«Soy soldado.
Y me gusta ser soldado.
Cuando por la mañana hay escarcha en las praderas o cuando por la noche las nieblas salen de los bosques, cuando el grano se mece y la guadaña brilla, da igual si llueve, nieva, si el sol ríe, noche y día…, siempre me alegra estar en la formación.»
Así comienza Un hijo de nuestro tiempo (Nórdica libros) del autor Ödön von Horváth (1901-1938), considerado como prohibido y quemadas sus obras en la época nazi. Dramaturgo y novelista, provenía de la nobleza húngara ya que era hijo de diplomático. Ödön tuvo una educación liberal y cosmopolita por los múltiples viajes que realizó. Pasó su infancia y adolescencia en Belgrado, Budapest y Múnich y, después del final de la Primera Guerra Mundial, en Viena, para trasladarse después a Munich dónde estudió literatura alemana y teatro.
En la ciudad bávara vivió el auge de los nuevos tiempos. La controversia tanto política como social en la Alemania de entreguerras y que alcanzó su punto máximo en 1923, cuando empezó a decaer una sociedad que iba saliendo de la miseria de la Primera Guerra. Este fue un fenómeno para Horváth, que trató repetidamente en su obra literaria. Observó los cambios políticos con preocupación y el auge del nacionalsocialismo. Sus experiencias con este movimiento político se reflejaron en la mítica y deslumbrante Juventud sin Dios (Nórdica libros).
Un hijo de nuestro tiempo es una de esas pequeñas joyas literarias que hay que leer, por su magnífica prosa poética, reflexiva y descriptiva de un tiempo convulso, que hace meterse al lector en la visión de aquellos que vivieron en primera persona el auge del nazismo. Escrita en 1937, cuando lo peor estaba aún por llegar,retrata a través de un soldado alemán ese periodo de entreguerras, en el que una nación herida en su orgullo tras el desastre, empieza a rearmarse y hacer sentir orgullosos a sus jóvenes de pertenecer a ella, sobre todo al Ejército de su patria.
«En realidad el Ejército tiene un gran parecido con el deporte.
Casi podría decirse que es el deporte más bonito, pues aquí no solo se trata de un récord. Aquí se trata de algo más. De la patria (…)
Si a la patria le va bien, le va bien a cada uno de sus hijos. Si le va mal, es cierto que no le va mal a todos sus hijos, pero ese par de excepciones no cuentan a la vista del cuerpo vivo del pueblo.
Y a la patria solo le va bien cuando es temida, cuando puede decir que es suya un arma bien afilada…»
Horváth describe una época en la que la falta de una idea común, en la que la crisis de las ideas está en pleno auge, ya que ante la desesperación de esa falta de identidad, surgen políticamente en este periodo, que se vio caracterizado por las crisis de las democracias liberales, el ascenso de los fascismos y los regímenes autoritarios, así como el auge de los movimientos obreros de inspiración socialista o comunista que se inspiraban en el triunfo bolchevique de la Revolución rusa. Económicamente, vio la recuperación de la Gran Guerra y una etapa de euforia económica durante los años 1920 que se vería truncada finalmente por el Crac del 29 y la profunda crisis que marcó los años 1930. Hitos que desembocaron en lo que todos ya conocemos.
La novela presenta a un arquetipo diferente de protagonista, el de ese soldado nazi de a pie, es decir, no el promotor, el instigador, el ideólogo ni el dirigente al que se sigue, sino ese ser que ha sido condicionado en sus ideales y tergiversando su identidad, de la que parecía que era valedor al pertenecer a una patria, y más, a su ejército, de actitudes perfectamente automáticas, que durante años obedeció, admiró y, lo que es peor, ejecutó las consignas del nazismo.
En la primera parte se ve un soldado entregado a su patria, con convicciones firmes, pero cuando va avanzando el relato el protagonista se hace preguntas, dialoga consigo mismo. Desde dentro de su propia cabeza (el relato está escrito en primera persona), seguimos el proceso de sus pensamientos –o la ausencia de ellos– desde su pasado de trabajador sin empleo hasta su terrible final, pasando por una aventura militar en un país sin nombre (posiblemente España) que desencadena la tragedia moral del personaje.
¿Qué hubiera escrito Horváth?, durante o después de la guerra, si una estúpida rama de un árbol durante una tormenta, en la antesala de una tormenta no le hubiese caído en la cabeza y matado al escritor en los Campos Eliseos de Paris. Lo que nos quedó son sus obras como dramaturgo de peso, muy poco representado en España por cierto, pero gracias a Nórdica Libros se está recuperando su prosa necesaria en pequeñas joyas de inusual naturaleza literaria, que se caracterizan por una variedad difícil de definir salvo por la unidad de la voz que la sostiene. Una grandiosa y soberbia odisea íntima y simbólica, que atraviesa la identidad y las ideas de forma angustiosamente indesligables.
Un hijo de nuestro tiempo // Ödön von Horváth // Traducción de Isabel Hernández // Nórdica Libros // 2020 // 18 euros
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