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Un antiguo mapa español puede cambiar el resultado del litigio internacional marítimo más importante de nuestro tiempo

Un antiguo mapa español puede cambiar el resultado del litigio internacional marítimo más importante de nuestro tiempo
Mapa del jesuita español Pedro Murillo y Velarde y publicado en Manila en 1734
José María Lancho el

Sobre islas artificiales

Para todos aquellos que les gustaría crear su propio país, atisbar el vértigo del poder absoluto de una independencia geográfica disponen de una receta completa, a su alcance, dibujada en  una de las fronteras probables de la tercera guerra mundial: el Mar de la China Meridional en el Pacífico occidental.

Y es que el nacionalismo y los intereses económicos que viajan a lomos de la política nacionalista, han decidido de una forma original utilizar el derecho internacional para destruir el derecho internacional. El método:  creando islas artificiales para establecer zonas de soberanía oceánicas.

Una experiencia primeriza, liderada por un millonario y libertario de los impuestos de Las Vegas, fue la denominada República de Minerva. Toneladas de tierra se echaron sobre unos arrecifes apenas hundidos en el Pacífico y que se llamaban Minerva debido a que un viejo barco carbonero, con ese nombre, confundió su rumbo y acabó embarrancando una vez allí. Cuando el propietario de las toneladas de tierra y escombros consiguió que sobresalieran establemente sobre el mar,  declaró inmediatamente la independencia (19 de enero de 1972). La posibilidad de una colonia de los casineros de Las Vegas en el Pacífico fracasó a los pocos meses. Taufaʻahau Tupou IV el rey de Tonga preocupado ante el nacimiento del mayor experimento casinero y soberanista del mundo y que convertía en su pequeño país en fronterizo de Las Vegas, invocando los derechos tradicionales pesqueros de sus ciudadanos ya bastante transtornados por las toneladas de escombros aportados por la “civilización”, ordenó ocupar el territorio.  En los años 80 se hizo al menos un intento por un grupo de libertarios para recuperar el reino.

Arrecifes Minerva

Pero no solo los casineros quieren islas. Islas artificiales como antenas de soberanía. También las quiere China. Y por supuesto, a escala china.

El artículo 60 (para la Zona Económica Exclusiva) y el 80 (para la Plataforma Continental)  de la Convención del Derecho del Mar establecen que las islas artificiales, instalaciones y estructuras no poseen la condición jurídica de islas.

No tienen mar territorial propio y su presencia no afecta a la delimitación del mar territorial, de la zona económica exclusiva o de la plataforma continental.

El caso: Una red de islas artificiales para “pescar” el… Mar de la China (o de Filipinas).

Pero, ¿en qué condiciones un conjunto de rocas que sobresalen del mar pueden adquirir la cualidad de isla?, ¿Cuándo se puede considerar artificial una isla y por cuánto tiempo?, ¿alimentar con tierra un arrecife es una isla artificial?

China quiere transtornar todo el sistema de fronteras marítimas en el inmenso Mar de China por medio de la conversion de arrecifes y bajíos en islas artificiales desde las que proyectar soberanía sobre millones de kilómetros cuadrados de fondos marinos en una de las aventuras políticas e ingenieriles más importantes de la historia.

China convierte arrecifes en puertos gigantes

Según el Departamento de Defensa de EE.UU., en el año 2015, se estima que China ha construido más de 1.300 hectáreas (13 Kilómetros cuadrados) en las siete masas de tierra (arrecifes como Fiery Cross o Mischief…) de las Spratly al oeste de Filipinas. Sin duda uno de los grandes desafíos de la ingeniería moderna  Para China son fragmentos de tierra suficientes como para reclamar y/o controlar y actuar con toda libertad de propietario sobre los fondos marinos de más de 2 millones de kilómetros cuadrados: el mayor negocio soberanista del planeta.

Spratly, Spratly… unos viejos conocidos de la cartografía portuguesa, española (Bajos de Paragua) y holandesa que finalmente han quedado con un nombre menor… Richard Spratly, nada menos que un viejo conocido del comercio forzoso entre Gran Bretaña y China en el siglo XIX tras la primera guerra del opio. ¿No es posible quitar esos nombres de la geografía de todos? Ahora en internet se le identifica como ballenero lo que nos advierte del nivel de manipulación y locura que retrata la red. Si hay que discutir desde el derecho y la historia en contra de un acto de expansionismo por vía de hecho, tal vez no sería absurdo quitar de las denominaciones y el santoral geográfico el nombre –tan reciente además- de un personaje de las cualidades de aquél individuo.

