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Los cambios necesarios tras la misión al pecio de la Mercedes

Los cambios necesarios tras la misión al pecio de la Mercedes
Jesús García Calero el

Arqueólogos españoles en el buque oceanográfico del IEO documentaron el pecio expoliado y recuperaron una docena de piezas _ El hecho de que haya sido posible esta misión es un llamamiento a la nueva generación de arqueólogos _ El éxito plantea nuevos desafíos, de cara a futuros proyectos _  

 

Hemos sido testigos de un día que puede suponer el final de una etapa que nos costaba superar en España y que puede haber sentado las bases de una nueva era para la arqueología subacuática. Hemos hecho justicia a la desgraciada historia de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por un ataque inglés en 1804 y expoliada por Odyssey Marine Exploration en 2007. Y al tiempo hemos logrado por primera vez una misión arqueológica en profundidad, la primera, esperemos, de muchas más. El ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, acudió a Cartagena para recibir al equipo enviado por el Estado al lugar del naufragio. Debían realizar una inspección del yacimiento expoliado y han acabado realizando, entre el 18 y el 23 de agosto, una misión de contenido arqueológico y científico muy relevante. Como declaró Méndez de Vigo, «cuando los españoles nos ponemos de acuerdo logramos grandes resultados». Dicho y hecho.

El equipo dirigido por el arqueólogo y director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua), Iván Negueruela, se ha centrado, primero, en documentar el yacimiento con toda exactitud y con los medios más avanzados, geolocalizando todos los objetos dispersos por la zona de actuación (que es la misma que la que Odyssey grabó en 2007)  y, después, en investigar lo que los cazatesoros quisieron obviar: la vida a bordo, la historia y la memoria de los tripulantes naufragados. Para ello, contaban con el buque oceanográfico Ángeles Alvariño, del Instituto Español de Oceanografía (IEO), y un vehículo remoto (ROV) llamado Liropus 2000. El equipo técnico del IEO, sumado al científico del Arqua y el Museo Naval, ha sido capaz, en esta actuación conjunta de abrir una nueva etapa, después de años de evidente aislamiento en actuaciones autonómicas y varios intentos fracasados de establecer las bases de actuaciones de carácter estatal con los medios del Estado (cuando cultura relegó su acuerdo con Defensa). Los problemas han sido complejos, pero la solución estaba al alcance de la mano.

Porque se ha demostrado que nuestro país es capaz de llegar a donde el patrimonio subacuático está, incluso en gran profundidad. En este caso, a 1.138 metros de profundidad, algo impensable hasta hace muy poco. Una profundidad en la que hasta ahora no había trabajado ningún otro arqueólogo de la Unión Europea. Solo la NOAA estadounidense había hecho algo parecido en el llamado pecio de Monterrey, a 1.300 metros y nuestro más cercano antecedente sería el francés Luc Long de la DRASSM con sus excavaciones a casi 700 metros o el actual proyecto Lune, la fragata del Rey Sol, que está a poco más de 90 metros. En esa liga estamos capacitados para jugar. ¿Lo haremos? El éxito es un llamamiento a la nueva generación de arqueólogos

Inscripción en el muñón del cañón pedrero recuperado

El misterio: ¿dónde está la estructura de madera?

