Jorge Arévalo (Madrid, 1968) ilustra para muchas revistas tanto nacionales como internacionales, y sobre todo, con su especialidad: el retrato de personajes. Con una gran trayectoria a sus espaldas en la dirección creativa y el diseño gráfico, su trabajo como ilustrador empezó realizando portadas para el suplemento cultural La Luna, trabajo que le proporcionó un salto cualitativo para llegar a realizar proyectos para publicaciones de reconocido prestigio como Vanity Fair, The New Yorker, Vogue, Telva, Rolling Stone o Esquire, además de una gran colaboración con el diseñador de moda Custo Dalmau.
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, ha publicado varios libros. En 2015 salió Portraits (Promopress), un libro de casi 200 páginas con los personajes del mundo de la música, el cine, la televisión y la moda publicados en las diferentes revistas.
Con un estilo diferenciado y reconocible, su trazo minimalista y su magnífico empleo del color, hacen que las líneas busquen la elasticidad y la curva, combinando así con la fuerza de las rectas que se transforman y fluyen en un magnífico dibujo, dando un ritmo singular a su estilo elegante y clásico que marca su trabajo.
¿Cuándo y cómo surge su interés por el dibujo?
Dibujar, siempre he dibujado, era un niño que si no jugaba al fútbol, estaba dibujando. Al principio, la ilustración solo complementaba mi trabajo como director de arte, hasta casi los 30 años no empiezo a publicar de manera profesional en medios.
¿Qué significa para usted dibujar?
Sobre todo, en mis libros, que son mucho más libres y frescos, la ilustración es una manera de narrar historias, de ver a los mitos, de elegir actores protagonistas y secundarios, de mostrar mis filias, mis fetiches o mis anhelos. Hay algo de director de cine ilustrado.
¿La capacidad de dibujar se tiene o se adquiere?
El dibujo es solo músculo y hay que trabajarlo constantemente. La creatividad es otra cosa y ahí los procesos sí son más complejos.
Trabaja también como director creativo y director de arte. ¿El diseño es influencia en su forma de ilustrar?
Totalmente, son indivisibles. La ilustración solo existe en un contexto gráfico, un dibujo en un papel es solo un dibujo, no es ilustración. Hay que visualizar los espacios, las tipografías, los blancos del papel, las masas de color y, desde ahí, componer como diseñador. Creo que es esto lo que realmente marca mi estilo.
¿Cómo definiría la figura y qué requisitos considera necesarios para ser un buen ilustrador?
La ilustración siempre responde a un briefing que seguramente tenga muchos requisitos: tamaño, tema, estilo, formato y tiempos de entrega. Un buen ilustrador debe dar la respuesta idónea para ese proyecto, eso lo convierte en profesional. Ilustrar tan solo para hacer un portfolio, aunque es un proceso inevitable en algún momento, no te convierte en ilustrador. Actualmente se demandan ilustradores hiperespecializados en un estilo, pero considero que el buen ilustrador debe tener siempre una base academicista. No saber de anatomía, te va a penalizar siempre, aunque te especialices en dibujar lámparas.
«El creativo debe ser, sobre todo, un voyeur con criterio, que llena su imaginario de referencias para que la inspiración trabaje con información suficiente»
¿Cuál diría que es su mayor habilidad y cómo la ha ido perfeccionando a través de los años? Ha conseguido un estilo definido y elegante en sus retratos, de gran alcance visual. ¿Cómo llegó a el?
Cuando hago retratos, siempre busco dar con el personaje con la menor información posible, pero intento que ese minimalismo se transforme en líneas que fluyan, que den un ritmo y un estilo elegante al trabajo. Trabajar en el mercado anglosajón ha influido para que cierta elegancia clásica en la ilustración se viera reflejada en mi trabajo.
¿Tiene ilustradores de referencia que puedan llegar a inspirarle? ¿Quiénes son?
Siempre miro a los clásicos, Gruau, Sasek, Hirschfeld, Hockney, incluso más clásicos: Mucha, Lautrec, Schiele y todavía más atrás, Velázquez, Goya, Caravaggio…
¿Qué papel juega la inspiración en un ilustrador?
La inspiración es mucho más tangible de lo que la literatura se ha empeñado en contarnos. Hay que saber mirar, hay que saber extraer de cualquier cosa la belleza o el estilo, eso se acumula en la memoria y es ahí donde el proceso creativo se activa. El creativo debe ser, sobre todo, un voyeur con criterio, que llena su imaginario de referencias para que la “inspiración” trabaje con información suficiente.
¿A través del dibujo podemos despertar cosas invisibles como emociones, sensaciones y sentimientos?
Claro, a veces pienso que he hecho un trabajo muy prosaico y resulta que hay un público que se emociona más de lo que pensaba. Si no fuera así, solo haríamos pictogramas para señalética.
