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Nuevos hallazgos del Purísima Concepción, un naufragio español en el fin del mundo

Nuevos hallazgos del Purísima Concepción, un naufragio español en el fin del mundo
Jesús García Calero el

En los confines del Nuevo Mundo, al final de la Isla Grande de Tierra de Fuego, un barco español naufragó el 10 de enero de 1765 con 193 personas a bordo. El Purísima Concepción había partido de Cádiz con destino a Lima, y tras una escala en Montevideo se disponía a dar la vuelta a la punta sur de América para entrar en el Pacífico. En aquella madrugada, en una injustificable ausencia del piloto, el barco encalló en las rocas y se abrieron vías de agua. Después de días de sufrimiento, y con la evidencia de que aquella latitud era un muy mal lugar para tener un accidente en el mar, puesto que no podía esperarse ayuda externa, la historia del Purísima Concepción encontró, sin embargo, su final feliz.

Los náufragos pudieron ganar la costa, fabricar una balsa, desembarcar los víveres y aparejos, incluso llegaron a convivir pacíficamente con los indígenas y, en tres meses, a construir una goleta con los restos de su nave. Solo así, después de vivir acampados en barracones y de organizarse como comunidad productiva, pudieron regresar sanos y salvos, hacinados en su pequeña goleta, hasta Buenos Aires desde el fin del mundo. Tuvieron que sellar las bodegas, por lo que tres personas murieron antes de llegar a puerto en abril del mismo año.

La belleza de la imagen expresa el impactante entorno que el equipo vivió durante la larga marcha de tres días a caballo hasta llegar al yacimiento / FOTO: DOLORES ELKIN

Y llegar allí, al extremo oriental de Tierra del Fuego, 253 años después, sigue siendo casi imposible. Un equipo científico, dirigido por Dolores Elkin, la arqueóloga subacuática argentina del CONICET se desplazó el pasado mes de diciembre a Caleta Falsa, el lugar donde los náufragos del Purísima Concepción sobrevivieron 3 meses. El viaje supuso el vuelo hasta Ushuaia, la ciudad de los confines. Desde allí un largo recorrido por una pista de tierra de más de 200 kilómetros hasta Estancia María Luisa, donde acaban los caminos. Y para terminar, otros tres días a caballo hasta Caleta Falsa, un entrante de mar que en el siglo XVIII estaba rodeado de un bosque y hoy parece un páramo en el que hace frío y sopla el viento incluso en lo mejor del verano austral.

Recorrido desde la ciudad de Ushuaia hasta Caleta Falsa

El Purísima Concepción era una fragata mercante española que, sin duda “constituye uno de los naufragios más emblemáticos de la historia marítima fueguina dado que sobrevivieron todos los tripulantes y en menos de tres meses construyeron una nueva embarcación que les permitió regresar a Buenos Aires, comienza relatando Dolores Elkin.

Una vez en la zona, los equipos se ocuparon de tres ámbitos diferentes. Por un lado, está la zona intermareal que, según explica Elkin, “tiene muy poca pendiente y es por tanto muy extensa. Allí se encontró una bala de cañón en 2014 y ahora se ha vuelto a estudiar”. En segundo lugar, el equipo trató de prospectar con magnetómetros la zona marina adyacente, en donde se pensaba que el barco embarrancó. Allí los aparatos dieron un resultado espectacular, una anomalía intensa y compatible con los cañones que, sin duda llevaba la fragata. “De hecho no puede ser otra cosa que los cañones o algún ancla porque no hay registrado otro elemento allí que pueda dar esa señal tan fuerte”, afirma la arqueóloga. El tercer punto es el lugar donde debe haber restos del campamento de los náufragos.

VOLUMEN – 274 NAUFRAGIO.- Relación del naufragio del navío “Purísima Concepción” en las costas de Tierra del Fuego, el 9 de Enero de 1765. Pieza 2ª.- 23 fs. Pieza conservada en Ushuaia.

Al haber embarrancado, según se ha pensado siempre, los tripulantes pudieron haber lanzado los cañones por la borda para aligerar peso y poder salir de las rocas que atenazaban el fondo del casco y la quilla. Pero Elkin sostiene que es posible otra teoría.  Aquí entran en juego los documentos escritos por los supervivientes, que describen a la perfección el naufragio y los sucesos que ocurrieron en aquella latitud extrema. Uno se conserva en el Archivo del Museo Naval de Madrid y otro en Argentina, son de diferente mano, pero relatan los mismo hechos, la crónica de aquellos meses en los que dos centenares de personas superaron una situación tan grave contra todo pronóstico.

Cuentan cómo cortaron los palos y extrajeron la pólvora y el pan (al menos el que no se había inundado en el pañol del bizcocho) y cargaron con ellos la lancha. La acercaron a tierra y estuvieron a punto de perderlo todo, pero finalmente en otro intento alcanzaron la playa. Y luego fabricaron una balsa en la que lograron llegar a tierra todos los tripulantes. “Pero ni una palabra de que aligerasen los cañones. Yo creo que nunca los bajaron y por tanto deben estar allí, junto a los restos del casco”, defiende la arqueóloga argentina. Poco a poco, desmontaron la mayor parte del aparejo, los herrajes eran lo más valioso para ellos y “llegaron a quemar algunas partes de la madera para poder arrancarlos”.

