Con cualquier editor que hables te dirá que el mundo de la edición es un mundo muy complicado y sacrificado. Un oficio el de editor, al que se suele llegar a través de la vocación de amar a los libros y querer expresasr y compartir dicho amor por aquello que le llena y satisface. La figura del editor se encuentra dentro de un espectro empresarial, porque al fin y al cabo el mundo editorial está formado por una estructura empresarial, aunque no lo parezca muy fuerte. Tal es asà que a lo largo de las últimas décadas se han ido creando grandes grupos empresariales entorno a ese objeto y que significa tanto, que es el libro.
Hay un libro editado por la editorial Trama llamado “La traición de los editores” en donde desde su faceta de editor, Thierry Discepolo no solo describe la anti-leyenda de la edición francesa y cuestiona muchos de sus mitos, sino que propone a la vez las bases para una reflexión sobre las responsabilidades sociales y polÃticas del universo del libro. La edición francesa que está practicamente en manos de los grandes grupos industriales viene repitiendo la misma lógica que los medios de comunicación, a la hora de mantener un determinado orden social e ideológico. Lo que está en juego es la difusión y el contraste de ideas, y qué tipos de organización del trabajo y proyectos de convivencia social postulan, ya que, por llamarla asà existe otra edición, que es la edición de aquellos editores que se sienten y son libres y por lo tanto independientes ante la cuenta de resultados del conglomerado empresarial.
Dichos conglomerados empresariales además, no es que se dediquen en exclusiva a vender libros y proyectar de cultura a la sociedad, estos grupos tienen además dentro de ellos empresas de todo tipo, como por ejemplo de transportes, medios de comunicación, productoras de cine e incluso se da en algún caso la venta de armamento, por lo que, el riesgo económico que tienen a la hora de editar puede ser menor (aunque principalmente se guien por la cuenta de resultados) que aquel “pequeño editor” que pone todo su trabajo y esfuerzo en publicar lo que él quiere.
Entonces, el mundo editorial ha quedado dividido en dos bandos irreconciliables. Del lado del “vicio” nos encontramos con dos o tres grandes grupos, de esas intenciones dudosas como su capital (extranjero, vinculado a fondos de pensiones y a medios de comunicación, entre otras); sus editores han sido reducidos al papel de máquinas de generar beneficios, propaganda y diversión. Del lado de la”virtud”, cientos de pequeñas editoriales, respaldas por un puñado de “grandes editores independientes” (capital familiar, centro de negocio editorial, etc), garantizan los valores sagrados del oficio, el pluralismo y, por su puesto, nuestra libertad de expresión del saber y la perennidad del patrimonio cultural.
La edición alimenta las emociones y perpetua el drama. Cómo las editoriales se mueven según qué tipo de ideologÃa o interés quieren beneficiar. Comenta Discepolo que no hay un solo tema en Francia para el que la edición no tenga una propuesta de libro. A veces, es el propio mundo editorial el que toma la iniciativa. Discepolo llega a definir la edición como modelo de profesión acomodada y un tanto pretenciosa, y en consecuencia un tanto dada a las proyecciones fantasmagóricas del pequeño burgués semi-educado, la edición (sobre todo la contemporánea) suele analizarse a través de la monografÃa de una editorial y de su catálogo. Como el resto de medios de comunicación de masas, la edición participa en la transformación del público en masa: mediante una organización de la producción cada vez más centralizada y de medio financieros más poderosos.
El editor transforma manuscritos en libros. Contribuye a hacer salir del anonimato ideas cuya producción él es parte implicada y con respecto de las cuales está en su derecho de preguntarse si los caminos que ha tenido que elegir no traicionan las ideas en las que cree. Entre los editores y editoriales que Discepolo nos nombra a través de un recorrido exhaustivo de la composición de sus “imperios editoriales” están. entre otros Hachette, Actes Sud, Arnaud Nourry, Claude Durand, Olivier Nora, la familia Lagardére, Antoine Gallimard y su pensamiento sobre los pequeños editores como los causantes de la colma de las mesas de novedades de las librerÃas.
Discepolo trata a los hombres y mujeres de la edición francesa como honorables que deben ser capaces de mantener viva la creencia, en un frágil ecosistema de periodistas literarios, de libreros, bibliotecarios y de lectores, de que los libros que editan tienen realmente algo que ver con el libro, ese concentrado fetiche de saber desinteresado. Sobre todo “los grandes editores” deben perpetuar esta creencia de cara a sus empleados más modestos, que son a menudo los verdaderos depositarios de las competencias para editar libros dignos.
Un recorrido por la edición francesa muy clarificador el que hace Discepolo, aportando reflexiones constructivas y enriquecedores sobre el mundo “elitista” de la edición francesa, en donde la editorial pequeña e independiente juega un papel fundamental manteniendo su independencia económica y su libertad editorial sin transigir en momento alguno con sus reglas de oro: publicar exclusivamente libros que tienen ganas de defender, sin dejarse llevar por las modas literarias, esta es una edición difÃcil pero constructiva, una aventura de una verdadera proeza en la patria de los enciclopedistas y las revoluciones que a veces es absorbida por la gran mano del oligopolio.
“Libro, ese bien cultural que no deberÃa ser sometido a la rentabilidad inmediata como única exigencia”.
“La traición de los editores” // Thierry Discepolo // Trama editorial // 20 euros // 2013
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