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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

60 años de pasión gala

Con la publicación del álbum número 38 de Astérix y Obelix, se cumplen 60 años desde la creación de la inolvidable pareja de irreductibles galos

60 años de pasión gala
Pablo Delgado el

En 1959 Goscinny y Uderzo crearon Astérix para Pilote. Un año más tarde Georges Dargaud compró la revista que atravesaba por dificultades. Dargaud especializado primero en publicidad, tras la liberación de Francia de la invasión nazi, llegó a invertir en la prensa popular. Su golpe maestro fue conseguir, en 1947, los derechos para Francia del semanario Tintín.

Un año después de haber comprado Pilote, Dargaud en 1961, lanzó la colección de álbumes del mismo nombre. Además de Barbe Rouge y Michael Tanguy, la primera salva de títulos cuenta con Astérix el Galo, convirtiéndose este en el primer álbum de la saga con 6.000 ejemplares impresos. Todos los años siguiendo una maqueta idéntica, aparecía un nuevo título de cada una de las colecciones que se ponía a la venta, pero el álbum no era más que un elemento secundario en la economía de una colección que se basaba, ante todo, en la revista.

El año 1966 supone la emancipación editorial de Astérix con la publicación del séptimo título, El combate de los jefes. Entonces el ritmo editorial se aceleró. Hasta llegar a la actualidad con la publicación del álbum número 38 La hija de Vercigentorix (Salvat).

Los personajes cumplen 60 años y como exige la tradición de la alternancia, la nueva aventura se desarrolla en la célebre aldea gala. Escenario que para el historiador de la Galia, el personaje de Astérix es objeto de asombro. Cuando se publicó el primer álbum, los franceses apenas sabían más sobre los galos que sus abuelos del siglo anterior. Lo que ocurrió fue que la ficción parece servirse del desfase que erosiona sin cesar con la realidad fascinante pero fría que permiten ver los arqueólogos. Hay una forma de misterio. ¿Como puede el lector, en los personajes dibujados, reconocer a unos galos quizá más verdaderos que los de los libros de historia, cuando Goscinny y Uderzo parecen sentir un maligno placer en jugar con la cronología, en abolir la geografía, en reinventar los acontecimientos?

Tras la escapada a Italia que supuso Astérix en Italia en 2017, ahora tocaba regresar a Armónica para asistir a una reunión que turbará la rutina de los habitantes de la aldea. La hija de Vercingetorix es el resultado de la cuarta colaboración entre el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad. El dúo, siempre dispuesto a imaginar nuevas aventuras, se introduce en el maravillo mundo de Uderzo y Goscinny.

Los autores nos traen la historia de la hija del célebre jefe Galo Vercigentorix, que es perseguida por los romanos y encuentra refugio en la aldea de los irreductibles galos, el único lugar seguro posible. Adrenalina es una presencia jovial y misteriosa cuya llegada acaparará todas las conversaciones. Una chica que se enfrenta a los clásicos problemas de la adolescencia, núcleo principal de esta historia, en la que realmente la pareja de galos pasa a un segundo plano para dar protagonismo a los jóvenes y especialmente a la chica.

El papel de la mujer en los álbumes de Goscinny y Uderzo ha sido algo peculiar, ya que tuvieron que responder de acusaciones de misoginia. Las críticas señalaban la aparición tardía, y después el papel secundario, de las mujeres en la colección, así como su temperamento, a veces difícil: no les falta franqueza, embrollan las intrigas y no dudan en llegar a las manos, a golpes de pescado. De hecho hay que esperar hasta El adivino en 1972, para que tengan derecho a probar la poción mágica y hasta El regalo del César en 1974, para que tomen asiento en el banquete final. Los personajes femeninos que desempeñan un papel activo en las aventuras son, en efecto, poco numerosos y a menudo bastante caricaturizados, a imagen de Cleopatra -de carácter caprichoso y colérico- o de Karabella, que alberga numerosas quejas contra su marido Abraracúrcix (jefe de la aldea). Astérix solo se encuentra en contadas ocasiones en galante compañía y no duda en proclamar alto y fuerte que no está «listo para el matrimonio».

En fin, hay que reconocer que el universo de la colección es profundamente masculino, lleno de peleas, de borracheras, de viajes… mientras las mujeres se encargan esencialmente de las actividades domésticas. Pero en este álbum número 38 esto ha empezado a cambiar, actualizándose a los nuevos tiempos de adolescentes que aparecen representados en la aldea. En ella, surgen dos nuevos personajes Blinix y Selfix que son los hijos del pescadero Ordenalfabétix y del herrero Esautomátix, eternos amigos-enemigos, obsesionados con las peleas.

Conrad no pierde la esencia del dibujo, con ese tono jovial y divertido característico de Astérix que no incita a detenerse en la imagen, en la que las peripecias de los amables héroes galos se encadenan con fluidez, y no se encuentra en ellas ningún pero. Salvo las grandes viñetas descriptivas, más bien escasas, donde la mirada cae a placer sobre vastos dechados de arquitectura o de naturaleza, en lo que favorece la rapidez de lectura.

La notable pericia en el tratamiento gráfico no hace necesario invocar un presunto «cine de papel» para describir la magia de la viñeta. En ese registro reconocible sin dificultad de Goscinny y Uderzo, la hábil composición de imágenes usando personajes y lugares profundamente caracterizados, el trazo ágil y variado tanto en densidad como en la función, el equilibrio de masas y de forma, a menudo vaciadas, que no retienen la mirada y que la hacen deslizarse de viñeta en viñeta, en sincronismo con la vehemencia rítmica e imparable de sus creadores. A esto hay que añadir un coloreado vigoroso, que dirige la mirada a los primeros planos y engalana a los personajes con un plumaje cromático que garantiza en toda circunstancia su identificación.

En definitiva, se disfruta de esta última entrega. El mundo de Astérix se nos muestra, nada más y nada menos como esa comunidad de adultos peleones exhibiéndose como la más turbulenta asamblea infantil, en la que los jóvenes parecen los más racionales. Una cumbre paradójica que con gran virtuosismo Uderzo se adueñó de la paleta grotesca y de la extravagancia, hasta hacer de ellas una herramienta gráfica de una eficacia temible y bufona que impuso a sus personajes.

Toda una proeza del cómic que ha vendido 377.000.000 álbumes en el mundo y que colocados uno tras otro, los álbumes darían dos veces la vuelta a la Tierra.

«La hija de Vercingétorix» // Jean-Yves FerriDidier Conrad // Salvat // 2019 // 9,45 euros

Cómic

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