Diario de Pedro José de Ayesta sobre la pérdida del navío nombrado La Concepción_ARCHIVO DEL MUSEO NAVAL de Madrid

Sobre los trabajos realizados en esta última campaña de diciembre de 2017, la directora del equipo resume lo logrado en los tres espacios intervenidos. En la zona marítima, la nula visibilidad no permitió alcanzar confirmación visual de las lecturas magnéticas en las inmersiones realizadas, pero la relevancia de las anomalías halladas augura un exitoso futuro al estudio de la zona. “La gran dificultad logística hace aconsejable trabajar en próximas campañas de forma separada cada uno de los puntos”. La zona intermareal ha confirmado las conclusiones de la anterior campaña, con el hallazgo de materiales dispersos.

Cerámica verdosa de las botijas que llevaban los barcos españoles de la época

Más interesante ha sido lo logrado en las catas realizadas en la zona del campamento. Sondeos han “confirmado la presencia de cerámica verdosa, típica de las botijas españolas que llevaban los mercantes de la época, burda pero muy práctica. Ahora hay que demostrar esas valoraciones con los estudios de laboratorio”, asegura Elkin. Por otra parte se demuestra el contacto de los españoles con los indígenas de la etnia Haush: “Hemos hallado una punta de flecha tallada en vidrio, y no hubo en esa zona durante esa época otra fuente de vidrio europeo, es la única posibilidad”, concluye. La arqueóloga expresa un agradecimiento especial al codirector de la expedición, su compañero en CONICET, el arqueólogo Martín Vázquez, que dirigió los trabajos en tierra y es especialista en el estudio de estos contactos con indígenas de la época.

Aparte de lo reseñado también se ha hallado loza inglesa, aparentemente de un tipo muy de la moda en aquellas décadas. Lo señala con la prudencia debida a la falta de confirmación en laboratorio, pero con la ilusión de haber dado con nuevas pistas para el estudio del naufragio más famoso de la Tierra de Fuego. Todos los objetos hallados son compatibles con la presencia del Purísima Concepción en la zona y con la historia de los náufragos. De ahora en adelante se realizarán investigaciones y análisis de diversa índole.

Dolores Elkin, durante la travesía hacia el yacimiento de Caleta Falsa

Por último, Dolores Elkin, miembro destacado del consejo consultivo de la Convención 2001 de la Unesco para la protección del patrimonio cultural subacuático, señala que “este proyecto podría ejemplificar el espíritu de cooperación internacional que promueve la Convención y ya estamos trabajando en eso. Por un lado, a nivel oficial, se está llevando adelante el proceso de notificación de este trabajo de campo a la delegación española ante la Unesco, lo cual se realiza a través del Ministerio de Cultura y la Cancilleria argentinos. Por otro lado, se mantiene el contacto con colegas españoles que, esperamos, puedan participar en las próximas investigaciones de campo y laboratorio. Considerando que el Purisima Concepción partió de Cádiz, el Centro de Arqueología Subacuática de dicha ciudad es una institución muy apropiada en ese sentido”, en opinión de la arqueóloga.

Lo cierto es que la última palabra sobre a quién enviar debe tenerla el ministerio de Cultura español, una vez que la información sobre esta campaña llegue al Gobierno de manera oficial. Sería la primera vez que la Convención 2001 se aplica en toda su extensión a un pecio concreto, ya que hasta ahora ha servido más para plantar cara a expolios y no ha acertado a aclarar el papel de España más allá de las intervenciones. Por eso es importante que todos los pasos, que van a sentar un precedente, se den en este caso en el orden y el sentido correctos.

 

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Créditos de la campaña: La dirección general del proyecto está a cargo de la arqueóloga argentina Dolores Elkin, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET- y del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano –INAPL-, en tanto que el Licenciado Martín Vázquez (CONICET-Centro Austral de Investigaciones Científicas), fue el responsable de las excavaciones terrestres. El resto del equipo estuvo conformado por Chris Underwood (ICOMOS y PROAS-INAPL), Cristian Murray (PROAS-INAPL), Mónica Grosso (PROAS-INAPL), Francisco Zangrando (CONICET-CADIC) y los especialistas en sensoramiento remoto Michael Krivor y Joe Hoyt de Estados Unidos. En las actividades náuticas y de buceo participaron también los Sres. Ricardo Vera (CONICET-CENPAT) y Daniel Robledo (La Casa del Buceador). El apoyo logístico ecuestre estuvo provisto por el Club Hípico del Fin del Mundo, en tanto que el apoyo logístico náutico estuvo a cargo de la empresa Pescamar, ambos de la ciudad de Ushuaia.

La expedición estuvo financiada por la National Geographic Society (con los camarógrafos Jorge Otamendi y Facundo Gallo de La Huella Films a cargo del registro audiovisual) y contó con la colaboración de la Dirección Provincial de Museos, dependiente de la Secretaría de Cultura de Tierra del Fuego, las empresas La Anónima S.A., Kamby S.A., Makalu, Marine Magnetics (USA), Hypack (USA), Gendarmería Nacional, la Posada del Fin del Mundo, y varios individuos que contribuyeron con el proyecto de manera particular: Inés Menendez Behety, Sergio Bilbao, Mariano Viaña, Daniel Martinioni, Juan Croce y Miguel Vidal Dos Santos. Gracias a todos ellos se pudo concretar el complejo trabajo de campo realizado en el extremo Sur del continente
americano.

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