él no quiere ser investigador, él simplemente quiere aclarar algo que los demás no quieren que se sepa, por lo que los argumentos nos llevan a unas novelas inesperadas con mucha ironía y sabiduría y un talento literario al alcance de pocos en sus primeras obras.

En La taberna de Silos estamos en la primera mitad del siglo XIII cuando el abad del monasterio de San Millán encarga a Gonzalo de Berceo, la misión de viajar al monasterio de Silos para copiar un manuscrito latino y hacer con el un poema castellano. La secreta intención de la visita es que los dos monasterios aúnen fuerzas contra el papa y sus obispos, que pretenden quedarse con los beneficios de la producción de vino, y contra la pujanza de los nobles castellanos, ávidos también de entrar en el negocio. Sin embargo, en plena fiebre del vino, una sucesión de asesinatos tan cómicos como truculentos complica la situación. Para más desgracia, Lope, un peregrino borrachín, y Elo, la tabernera del lugar, tan joven como astuta, se empeñan en ayudar a Berceo, convirtiéndose en una molestia constante que puede dar al traste con su misión.

Berceo no es un hombre de acción, sino que esa acción le lleva a ser secuestrado por la acción en sí misma, así se encuentra en la tesitura y en la ética que le dicta cuerpo y mente a participar en el desenlace del misterio que se ha creado entorno a las diversas muertes que acontecen allá por donde esté sea dentro de un monasterio o dentro de la catedral de Santiago.

En La Santa Compaña Berceo llega a Santiago de Compostela para participar en la celebración del jubileo. Además, siente curiosidad por probar una nueva variedad de vino elaborada por su amigo Lope con uva mencía. Mientras asiste a la misa mayor en la catedral, contempla cómo un arcediano, presa de un delirio místico, se interpone al paso devastador del botafumeiro, que lo destroza para horror de los fieles. Este episodio se suma a una serie de sucesos inexplicables que está diezmando el cabildo de la catedral, lo que llevará al arzobispo, antiguo compañero de estudios de Berceo, a pedirle ayuda. En una atmósfera inquietante en la que no faltan extrañas visiones, acusaciones de brujería y apariciones de la Santa Compaña, Berceo se enfrenta al caso ayudado por el gustoso vino que Lope y la tabernera Lupa no dejan de ofrecerle. Una lectura en la que la intriga y el humor se mezclan con el miedo a lo desconocido y la erudición histórica, y con la memorable aparición de un joven poeta: el futuro rey Alfonso X el Sabio.

Novelas que empiezan con acciones impactantes, en la primera en Santo Domingo de Silos en el refectorio, los monjes están disfrutando de un estofado peculiar y muy exquisito, mientras escuchan la lectura del día, cuando de pronto alguien da un grito y descubre un dedo, por lo que se están comiendo un cadáver desmenuzado, en la siguiente en Santiago se encuentra Berceo con una imagen dantesca y fantasmal en el recorrido del botafumeiro dentro de la catedral.

Así el autor, además de captar la atención del lector desde el primer momento, va desgranando un argumento que parece un accidente pero que sirve realmente en hacer la radiografia de un tiempo. Descubriendo una intención de divertir al lector mostrando aspectos desconocidos de la época medieval. Como la del vino, motor económico de la comarca. Este es uno de los grandes atractivos de la primera novela y un motor de la segunda, porque ese vino era un gran negocio en la época. Ya que el vino era de un consumo muy habitual en la Edad Media, porque el agua era venenosa y con el vino no te no te podías poner enfermo, con el agua te podía dar infecciones y era incluso malsano beber solo agua, en cambio el vino era beber una bebida segura y que además te provocaba mucho placer.

Por lo que el vino es muy importante en las dos novelas, haciendo de ello un ítem muy original, en las que se condimenta con la ironía permanente de este personaje con mirada crepuscular, algo cínico y estilo desenfadado al más puro estilo Bogart pero con hábito. Un Gonzalo de Berceo que se considera un escritor al servicio del poder, es decir, él escribe no por no por inspiración sino por o para sacar ganancia de la publicidad que él mismo da a los monasterios o a los santos a los que glosa o le piden que haga.

Son novelas magníficas que hablan de las simples ambiciones mundanas y en las que el lector lo pasa muy bien leyéndola y aprendiendo mucho. Dos aventuras muy bien ambientadas cuyos escenarios Acebedo ha construido a través de múltiples lecturas, especialmente de los moralistas medievales, que contaban escandalizados los pecados de los monjes.

La taberna de Silos (2023) La Santa Compaña (2024) // Lorenzo G. Acebedo // Tusquets //  19 euros cada una

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