Parece obligado referirse en un blog centrado en la Historia Naval, y aún más, en la Arqueología subacuática, a uno de los pecios de mayor interés por lo que se refiere no solo al buque mismo, sino a su significación en la Historia de España.
Se trata de los restos de la fragata Numancia, aún distinguibles en la bonita localidad pesquera y turística de Sesimbra, en Portugal, no lejos de Setúbal y de Lisboa, donde tuvo fin su dilatada vida.
Su nacimiento tuvo lugar durante el reinado de Isabel II, cuando hubo un interés renovado por impulsar de nuevo la Armada, tras años de abandono, y supuso todo un reto: la reciente guerra de Crimea había puesto de manifiesto la fragilidad de los buques de casco de madera y sin blindaje ante la moderna artillería, de allí surgió la necesidad de protegerlos y la idea se concretó en Francia con la fragata blindada “Gloire”.
Muy poco después se encargó al astillero francés de La Seyne, cerca de Tolón, una nueva fragata, que llevaría el nombre de la ciudad celtíbera que resistió nada menos que 20 años a las legiones romanas. Y asi el buque se botó un 19-XI-1863, con sus 7.500 toneladas, casco de hierro y blindaje de hasta 12 centímetros de espesor, propulsada por máquinas de 3.700 cv que permitían llegar a los 13 nudos, por entonces muy considerable. Además llevaba un aparejo completo, pues el combustible utilizado, el carbón, por aquel entonces no estaba disponible en muchos puertos, especialmente en ultramar. Su dotación era de 590 hombres y la artillaban 34 cañones de 68 libras de proyectil, aparte de seis ligeros para uso de las embarcaciones auxiliares.
Su mando se confió a un joven Capitán de Navío, Casto Méndez Núñez, ya más que acreditado por su pericia, valor y decisión, y la primera misión encomendada fue todo un desafío: cruzar el Atlántico y salir al Pacífico con su buque, a reforzar la escuadra que allí se había enviado en apoyo de la “Expedición Científica del Pacífico”, muchos de cuyos resultados paleontológicos y botánicos se conservan y exponen en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Así, el gran buque zarpó de Cádiz el 4-II-1865 y cruzó el Atlántico sin novedad, llegando al Pacífico frente al puerto peruano de El Callao, en una travesía que causó sensación en todo el mundo, pues los primeros buques blindados eran poco marineros y soportaban mal los océanos y los temporales. Poco tiempo después, el británico “HMS Captain”, botado en marzo de 1869, naufragó por un temporal frente a Finisterre en noviembre del año siguiente, salvándose solamente 19 de sus tripulantes.
Comprensiblemente, el éxito de D. Casto al conseguir llevar su buque hasta el Pacífico le valió el ascenso a “brigadier” (contralmirante) y la jefatura de la escuadra española allí destacada, pasando a mandar el buque Juan Bautista Antequera y Bobadilla.
Pero la expedición ya había derivado por errores y malas interpretaciones de los gobiernos de ambas partes en un conflicto entre España y las naciones hermanas de Chile y Perú. conocido como “La Campaña del Pacífico”.
En ella y durante el épico combate de El Callao, la “Numancia” soportó más de 50 impactos enemigos, sin sufrir averías graves y solo un puñado de heridos, entre ellos el mismo Méndez Núñez, que se negó a dirigir el combate desde el puente de mando blindado, por no parecer que se exponía menos que las otras fragatas de su escuadra, aún sin blindaje, y que sufrieron daños y bajas mucho mayores.
Las heridas de Méndez Núñez en el combate de El Callao, óleo de Muñoz Degraín, Museo Naval de Madrid.
Tras el combate, Méndez Núñez decidió que el grueso de la escuadra volviera al Atlántico, primero al Río de la Plata y después a Brasil, por si la escuadra enemiga pasaba al contraataque, mientras que la “Numancia” cruzaba a vela todo el Pacífico, siempre al mando de Antequera, y tras varias escalas, llegaba a Cádiz el 20-IX-1867, siendo el primer acorazado que logró dar la vuelta al mundo, lo que suscitó la admiración general y una placa conmemorativa en el buque en latín: “In loricata navis quae primo circuivit” en una clara alusión a la gesta de Elcano.
Aquella verdadera hazaña conmovió profundamente a la sociedad española de la época, con reflejo en los escritos de Bécquer y de Galdós, que le dedicó uno de sus “Episodios Nacionales” y mostrado además en el callejero de muchas localidades españolas
Paralelamente significó el total descrédito de los gobiernos de Isabel II, con la consecuencia de la “gloriosa“ revolución de 1868, su destronamiento y exilio de España. De nuevo la fragata fue protagonista de importantes hechos históricos.
