Hay preguntas que señalan a las épocas en que no se formulan. ¿Existen restos humanos en los yacimientos arqueológicos subacuáticos de origen español que son expoliados por los cazatesoros en Florida?, ¿qué tratamiento reciben estos restos? La respuesta parece ser tan vieja como inédita y es que definitivamente sí existen restos humanos y que su tratamiento pasa de la simple destrucción a la más que probable presencia en el salón de estos honorables industriales de la destrucción de la memoria de la humanidad y… su sustitucion por el prejuicio antihispánico.
Desde que Ponce de León pisó tierra de Florida en 1513 y se construye San Agustín en 1565 de los más de 4000 pecios existentes en las aguas de Florida quizá un 10% podrían ser pecios de origen hispánico, una cantidad formidable dado que se tratan de época básicamente moderna, pero que representa el 90% del registro histórico subacuático de Florida desde el siglo XVI al comienzo del XIX. Un buque de Ponce de León en 1513, otro de Pánfilo de Narváez en 1527 son el comienzo de esta enorme lista: parte de la flota de Bartolomé Carreño en 1553, de Tristán de Luna en 1559, hundimientos en 1600, parte de la flota de 1622 (al menos 4 buques) que además supuso que otro galeón enviado a su rescate naufragara también al año siguiente, la almiranta y otros dos galeones de la flota de 1634, unos 11 buques de la flota de 1715, la flora de 1733, hasta buques que ayudaron a la independencia de los Estados Unidos como la Francesca, cargada de suministros para los norteamericanos, bajo el mando del capitán Andromaca cerca de Pensacola.
Un inmenso y precioso legado en buena parte aniquilado en el transcurso de cuarenta años. Con la participación de gobiernos, aplauso de los medios y en ocasiones la indiferencia de muchos, incapaces de apreciar como un valor digno de defensa el origen hispánico de este legado.
Al mismo tiempo que la huella material de las realizaciones artísticas, técnicas y mecánicas de esa época esos yacimientos son el lugar de descanso de miles de españoles tanto americanos como europeos, parte de cuyos restos, como voy a demostrar subsistían en estos pecios hasta nuestros días.
En los trabajos de investigación que efectué entorno a los niveles asimétricos de protección que se daban a nuestros buques históricos, en Estados Unidos, frente a los de otros orígenes culturales, destacaba que apenas dos pecios ya saqueados, especialmente el denominado Urca de Lima son objeto de protección oficial en Florida. Asimismo, destaqué que entre los restos rescatados por los Fisher: desde el Atocha (1622) a los de la flota española de 1715 o en la excavación que la Mel Fisher Maritime Heritage Society y la RPM Nautical Foundation con su barco “Robo” realizaron sobre el Henrietta Marie, buque negrero inglés, se encontraron restos de cuero, huesos, semillas, partes de insectos, pedazos de tela…
Por lo que sabemos de los buques del siglo XVII y XVIII que sí han sido investigados con técnicas arqueológicas en Estados Unidos, como el francés La Belle, hundido en 1686 en Texas, la aparición de restos humanos no es anecdótica. Incluso del Nuevo Constante (1766) se reconoció haber extraído pedazos de telas y no se negó la existencia de restos humanos, manifestándose estos como no evidentes.
Los Estados Unidos han demostrado la mayor dignidad hacia sus propios pecios y nunca les han faltado recursos jurídicos y voluntad política para defender el respeto y la deuda moral del país hacia la memoria de sus marinos caidos, de hecho, en mi análisis jurídico señalaba que ya en 1876 interrumpió las operaciones de salvamento de los restos del Tecumseh un barco de su guerra civil hundido con más de 90 marineros a bordo, rescindiendo la autorización de la operación e indemnizando a la empresa. Incluso los restos del marino francés del buque La Belle (1686) fueron debidamente enterrados y una lápida distingue donde descansan.
