La distancia es sinónimo de separación, de tener un espacio no visible que puede llegar a ser físico o incluso sentimental e intelectual. Es ese espacio o intervalo de lugar, o de tiempo, que media entre dos cosas o sucesos. Es la diferencia notable entre unas cosas y otras. Es un alejamiento, un desvío, o un desafecto entre personas, que en muchas ocasiones puede llegar a ser insalvable, pero por el que si se quiere, no hay que dejar de luchar, incluso el destino o como queramos llamarlo, a veces da sorpresas, produciendo un acercamiento mediante un encuentro, no deseado que hace cambiar el rumbo de las cosas.
El cómic como medio se ve muchas veces resumido en esa imagen icónica de una página subdividida en distintos recuadros a los que llamamos viñetas. La imagen dibujada está fija en una única dimensión temporal en la que forma una narración también dibujada y que abarca una sucesión de microeventos que se van produciendo entre cada una de las viñetas, es decir, el tiempo del relato depende de la duración interna de cada viñeta y la relación entre ellas, haciendo un uso coherente y locuaz de la elipsis.
Pero el cómic es algo más que representar esa bidimensionalidad en papel. Es un transmisor, como lo es el cine, la literatura o el teatro, de historias y sentimientos. Algo que hace muy bien el dibujante italiano Manuele Fior (Cesena, 1975). Lo consigue con sus obras de cómic. Un ilustrador que se sirve del arte como fuente de inspiración a través de artistas como Felice Casorati, Henri Matisse o Gustav Klimt, transmitiendo así un equilibrio estable que forma parte de una magnífica secuencia gráfica de la cual puede extraerse, sin que genere tensión alguna, esa distancia respecto al antes y el después de los personajes.
Su primer cómic en color fue Cinco mil kilómetros por segundo (Salamandra Graphic), una emotiva historia de amor y una joya visual que mereció el premio Fauve d’oral mejor álbum en el Festival de Angoulême en 2011. En ella, narra la historia de Piero y Lucia, dos jóvenes que se amaron pero que con el paso del tiempo tomaron caminos separados. Ambos necesitaban experimentar, recorrer mundo, aprender y descubrir la vida juntos y por separado. Su historia de amor se extiende en el tiempo y el espacio, se distancian y se acercan, el amor va transformándose en ternura y afecto.
Fior nos permite así acceder a distintos momentos de sus vidas y su relación, retratando al mismo tiempo a toda una generación de treintañeros perdidos y sin referentes, seducidos por una infinidad de modelos de vida, pero incapaces de decantarse por ninguno. Con el paso de los años, en la distancia, Piero y Lucia se idealizan el uno al otro… o tal vez idealizan el concepto de amor propagado por la cultura contemporánea y que conlleva alguna decepción, un concepto que, confrontado con sinceridad, puede llegar a mostrar un rostro cruel.
Una obra admirablemente bien dibujada por acuarelas que se diluyen en los trazos, en la que hay una rotación de colores que cambian de una manera muy suave y que desde el punto de vista de la narración construyen y diferencian flashbacks, proporcionando así al color un recurso muy importante dentro de la narración. Ocres y amarillos del verano italiano, azules helados del invierno noruego, las estaciones y los países cantan bajo los sublimes trazos de Fior. Un claro guiño a sus viajes, ya que vivió en Noruega, Alemania y Egipto antes de establecerse en París.
Todo ello hace que cada viñeta precipite el relato y; simultáneamente lo contenga como función expresiva que vincula a la respuesta que ofrece su contenido, acomodándose a el, potenciándolo o incluso oponiéndose de manera irónica. De esta manera, la acción particular, en este caso, de la distancia, es potenciada de forma expresiva e intrínseca.
Páginas como imagen única que transmiten una información a golpe de trazo y color, para conducir la lectura por esa unidad contenida que incluye, tiempo y escenarios de cada época de la vida, cada región tiene una característica narrativa y colorida que la define. Los sueños de Piero también tienen un tratamiento particular. El tratamiento de los capítulos también es notable y onírico: una gota de agua para el primero y así sucesivamente hasta el cuarto, el quinto es anunciado por un diluvio de lluvia, tratándose del encuentro entre Lucia y Piero, el torrente final.
Una historia agridulce sobre la tentación de partir y las angustias del desarraigo. Una reflexión sobre encuentros y opciones de vida que pueden tener consecuencias irreversibles en las emociones y sentimientos que nos atacan a cada uno. El amor y la razón que no se mezclan y, sin embargo, a menudo es la razón la que prevalece sobre la pasión. La pasión sigue siendo un objeto demasiado frágil y tan desestabilizador que el miedo que inspira rara vez se resiste al sentimiento de tranquilidad que la razón instaura entre los seres.
En definitiva, al recuperar Salamandra Graphic Cinco mil kilómetros por segundo, está recuperando una obra íntima, delicada y sutil, un retrato introspectivo que despliega una gran madurez gráfica y extraordinaria como deslumbrante, que llegó a consolidar a Fior como un artista visual único y un escritor profundamente empático que tras licenciarse en arquitectura, ha trabajado como dibujante de cómics, ilustrador y arquitecto. En España ha publicado entre otros los cómics La señorita Else, Celestia y La entrevista. Es colaborador habitual de diarios y revistas como The New Yorker, Le Monde, Vanity Fair o La Repubblica, y de editoriales como Feltrinelli y Einaudi, entre otras.
Cinco mil kilómetros por segundo // Manuele Fior // Salamandra Graphic // 2022 // 19 euros
Cómic