Operación de transformación de los arrecifes en inmensas plataformas estratégicas

Otro de los espacios en disputa son los Bajos de Panatog, Masinloc (en la denominación filipina o Bajos de Panatog en español es su designación más antigua) también llamado Bajos Scarborough (nombre en honor de un accidente completamente apócrifo del espía británico y aristócrata, aunque no en ese orden, Philippe d’Auvergne, otro personaje para el recuerdo), donde también hubo una república libertaria a cargo de un hombre de negocios filipino, hasta que el dictador Marcos decidió que esas utopías, aun semisumergidas, eran una amenaza al régimen.

Las aristocracias mercantiles y políticas chinas no son insensibles a las posibilidades económicas y estratégicas de un área que representa quizá la mitad del tráfico marítimo mundial y, sin duda, supone una zona con enormes recursos energéticos (no sólo según fuentes oficiales norteamericanas sino por las plataformas petroleras que ha seguido enviando China al área) y  mineros y siendo una de las zonas pesqueras más ricas del planeta.

Lo cierto es que esta región es absolutamente crucial para la supervivencia de varios Estados: Filipinas que se convertiría directamente en un anexo chino y Taiwan, lo mismo, incluyendo al propio Japón -que necesita que el petróleo que bebe para existir siga transitando por ese mar- . De esta forma China se enfrenta con una burbuja diplomática que ni la legalidad internacional ni el mayor deseo de paz de todos le van a permitir que se mantenga.

China es signataria de la Convención del Derecho del Mar y Filipinas utilizando las herramientas de la Convención (art 287) ha demandado en 2013 ante el Tribunal (Corte) Permanente de Arbitraje previsto en el anexo VII de la Convención a China. Aunque China se ha negado a designar un representante para las actuaciones y ha advertido que no considerará como vinculante ninguna resolución de ese Tribunal de Arbitraje (ya en 2006 de forma preventiva  optó unilateralmente por excluirse de esta opción). China sostiene que tendría derecho a elegir un método “diferente” de resolución, esto es someter a cada Estado (al menos habría seis Estados afectados) que no esté de acuerdo con su política a someterse a un pulso bilateral por vía diplomática con el gigante chino.

Sin embargo, el art. 288 de la Convención niega a las partes que la han firmado precisamente esa capacidad de decidir si les afecta o no la jurisdicción del Tribunal, pues el Tribunal conoce sobre su propia jurisdicción, para evitar que los compromisos firmados se conviertan en confeti o, como en este caso en islas artificiales. En consecuencia, de momento, el Tribunal Permanente de Arbitraje ha negado virtualidad a la excepción planteada por China.

Un viejo mapa español que puede cambiar el curso del litigio

La discusión tomó un giro inesperado cuando Filipinas fue capaz de asomarse a su increíblemente rico pasado común y reivindicar los efectos, precisamente, de aquella identidad política y geográfica hispánica que incluía, nada menos, los espacios que reclama ahora China con supuestos argumentos históricos

Se trata del mapa dibujado a instancias del fascinante jesuita Pedro Murillo y Velarde  y publicado en Manila en 1734. Murillo y Velarde era  además un jurista increíblemente lúcido y contemporáneo.  El mapa, al que corona el escudo de la Monarquía Española, muestra las rutas marítimas hasta España y México (Nueva España).

Bancos Panatoc / Masinloc / Scarborough en el mapa de Pedro Murillo y Velarde y publicado en Manila en 1734.

El interés geográfico del mapa es radical, elaborado en las propias Filipinas, viene a desactivar y contradecir todas las pretensiones territoriales chinas próximas a Filipinas pues señala como  Panatog a  los Bajos de Masinloc / Scarborough y Bajos de Paragua precisamente a las Spratly que son las reclamaciones clave de la operación china en todo ese área. El mapa echa por tierra todas las reivindicaciones con supuestas justificaciones históricas sostenidas desde China para hacerse con las zonas marinas que, conforme al derecho internacional, corresponden a Filipinas.

