Alfie es un joven que se pasea por el National Maritime Museum de Greenwich, ataviado con el traje de marino de guerra de la Royal Navy (del siglo XIX) para preguntar a grandes y pequeños cuánto saben de la historia. Lo hace con motivo de la nueva galería de ese museo dedicada a las guerras de la era Napoleónica, en las que Nelson es, sin duda, su héroe por antonomasia.
Después de la exposición “Nelson Navy Nation”, el Museo ha decidido dejar una parte de la colección permanente dedicada a esta muestra que canta los épicos destinos de la Marina británica en un momento en el que se batía con España y Francia por el dominio de los mares.
Pero además de organizar y mantener permanentemente esta magnífica exposición, los responsables del museo han hecho algo más. Han publicado, dentro de sus numerosas actividades educativas, una serie de vídeos que atraen al público joven, y no tan joven, para que se acerque a sus salas, junto a la Queen’s House, en el palacio de Greenwich.
Es una cuestión de educación, de conocimiento de la historia, de interés por buscar la formación de los más jóvenes. Una falta de complejos que, visto lo que aquí gastamos con nuestra historia, da una cierta y sana envidia.
Idea para el Ministerio de Cultura, en su nueva colaboración con el de Defensa. ¿Por qué no hacer algo parecido? Lo merece nuestra historia, lo merecen Galvez, Blas de Lezo, Gravina, Churruca y tantos otros…
Ahora que tenemos en marcha la muestra “El último viaje de la Fragata Mercedes”, que además tiene actividades educativas para jóvenes y no tan jóvenes, ¿por qué no hacer un trivial tan divertido con Diego de Alvear?
En fin, son ideas que nos aportan desde el país que mejor cuida su historia, probablemente. De hecho, la exposición “Nelson, Navy, Nation” tenía por objeto demostrar de manera incontestable y apasionante que ni la Marina habría sido posible sin el pueblo inglés, con todas sus características, tradiciones y libertades, ni el pueblo inglés habría sido lo que fue sin la Royal Navy. He ahí su fuerza.
Lo dicho, casi igual que aquí, donde ni hubiera habido imperio ni sentimiento trágico sin los dominios que sustentó la Armada. En España, afortunadamente, empezamos a verlo ahora, después del expolio del pecio de una fragata realizado por cazatesoros y después de organizar siete años más tarde una exposición digna sobre la historia de ese barco. La única pena es que, si se mira bien toda esta muestra organizada en el Museo Naval y el Museo Arqueológico Nacional, los organizadores no han dejado ni un rastro de las ayudas recibidas desde la sociedad civil, desde la prensa, desde profesionales y académicos que generosamente aportaron su granito de arena, o su decisiva investigación, para el objetivo común. Muchos no fueron ni invitados a la inauguración.
Es una reflexión que me surgió hoy, después de estar con la familia viendo la muestra y de responder a mis hijos las preguntas que me iban haciendo. Porque hubo algunas cuestiones que no pude responder. ¿No dice nada aquí de lo que hicisteis desde la prensa?, me decía mi hijo mayor, harto probablemente de verme darle a la tecla desde 2007. Pues no, le tuve que responder, y entonces me di cuenta de que aquí jugábamos el papel de acompañantes. Aunque es más que probable que sin la insistencia de la prensa el Estado no habría sido tan terminante (esto no lo digo yo, lo dijo Arturo Pérez Reverte en la inauguración de las jornadas “La historia que aún debemos contar” en la Casa del Lector) en su lucha contra los cazatesoros, tristemente parece que no hemos ni existido. ¿Oye, y las indemnizaciones no nos contaste que las encontró un amigo tuyo? Pues sí, se lo conté, pero tampoco hay una mención a esas asistencisa tan generosas.
Tal vez sea imposible esa mentalidad de ciudadanía en este país nuestro, esa que reponde a la ecuación “Navy, Nation” de los ingleses. Solo en la salida de esta exposición de la Mercedes hay un pequeño vídeo de Informe Semanal, incrustado entre decenas de vídeos en los que se ve al abogado Goold, los esforzados numismáticos del Arqueológico que hicieron el recuento en tiempo récord, los aviones, el abogado en el hotel, el abogado en el ascensor… Pero sí sale al menos una periodista, Ángela Rodicio, rodada por la única cámara que aceptaron que viajara con las monedas, de regreso a España.Venía a dar testimonio del triunfo del Reino de España en el litigio. Un triunfo que es de todos, y no solo de la Administración del Estado.
Otro día, si no les parece mal, hablaremos del catálogo realizado para tan digna ocasión.
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