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La primera vuelta al Mundo

La primera vuelta al Mundo
Agustín Ramón Rodríguez González el

Aunque otros pueblos y marinos hayan querido apropiárselo injustamente, el mérito de circunnavegar el planeta por primera vez corresponde a marinos y buques españoles, con todas las trascendentales consecuencias que tal hecho ha tenido. Ahora que se van a cumplir 500 años de esa gesta, bueno es recordarla.

En más de un sentido aquel empeño derivaba del de Colón: el de llegar al lejano y fabuloso Oriente navegando siempre hacia el Oeste. Solo que, como es bien sabido, toparon con América, que ya de por sí justificaba el esfuerzo.

Pero la idea original siguió concentrando los pensamientos y las exploraciones de muchos, buscando una ruta que permitiera continuar la navegación hacia los míticos Cipango y Cathay. Y en ese sentido continuaron las tentativas, reforzadas por el descubrimiento de Vasco Núñez de Balboa del nuevo océano, el Pacífico, al que él llamó la “Mar del Sur”, mientras otros navegantes, desde Vicente Yañez Pinzón a Solís, buscaban el ansiado paso. Y justamente el último reabrió las esperanzas de hallarlo al descubrir el amplio estuario del Río de la Plata.

La idea fue recogida por Fernando de Magallanes, que se la ofreció a la corona portuguesa, solo para verse rechazado, curiosamente de la misma forma que Colón, por lo que recurrió igualmente al reino de España para que apoyara su tentativa. Pero en esta ocasión la tentativa era algo menos ambiciosa: se trataba de encontrar el paso hacia el Pacífico, pero básicamente para llegar a las Molucas y sus tan valoradas especias, estableciendo el dominio sobre ellas, pero como en el caso de Colón, la realidad desbordó los proyectos humanos.

Tras acordar con Carlos I por las “Capitulaciones de Valladolid” la colosal empresa, las cinco naos zarparon de Sanlúcar de Barrameda para su trascendental viaje, tocando en Canarias y Brasil antes de reconocer el Río de la Plata y descartarlo como posible paso. Pese al duro mar, el frío y la falta de provisiones, la tenacidad de Magallanes le llevó a costear la Patagonia buscando el estrecho que hoy lleva su nombre y cruzarlo, al coste del naufragio de una de las naos y la deserción de otra, tras un motín de las desalentadas y duramente probadas dotaciones.

Fue Magallanes quien dio su actual nombre al nuevo océano, del que se desconocía todo, en especial sus dimensiones, régimen de vientos y corrientes, islas que contuviera, etc, por lo que su travesía hasta Guam, en las Marianas o “Ladrones” fue ya solo de por si toda una hazaña, para luego seguir hasta Filipinas, donde Magallanes murió en combate al inmiscuirse incomprensiblemente en una lucha local entre los reyezuelos indígenas.

De las tres ya duramente probadas naos restantes hubo que desechar una, por su estado y para reforzar las dotaciones de las otras dos, ya muy reducidas por los avatares de la expedición y por el escorbuto, quedando solamente la “Victoria” al mando de Elcano y la “Trinidad” al mando de Gómez de Espinosa. Ellas fueron las que finalmente alcanzaron el deseado destino en las Molucas, pero luego se separaron para la vuelta, pues Elcano decidió seguir la “ruta portuguesa” del Índico, pese a la absoluta prohibición de Lisboa que se reservaba el monopolio de aquellas aguas, y la “Trinidad” intentaba volver a cruzar el Pacífico y llegar a la costas americanas, tentativa que fracasó lamentablemente.

Pero Elcano, pese a lo increíble de su travesía, sin poder hacer escala alguna, salvo en la portuguesa Cabo Verde y por la desesperada situación de las provisiones a bordo, y donde quedaron prisioneros doce de sus hombres que habían tomado tierra para conseguirlas, consiguió llegar de vuelta a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, tres años menos catorce días después de su salida, con solo 18 hombres en su baqueteada “Victoria”.

Aquella gesta cambió el mundo y nuestra percepción de él, pero aún debió ser completada por la aportación de Andrés de Urdaneta, descubriendo el “tornaviaje” o forma de volver a cruzar el Pacífico de Oeste a Este, desde las Filipinas a América, con la ruta que funcionó casi tres siglos del “Galeón de Manila”, de Manila a Acapulco.

Y para acercar al gran público estos hechos, tal vez no suficientemente conocidos y valorados como se debe, acabamos de publicar un trabajo que se extiende sobre ellos, complementado con datos y reflexiones sobre la falacia de la primera vuelta al mundo de Drake y sobre otras vueltas al mundo, como la de la “Expedición Filantrópica de la Vacuna”, la de la fragata “Numancia” o las de los buques escuela de la Armada “Nautilus” y “Juan Sebastián de Elcano”, que aún hoy sigue conmemorando la mayor hazaña de navegación realizada nunca por pueblo alguno.

Índice

Introducción

I : En la estela de Colón.

II: Solís y Magallanes.

III: Unos largos y complicados preparativos.

IV: La navegación hasta la Patagonia.

V : El Estrecho, un naufragio y una deserción.

VI : El inmenso Pacífico y el escorbuto.

VII: La muerte de Magallanes.

VIII : Una situación desesperada.

IX: El triunfo de Elcano.

X : Loaysa, Legazpi y Urdaneta.

XI : La vuelta al mundo de Drake.

XII : Otras vueltas al mundo y un hermoso velero.

Conclusión

Apéndices

I.- Las Capitulaciones de Valladolid y documentos anejos.

II.- La curación del escorbuto, una atribución discutible.

III.- El testamento de Elcano.

Bibliografía.

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