Según explicaba Negueruela en Cartagena, tras un estudio preliminar del fondo y de las cualidades acústicas del agua, se demarcó con sónar una zona de 150 por 139 metros en la que se encontraban diseminados los restos de la Mercedes. No se ha hallado ni una traza de la estructura de madera de la fragata, y este es el primer misterio de esta exploración. Las teorías son variadas, porque la experiencia dicta que a esa profundidad el maderamen siempre se preserva, por la temperatura y las condiciones, según los expertos. Puede ser que parte permanezca bajo los restos, aunque no toda se hubiese conservado. En ese sentido comprendemos que la misión ha sido muy limitada en el tiempo y no ha habido tiempo para realizar sondeos arqueológicos con el fin de comprobar si debajo existían esos restos. Pero también se baraja otra hipótesis (de hecho las dos pueden ser ciertas a la vez). Negueruela opinaba que al estallar por la popa, tal vez la parte mas grande del barco pudo seguir flotando un tiempo y caer a cientos de metros de donde los objetos de metal y la parte posterior se precipitaron hacia el fondo del mar, junto con las víctimas. En todo caso, en esa zona, en mitad de la oscura profundidad donde los restos han permanecido 211 años, se han geolocalizado 21 cañones de los 34 que llevaba la nave, dos culebrinas (cañones del XVII en desuso que llevaba como lastre), tres anclas y un posible fragmento de una cuarta y 148 lingotes (de los 800 del manifiesto de carga), además de ajuares y vajillas diversos.

Tres platos de plata, actualmente en proceso de conservación en ArquaTec

También se ha podido comprobar cómo los cazatesoros han dañado irremisiblemente el yacimiento, puesto que actuaron con palas metálicas, arrastraron las monedas y con ellas removieron el sedimento a toda prisa, de manera salvaje, destruyendo el contexto y dejando «un caos completo», según el arqueólogo. La prioridad para el equipo español que ha visitado el pecio ocho años después fue entonces excavar objetos que, por encontrarse en riesgo de desaparición o por documentar la vida a bordo, merecieran un estudio mayor. Las piezas elegidas han sido un cañón pedrero de bronce de unos 80 centímetros, en buen estado de conservación y con una marca en el muñón; una maja de almirez de oro de pequeñas dimensiones (no dio tiempo a subir su complemento, también de oro), una palmatoria de plata, tres platos del mismo metal y tres cucharas y un tenedor (más el diente de otro tenedor para tener detalle de su factura), también de plata. Espectacular fue el izado del cañón desde el abismo marino, muy lentamente, hasta la superficie, donde la grúa del barco lo subió a cubierta. Todas las piezas entran ahora en periodo de conservación.

Los delfines rampantes de una culebrina

“Spanish invention” o Marca España

Según explicó ayer Negueruela, se añadió al ROV un dispositivo para retirar los sedimentos que cubrían las piezas, como en las excavaciones en tierra. Un chorro de agua regulable («spanish invention», bromeaba el arqueólogo) permitió ir limpiando esos depósitos. Así, se mostraron las inscripciones heráldicas de uno de los cañones y una vajilla que iba siendo excavada lentamente. Además, las manos del ROV fueron forradas de gomaespuma y neopreno con el fin de manejar las piezas con toda delicadeza. Para terminar la misión, se dejó sobre el pecio una placa de bronce que dice: «En recuerdo de las víctimas de la Fragata Nª Sª de las Mercedes que fallecieron el 5 de octubre de 1804». Negueruela ha pedido otra futura y breve misión «de unos 5 días» para acabar el trabajo.

El ministro destacaba que esta intervención, pionera en muchos aspectos, lanza un mensaje importante sobre el cuidado que España está dispuesta a dar a este patrimonio y se mostró dispuesto a «llevar a la UE este éxito. Incluso hablaré con el alto comisionado de la Marca España, Espinosa de los Monteros, para que esta innovación y el valor del patrimonio tengan más presencia en nuestra imagen exterior».