¿Cómo afronta el temido «papel en blanco»? ¿Cuál es su proceso creativo?
La clave es no tener papel blanco, así que siempre empiezo mis ilustraciones con un color de fondo. Mi trabajo, al ser digital, me permite mover los elementos con mentalidad de diseñador, como si de un collage de formas se tratara.
¿Ha tenido miedo a equivocarse alguna vez cuando ha publicado un dibujo? ¿Se arrepiente de alguna ilustración que ha publicado?
A veces soy muy obsesivo, hay ilustraciones que sé que están bien a la primera y otras se enredan demasiado y pierden frescura, sobre todo si hay muchos cambios desde la dirección de arte. Una vez, un gran ilustrador mexicano me dijo que en su país hay un dicho que dice «el papel del periódico de hoy sirve para envolver el pescado de mañana», así que, si alguna vez me arrepentí de una ilustración publicada, imagino que se olvidó al día siguiente.
«La ilustración es una manera de narrar historias, de ver a los mitos, de elegir actores protagonistas y secundarios, de mostrar mis filias, mis fetiches o mis anhelos»
¿Qué fronteras nunca debe traspasar una ilustración?
La corrección política va a acabar con nosotros, pero «el buen gusto», que tanto criticó Picasso, se debe mantener en cualquier contexto, hasta en los más ácidos.
¿Qué no soporta ver en una ilustración?
Una mala impresión en el papel. Cuando te has esforzado en un proyecto, que el resultado final sea malo por algo ajeno a ti, supongo que a todo ilustrador le molesta.
Su obra se centra principalmente en retratos de personajes del mundo de la música, el cine, la televisión y la moda. ¿Es una elección o se lo pide el cliente expresamente?
Algunos los hago exprofeso para mis libros o ediciones limitadas de láminas y tiene que ver con mis preferencias o referentes, pero la mayoría son encargos profesionales.
El color es una parte diferenciadora de su trabajo ¿cómo elabora esa paleta de colores necesaria para un proyecto concreto?
El negro, es la base, le da potencia y solidez a la ilustración y hace que el resto de colores se potencien. Naranjas, magentas y turquesas predominan en mi trabajo, pero a veces el personaje o el momento condiciona la paleta.
Cuando realiza ilustraciones para prensa ¿sigue al pie de la letra el encargo que le han hecho? ¿La «libertad creativa» debe ser una condición sine qua non para el ilustrador?
Interpreto el encargo, la ilustración tiene sentido solo si hay un briefing previo, pero esa distancia que marcamos con el encargo es lo que diferencia al buen ilustrador. Si el director de arte deja libertad es porque confía en el ilustrador y eso es clave para que el resultado final sea bueno, demasiado intervencionismo al final penaliza la frescura del resultado.
¿Qué convierte un trazo en algo interesante y bello?
La ausencia de ángulos rectos.
¿Menos es más?
Depende. Se trata de repartir los pesos, a veces necesito que partes de mi ilustración sean muy barrocas, precisamente para potenciar las que me interesan por su minimalismo.
«La ilustración solo existe en un contexto gráfico, un dibujo en un papel es solo un dibujo, no es ilustración»
¿Ilustrar es arte?
Es un «arte», pero no es arte. El arte dispara y, donde cae la flecha, el artista coloca la diana. En ilustración, te ponen la diana y tienes que acertar en el blanco.
¿Qué busca transmitir al espectador con sus ilustraciones?
Que disfrute como si mirara por una ventana de «la Casa Malaparte» o por la mirilla de un club de jazz en Harlem.
¿En una sociedad como la actual en que todo es imagen, cree que está reconocida la labor de los ilustradores por parte de esta?
Sí, a los fotógrafos ya nadie los reconoce por su estilo, salvo alguna excepción, en cambio enseguida identificamos a los ilustradores, son más reconocibles y es más fácil fidelizar con un lenguaje o unos personajes.
¿Qué papel juega la ilustración en la cultura visual actual?
¿Qué hemos memorizado de la campaña de Obama?: el cartel de Fairey. Esa cultura pop sigue más viva que nunca. Las marcas apuestan por ilustración más que por fotografía, las revistas la tienen siempre presente. Sobre todo, para publicitar servicios, son muy útiles como herramienta de diferenciación y de empatía con el consumidor.
Actualmente, las redes sociales son un gran escaparate para todo ilustrador ¿qué opina de ellas?
Es una herramienta maravillosa para mostrar el trabajo al mundo, el retorno es rápido y eficaz, pero los criterios de calidad y profesionalidad no los debe dar el número de likes. Esto, para la gente que empieza puede ser frustrante o equívoco. Los directores de arte son los que deben tomar las riendas del mercado y no las redes.
Para terminar, ¿está trabajando actualmente en un nuevo proyecto?
Llevo la dirección creativa de un espacio de “branding-art” que va a dar mucho que hablar con exposiciones…