Bajos de Paragua / Spratly

En otros aspectos de interés del mapa demuestra la diversidad cultural de una de las sociedades más complejas de Asia. Los doce grabados que acompañan al mapa representan a varios de los grupos etnográficos que habitaban las islas: distintos grupos étnicos que vivían en el archipiélago: españoles, indios, criollos, chino-filipinos, mestizos armenios, mogoles, malabares, japoneses. Asimismo hay un mapa de la isla de Guam, y un mapa de Manila. https://www.wdl.org/es/item/10089/view/1/1/

China había intentado también construir un argumento histórico para vincular todos esos territorios con su actual reivindicación nacional, pero esta argumentación  ha visto desvanecido buena parte de su consistencia por la existencia de este mapa.

¿Porqué el mapa no apareció antes? El mapa era minoritariamente conocido pero estuvo extraviado  de su ámbito cultural mucho tiempo, desde la toma de Manila por los ingleses en 1762 en que se saqueó toda la cartografía y toda la bibliografía científica, etnográfica y lingüística de españa en Asia/Pacífico. No es extraño que el mapa estuviese en poder de una casa nobiliaria británica hasta que la casa de subastas Sotheby’s lo sacó a la venta en 2014. No obstante hay referencias de que los jesuitas conservaron alguna otra copia del mapa.

Un empresario filipino, mezclando lucidez y patriotismo en el mejor sentido, costeó la adquisición y el mapa ha sido sometido al Tribunal de Arbitraje.

Filipinas dependía de Nueva España, y mantuvo una relación fundamental y amistosa con el gran Imperio Chino, de hecho Filipinas pudiendo haber sido la gran base productiva y comercial del mercado del opio no lo fue jamás (y a pesar de recientes intentos de manipulación historiográfica al respecto), españoles-filipinos y chinos, ambos viejas civilizaciones nunca recurrieron al colonialismo  del opio y sus relaciones no fueron en siglos sino de paz y comercio. La presente disputa, al menos desde el lado chino, debería tener este dato en grave consideración, no lo expreso como ninguna deuda histórica, la renuncia al empleo del opio como medio de dominación, sino que precisamente China por grandeza y confianza de su propio destino y papel histórico no puede considerar digno de sí despojar a un país como filipinas de su legítimo espacio marítimo y menos aún con otra guerra de “islas artificiales”. Si el fallo del Tribunal de Arbitraje es en su contra, debido a la inconsistencia jurídica e histórica de sus reclamaciones, China debe optar por mantenerse dentro de la legalidad internacional si quiere ser protagonista del proceso imparable e imprescindible de una humanidad unida.

Otras claves en el lado del problema

Finalmente, debemos destacar un elemento que me temo es fundamental para que estas crisis de derecho internacional sean posibles: Son muchos en la propia Europa quienes juegan a desvirtuar el derecho internacional del mar.

La Convención del derecho del mar es el instrumento legal más transgredido en derecho internacional (con excepción de los derechos humanos). En Europa lo hemos visto muchas veces porque esta política de crear masas de tierra artificiales viene seguida entre otros por las autoridades británicas de Gibraltar.  Sus ampliaciones de diques (desde territorios de cosoberanía, reconocidos por esas mismas autoridades) han perseguido mantener la máxima inestabilidad legal en el Estrecho intentando demostrar que es un espacio donde sólo la máxima concentración de fuerza puede mantener cierto orden, lo cierto que que  sabotajes al derecho internacional del mar convierten en incongruente  muchas de las argumentaciones que los observadores occidentales del conflicto chino intentan  sostener en defensa del derecho internacional.

En ese mismo nivel, de negar virtualidad al derecho del mar, se encuentra el menoscabo del principio de inmunidad soberana de los buques de Estado históricos. Lo hemos visto recientemente en países como Colombia cuyo presidente ha decidido emprender una guerra de independencia contra toda la legalidad internacional o incluso en funcionarios españoles u organismos culturales internacionales que tartamudean cuando se trata de reconocer la inmunidad soberana de los buques de Estado históricos tal como reconocen sus propios convenios o casos como Argentina que ha jugado a negar la inmunidad soberana, mientras permitía el expolio de yacimientos de buques históricos,  hasta que un país africano decidió secuestrar un buque de su Armada.

El juego ha seguido… En septiembre de 2012, el gobierno japonés compró tres de las islas Senkaku en disputa con China a su propietario privado, lo que provocó las protestas de China.

Las islas japonesas probablemente habitadas durante siglos por yokai (fantasmas) y que bien podrían  inspirar algunas historias tradicionales de espectros (kaidan) a los marineros ahora son parte de las pesadillas convencionales de la política internacional.

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José María Lancho el

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