Momento en el que comenzó el izado del cañón recuperado

Importante: La huella del expolio

Sobre las probables (y deseables) consecuencias jurídicas de haber documentado el expolio, el ministro Méndez de Vigo afirmó que, con la debida cautela, se reunirá la documentación para someter a la consideración de la justicia española lo ocurrido. Como se recordará, España ganó en los tribunales de Florida pero allí solo se entendía sobre la propiedad del pecio y por ello mismo de la carga. Sin embargo de lo ocurrido en “la escena del crimen” nunca se dijo nada. La justicia española comenzó a investigar (labor meritoria de la UCO de la Guardia Civil y de la Armada) pero aún no ha abierto la boca, a pesar de que en nuestros tribunales se dirime desde hace ocho años un pleito penal por el expolio de Odyssey, tal vez el sumario más importante de Europa sobre las prácticas destructivas de los cazatesoros en estos momentos. El juzgado número 3 de la Línea de la Concepción ha dejado moribundo ese sumario contra la actuación Odyssey: no ha pasado de las diligencias previas, desde que se querelló contra ellos la empresa malagueña Nerea Arqueología, algo que no se entiende puesto que es un pleito que reforzaría sin duda la posición del Estado contra los cazatesoros y el mensaje de España a ese respecto sería meridiano.  Nerea fue un caso de compromiso desde la sociedad civil porque estuvo denunciando e informando de las actividades de Odyssey durante años a la Administración, sin que sus advertencias fuesen tomadas en cuenta, lo cual acabó como acabó.

Hasta ayer sólo disponíamos de las imágenes que Odyssey quiso ofrecer sobre el yacimiento. Ahora que se ha filmado y estudiado por científicos españoles se puede valorar cuál ha sido el daño causado por la empresa norteamericana y ello permitiría, lógicamente, que aquel expolio no quede impune. Como cualquier expolio que la ley castiga.

Un momento de la exploración, a 1.138 metros

Las consecuencias de todo lo avanzado tras esta misión se irán viendo. Si España ha podido llegar a este patrimonio será difícil de entender que no le dedique más atención a partir de ahora. El ministro terminó su intervención durante la visita a Cartagena expresando su deseo de que los científicos españoles puedan utilizar estos medios pronto para estudiar otro pecio de época moderna que, esta vez sí, no haya sido expoliado antes, algo que todavía no ha sucedido, por increíble que parezca. Por lo pronto, después de ocho años desde el caso Odyssey, nuestro país da sin duda el primer paso realmente importante hacia el conocimiento de ese patrimonio con los medios del Estado. Tal vez por ello el abogado José María Lancho, responsable legal de la querella contra Odyssey en el juicio de La Línea y que pudo intervenir, mediante su asesoramiento, contra los cazatesoros en el procedimiento seguido en Florida, opinaba al respecto que «esto pone en evidencia el letargo judicial y a todos los peros de algunas administraciones autonómicas que tendrán que explicar mucho». Negueruela, satisfecho con el trabajo realizado, remachaba que «esta excavación pionera es la mejor manera de dejar a los cazatesoros sin argumentos». Pero en el aire queda la pregunta, a sabiendas de todo lo vivido desde el expolio de la Mercedes y desde mucho antes, en un país que no tiene excavaciones en marcha y donde ese tipo de proyectos no tiene publicaciones ¿Continuará?

Un cañón pedrero

“La cooperación con el IEO abre una nueva era”

El director de la expedición, Iván Negueruela, dijo en Cartagena ABC a este respecto que «de las muchas ventajas nacidas de esta operación, destaca sobre todas la cooperación con el IEO, que se ha establecido a un nivel científico y humano excepcional y con unos resultados que son como poco muy satisfactorios. Uno podría leer el libro al revés: ¿Por qué no se había hecho hasta ahora?», se pregunta el veterano arqueólogo. Y él mismo se respondía: «Eso el ABC lo ha contado». También le preguntamos qué había supuesto desde un punto de vista personal este proyecto, haber visitado este pecio. Y nos dijo que «ha sido mucho más que muy emocionante». «La vivencia como científicos que teníamos en el barco del IEO era de extrema responsabilidad, porque no podíamos fallar. Pero las sensaciones que personalmente hemos tenido dependen de la formación intelectual, el sentido de nación y hasta las ideas religiosas de cada uno».