Tras un intento de nombrar a Méndez Núñez nada menos que Regente, frustrado por su temprana y un tanto sospechosa muerte, la elección recayó en el príncipe italiano Amadeo de Saboya, quien llegó a España en la “Numancia”…por cierto que entre su séquito de honor figuraba un joven guardiamarina: Isaac Peral y Caballero.
Siguieron tiempos difíciles con la Revolución Cantonal, siendo la Numancia capitana de la escuadra rebelde, que tras varias escaramuzas terminó refugiándose en la por entonces colonia francesa de Argelia, para evitar lo peor…
En 1885, con motivo de la crisis con el Imperio Alemán por la posesión de las Carolinas, se temió que una escuadra alemana tomara las Baleares, bien para retenerlas como conquista o para ser utilizadas como “moneda de cambio” en las negociaciones tras la paz. Y allí fue la escuadra para intentar impedirlo, al mando de Antequera, hasta que el conflicto se resolvió por vía diplomática favorablemente a los intereses españoles.
Diez años después, el viejo buque estaba ya muy anticuado ante los sucesivos y rápidos progresos de la construcción naval, sin embargo, aún podía ser útil frente a buques menos poderosos, y se decidió enviarlo al astillero francés que lo construyó para su modernización, que incluía suprimir su aparejo de velero y cambiar su artillería por otra mucho más moderna. Pero cuando estalló la nueva crisis de 1898 las obras no estaban terminadas y el veterano buque no pudo participar en la contienda.
La Numancia modernizada a comienzos del siglo XX
Aún tuvo un último momento de gloria cuando fue la sede de la entrevista entre Alfonso XIII y Eduardo VII del Reino Unido en aguas de Cartagena en 1907, donde se firmaron importantes acuerdos sobre Marruecos y sobre colaboración técnica naval entre ambos países.
En 1910, y con motivo de la revolución portuguesa que dió fin en el país vecino y hermano a la monarquia, la veterana “Numancia” fue enviada a Lisboa en misión de observación y vigilancia de los acontecimientos,y poco después participó brevemente en algunas de las campañas del Riff.
Pero ya el buque estaba completamente desgastado y superado por la técnica, y se decretó su baja el 18-XII-1912. Condenado al desguace, muchas voces se alzaron pidiendo se conservase su casco por su inmenso valor histórico. El estallido de la 1ª Guerra Mundial contribuyó a que se desechase cualquier solución y se ordenó finalmente el 28-VII-1915 que su casco fuera vendido, desguazado y aprovechado su hierro por la industria, tras desembarcar armamento e instrumentos de a bordo.
Remolcado ya sin sus máquinas por dos remolcadores, el buque remontó la costa portuguesa, hasta que el 15-XII-1916, un temporal del Sudoeste lo hizo encallar en la playa de Sesimbra.. Solo iban a bordo unos 32 hombres, que pudieron salvarse gracias a la ayuda de los pescadores locales, organizados en la “Sociedad de socorro de náufragos”. Además, fueron atendidos en tierra con toda humanidad y consta que al menos tres de ellos se casaron y afincaron allí, viviendo todavía muchos de sus descendientes.
Expectación popular ante la varada en la playa
Peor suerte tuvo el casco, cargado para aprovechar el viaje con 1.300 toneladas de sal para su destino en Bilbao, pero una vez aligerado de ese peso, de nuevo rugió el temporal y lo hundió en la playa.
Y allí sigue hasta ahora, siendo motivo de atención de todos los que la visitan y curioso lugar de juego de los jóvenes y hasta niños, al estar en poco fondo.
El pecio en la actualidad
Desde entonces, y todos los 17 de diciembre se celebra en la localidad una fiesta que conmemora los hechos y el salvamento, organizado por la “Cámara Municipal” (ayuntamiento) de Sesimbra, y con la contemplación de los objetos conservados del naufragio en el museo local.
Este año, además, y gracias a la idea de dos españoles: el escritor D. Ignacio Vázquez Molini y el capítán mercante D. Emilio Martín Bauzá, se llevará a cabo un gran acto de recuerdo y celebración este 1 de julio, gracias al apoyo local y al de la Embajada de España en Lisboa.
Y por todo lo expuesto en este rápido resumen, es de esperar tenga el reflejo en los medios que la ocasión merece.
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