Odyssey Marine en su reciente y polémica “colaboración” con el Gobierno del Reino Unido para la intervención en el navío Victory, identificó diversos restos humanos al menos en tres ubicaciones inmediatas a cañones de bronce. En esta ocasión y con motivo de que era un buque de guerra inglés se tomó la decisión de no extraer siquiera esos cañones para no perturbar el reposo de esos restos.
Desde luego que no fue ese el criterio seguido por Seahawk Deep Ocean Technology en relación al pecio español de 1622, saqueado por ellos en las Islas Dry Tortugas en Florida. Había huesos y dientes de la tripulación y pasaje españoles, al menos de un niño de 10 años y de un adulto. El destino de estos huesos no se aclaró parece ser que fueron adquiridos por Odyssey junto con el resto del expolio. Las técnicas empleadas por Sehawk eran mucho menos destructivas que las de los Fisher y sus sucesores de Queens Jewels, aunque la finalidad era la misma.
Si bien es cierto que en contextos de barro fluido es incluso frecuente la aparición de restos humanos (casos como el Vasa, hundido en 1628 y del que se han rescatado restos de 25 individuos, el Mary Rose hundido en 1542 y del que se rescataron los restos de casi el 50% de la tripulación y el Stora Kronan hundido en 1676), en ambientes arenosos y de barro duro también es altamente probable que se localicen estos. Temperatura y oxígeno tienen gran relevancia también pero lo que la experiencia demuestra es que en los pecios donde murió gente quedan restos de gente. Y eso lo acredita el hecho de que se han hallado restos humanos desde la Gran Barrera de arrecifes australiana con pecios del siglo XVIII al mediterráneo en pecios muy anteriores.
La paradoja de Florida
Mientras en el resto del mundo el hallazgo de restos humanos ligados a naufragios históricos es un hecho frecuente, en Florida, en cambio, una de las zonas con mayor densidad de naufragios y sede de una industria dedicada específicamente a la explotación comercial de esos restos, el hallazgo de restos humanos parece un hecho inédito.
Pero la ausencia de remanentes humanos en los yacimientos de Florida se debe especialmente al ocultamiento de la industria cazatesoros. La familia Fisher, en su propia web (http://www.melfisher.com/SalvageOperations/SalvageLawDocs/Importantgains.pdf) reconoce que logró del Estado de Florida, mediante la negociación, la propia complicidad de ese Estado. Precisamente para evitar cualquier capítulo de los restos humanos a la hora de extraer un botín que al fin y al cabo iba a repartirse entre ambas partes:
“A continuación se presentan algunos de los logros más importantes que hemos hecho desde el comienzo de este proceso de negociación:
1. Todas las referencias a los restos humanos eliminados de la regulación.”
Hay una política coordinada entre la industria y la autoridades de Florida para evitar la cuestión relativa a restos humanos, incumpliendo las propias normas estatales, federales y el propio derecho internacional.
De hecho, el Capítulo 872 de los Estatutos de Florida establece que “Es la intención de la Legislatura que todos los enterramientos humanos y restos óseos humanos se les otorgue igualdad de trato y el respeto basado en la común dignidad humana sin hacer referencia a su origen étnico, antecedentes culturales o afiliación religiosa. Esta sección se aplica a todos los entierros humanos, restos óseos humanos y artefactos funerarios asociados no protegidas de otro modo…”
El capítulo especifica:
“10) (A) Toda persona que voluntariamente y a sabiendas altera, destruye, elimina, destroza, o causa daños a un enterramiento humano sin marcar es culpable de un delito de felonía grave de tercer grado”
Los cazatesoros lo reconocen
La industria cazatesoros procura negar la existencia de restos humanos en los pecios hispánicos en aguas de Florida y que por tanto jamás se haya producido el hallazgo y la remoción de restos humanos. No es bueno para su negocio. Sin embargo, las hemerotecas registran también las primeras y remotas manifestaciones afectadas por la euforia de los expoliadores. Y allí sí se habla de huesos de marinos…
En el “Ocala Star-Banner”, del domingo, 11 de Agosto 1985
“Si bien la mayoría de los huesos pertenecen al ganado con dificultad reconocen que también han sido encontrados huesos humanos. El gobierno español va a ser consultado sobre su disposición”.