Maja de almirez de oro

Ahora, insiste Negueruela, toca compartir el conocimiento adquirido, que es el primer mandato de un científico. Además de, como dijo el ministro, poner a disposición de la justicia española la documentación recabada, el arqueólogo se centra ahora «tras la presentación a la prensa, en dos compromisos inmediatos: una primera publicación científica, lo que se llama “preliminary report” en el mundo anglosajón, y la elaboración de un documental, que será a cargo de Javier Trueba, un gran documentalista que nos ha acompañado en el viaje. Va a ser un gran documental científico, que se verá en muchos países del mundo», continúa Negueruela. Se trata de eso. La realización de proyectos permite además llenar muchos canales con una narrativa propia y así dejar de sufrir la aplastante hegemonía de la visión que los cazatesoros dan de nuestro pasado y nuestro patrimonio, reducido siempre a metales preciosos y sangre de conquista.

Base de la palmatoria recuperada

El director de la misión subraya, como hizo el ministro, que este ha sido el primer paso de una relación deseable entre «Economía y Cultura, que deben trabajar juntos para descubrir desde cero un pecio que no haya sido expoliado». Esa puede ser una de las posibilidades. Lo fundamental es aprovechar este éxito y la potencialidad que tiene este patrimonio.

Para ello cuentan con la alta tecnología del IEO y la excelencia científica de los arqueólogos subacuáticos españoles. Sin duda también acompañados por la Armada en un nuevo tipo de cooperación interministerial digna del Estado de Derecho que tenemos. Los arqueólogos deben dirigir las operaciones científicas, sin duda, y su criterio mandar en las excavaciones y proyectos que se emprendan, pero los archivos de la Armada y su capacidad para la defensa del patrimonio, prevista en la nueva Ley de Navegación, se han hecho tan necesarios como la tecnología.

El Liropus 2000, la tecnología que, junto al buque oceanográfico Ángeles Alvariño, ha hecho posible esta misión

Para terminar, y por todo lo dicho, Negueruela tuvo palabras de agradecimiento para la Armada, que ha participado en la misión destacando a dos miembros entre el personal, y recuerda las emocionantes palabras del almirante Fernando Zumalacárregui en la rueda de prensa que se celebró en Cartagena, donde arropó la memoria de sus caídos en el trágico hundimiento: «Es el comienzo de una nueva era que atañe a barcos que son parte de nuestra historia, tumbas de nuestros antepasados, que murieron defendiendo su patria». A ellos se dedicó el homenaje de una placa que se bajó al pecio.

Placa de homenaje a las víctimas de la fragata

Y la realidad histórica que rodea al patrimonio se llena de sentido cuando los españoles del siglo XXI se asoman con las herramientas del conocimiento a aquel tiempo de guerras y bravos hombres de mar que a la vez eran grandes científicos y soldados. Una España que es anterior a buena parte de los desencuentros actuales que vive nuestro país, y un tiempo por ello mismo, que deberíamos conocer mejor. Porque se trata, sin duda, de la mejor historia que nos queda por contar. Y estamos empezando a hacerlo. Seríamos indignos de esa historia que compartimos además con América si no dejásemos que sigan mejorando las condiciones de su estudio arqueológico, hasta ahora hurtado a la sociedad y entregado por omisión a los cazatesoros, que han manipulado ese relato.

El Estado ha descubierto el gran servicio que esos medios técnicos y científicos, bien coordinados, realizan en el estudio del patrimonio casi olvidado de nuestra historia naval. Y debe aprender también a contar con la sociedad civil, con universidades y empresas para que el tejido de esta disciplina encuentre su sentido cívico pleno y revierta en la sociedad todo su potencial. Y por supuesto, la Administración debe valorar la lealtad que ha subyacido siempre a la exigencia de cambios que desde muchos sectores, este blog incluido, se ha mantenido como un estandarte. No podemos dejar de aplaudir lo sucedido en estas tres semanas, pero tampoco podemos dejar de pedir que este esfuerzo continúe y encuentre el modo de hacer realidad una arqueología que sea digna del patrimonio que España tiene diseminado en los mares del mundo.

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