¿Se llegó a consultar a las autoridades españolas? No lo sabemos y desgraciadamente éstas parecen haber dejado todo este trabajo para el porvenir.
Durante el saqueo subacuático del San Miguel -hacia 1996- por la empresa Jupiter Wreck, Inc aparecieron algunos huesos humanos que los propios cazatesoros reconocieron haber encontrado. A nadie le preocupó este hallazgo publicado por Robert Marx siendo ya miembro de la Orden de Isabel la Católica.
Como los Fisher lograron del Estado de Florida que el hallazgo de restos humanos no sea una cuestión a examinar, en el botín –por ejemplo el de 2010- de Queens Jewels extraído de la flota española de 1715 hundida en aguas contiguas al Estado de Florida, se incluye además de enseres personales, huesos…. Ni al Juez, ni a los cazatesoros, ni a las autoridades del Estado les ha preocupado el origen de estos huesos. La “letanía” de siempre es que son de animales – esta vez ni siquiera se han molestado en expresarlo- pero a diferencia del mundo cazatesoros, el mar no es racista. Si semillas, tejidos, cuero y huesos son parte del testimonio superviviente de esos buques del siglo XVII es evidente que existen restos humanos, de marineros españoles, que son destruidos o se coleccionan al margen de toda legalidad y consideración moral. El empleo de los denominados “buzones de correo”, que consisten en canalizar por unos tubos metálicos toda la potencia de las hélices del barco para destrozar el fondo marino, como martillos de agua, y así destruyen la integridad de los restos humanos fragmentándolos listos para que un degenerado adorne el salón de su casa.
Como abogado me sorprendió la paradoja de que la legislación de Florida hiciera una expresa previsión en caso de descubrimiento de restos humanos vinculados con las comunidades indígenas, al efecto lógico y necesario de que éstas fuesen consultadas cuando se identificaran restos humanos pertenecientes a las mismas, sin embargo, no recoge ninguna previsión respecto de los restos humanos de pecios de origen hispánico cuando sus fondos marinos están salpicados de ellos. Es decir, desde la propia legislación se prevé no encontrar jamás restos humanos de semejante origen.
Los restos humanos en yacimientos subacuáticos históricos deben ser tratados con dignidad y respeto en todo momento, admitiendo que el conocimiento y la memoria reservan valores distintos a un objeto que al resto de un ser humano, de uno de nuestros antepasados. Reconociendo que pueden ser una importante fuente de información científica, sólo justificadas razones arqueológicas deben permitir la exhumación. Es necesario que además de un propósito científico verificado (con los medios y la financiación para llevarlo a cabo adecuadamente, en esa otra excavación que es la del laboratorio) exista un equilibrio ético entre el respeto a los restos humanos que descansan en un enterramiento y la información histórica que puede obtenerse por medio de su perturbación. Esta cuestión no puede ser resuelta por un cazatesoros ni vehicularse sobre propósitos comerciales. No es compatible un propósito comercial con una exhumación.
Se añade otra cuestión ideológica a minimizar: el coleccionismo de huesos humanos ha sido un hábito frecuente, de hecho una pauta irresistible, en las sociedades de las autodenominadas razas superiores durante el siglo XIX en que preponderaron estas en occidente y hasta 1945 en que el mundo asistió a su casi… “desenlace”. Sin embargo, el prejuicio subsiste y no se resiste a su “recolección” de símbolos como forma efectiva de practicar la discriminación. En Estados Unidos ni por sus valores ni por su sistema legal esas prácticas resultan asumibles, sin embargo eso precisamente se está produciendo por la complacencia de las autoridades de algunos Estados. Es evidente que habiendo tanto por hacer el primer paso también podría darlo quien más interés puede tener, en este caso las autoridades españolas y desde luego la sociedad civil hispánica en Estados Unidos, pues esto oficializa, una vez más, la discriminación.
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