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Gran Bretaña gana con la Ciencia la última batalla del HMS Victory de Nelson.

Gran Bretaña gana con la Ciencia la última batalla del HMS Victory de Nelson.
Javier Noriega el

 “Escrito a su Excelencia el Ministro de Marina, por M. Lucas, capitán naval, oficial de la Legión de Honor, en la batalla naval de Trafalgar(…) En el combate entre El Victory de 110 armas de fuego y  bandera del Almirante Nelson, el Temeraire de la misma fuerza y ​​otro barco, de dos pisos, contra el Redoutable, de los cuales Su Majestad me había confiado el mando (…) merece un lugar distinguido por si mismo en los anales de la Marina Francesa. Se lo debo a la memoria de los valientes hombres que cayeron en la lucha terrible, después se hundieron con el naufragio de la Redoutable.

Jean Jacques Etianne Lucas. Capitán  de navío 

La batalla de Trafalgar. Pintada por el Español Juan Vallejo.

Justamente a estas horas, a eso de las 12, mientras nos preparamos para publicar este artículo, hace justo 209 años se producía la batalla de Trafalgar. Y justamente a estas horas, se producía el choque entre la columna de Nelson y Collingwood contra la formación de la flota combinada. El día de la batalla, 21 de octubre, nos encontrábamos con poco viento y oleaje bajo. Con ese panorama, las dos columnas británicas navegaban lentamente hacia el enemigo, que abrió fuego al menos 20 minutos antes de que los británicos fueron capaces de devolver el cumplido. Les estaba granizando una buena desde el Santísima Trinidad.  Andanadas de 60 cañonazos, en el momento más crítico del ataque.  Pero antes de este momento, habían ocurrido muchas cuestiones importantes que inclinarían el peso de la balanza de un lado a otro. Como suele ocurrir en toda batalla que se precie. Lo que no podíamos imaginar, es que más de dos siglos después de la batalla, todavía tuviésemos la oportunidad de contemplar en vivo a uno de los actores principales de la batalla. Al mismísimo buque insignia de la flota británica. El Victory. Su preservación y conservación. Su cuidado. Su estudio arqueológico, han sido algunas de los pasos seguidos para poder contemplarlo tal y como esta hoy en día. Tal y como estaba en aquella tarde de 1805. Las visicitudes, y las batallas ganadas al transcurso del tiempo, son el objeto del presente post en espejo de navegantes. Un post lleno de innovación, de pasión sobre una nave y una historia que se lo merece. 

Robert Dodd (British, 1748-1815) The Battle of Trafalgar, The two British columns going into action.

Tras el avistamiento, y las maniobras tácticas, nos encontramos con un destino.Uno forjado previamente por aquellos marinos, por aquellos protagonistas. Uno por la decisión de Nelson, previamente comunicado a su capitanes de mar y de guerra, mediante un poderoso brindis, en la conjura por la victoria en su propio cabina. De otro lado. La orden de Villeneuve de virar hacia el noreste para poner rumbo a Cádiz,  en cuanto vio aquella columna de a dos, venir a todo trapo hacia su frágil y extensa media luna. El cuerpo español no estaba de acuerdo.  Que lejos del “esprit de corps” de los Hardy, Collingwood, Harvey, Duff y Berry. Célebre el desacuerdo con el pusilánime Villeneuve, de los valientes y experimentados Churruca y Alcalá Galiano. Para cuando conocerán su noble historia el ciudadano en general. Como revindicaba hace unas horas acertadamente en twitter una gaditana, arqueóloga e historia naval que entraba en conversación con un tweet del  Maritime Museum y de un servidor, en el día de la conmemoración de Trafalgar. “Hoy también murió en combate el comandante y paisano mío, Churruca. Su viuda nunca recibió las pagas”. Cuanta razón evocaba. Mientras unos brindaban en torno a una mesa la noche anterior, otros que pegaban un sonoro puñetazo de contrariedad en el consejo de guerra celebrado en el puerto de Cádiz, contrariando las mediocres órdenes del almirante francés por parte de los capitanes de mar españoles. Hay batallas que parecen decidirse antes de enfrentamiento y que parecen ser muy actuales. Y posiblemente Trafalgar fuese una de estas. El audaz e inteligente Churruca, del que antes hablábamos, mientras leía las señales con el anteojo en la cubierta de su navío, lo dejó bien claro: «el almirante no sabe lo que hace, la flota está perdida». Se le tuvo que caer el mundo encima. Y a pesar de eso lucharon. Y pasaron a la historia.

Foto detalle del comandante de mar y de guerra Churruca. Ejemplo de audaz, inteligente y valiente oficial de la armada. Museo Naval de Madrid. Sala de Trafalgar.

Al igual que muchos de sus relatos, personajes e historias. Muchas de estas, por fin, son contadas a día de hoy magistralmente en nuestro país. De viva voz, emocionada y erudita, por parte del almirante González-Aller. En sus ponencias, en cariz de marino y de investigador, es un lujo evoca y oírle escuchar  las ceñidas, reviradas y demás órdenes de aquella lejana batalla. Los salones llenos de curiosos e investigadores que rompen a aplaudir con aquella vivencia que parece casi traernos el olor a pólvora y el sentir de los marinos. Ponencias y publicaciones  fundamentales, como es ese corpus documental del almirante, que ha compartido con otro gran divulgador actual de aquel hito histórico. El escritor, Arturo Pérez Reverte, con su Cabo Trafalgar, revive aquel episodio histórico que magistralmente Pérez Galdós, ya dispuso en los anales de nuestra literatura. Y entre marinos, escritores, historiadores, investigadores de la universidad y muchos otros, que haría demasiado excesivo nombrar aquí, o incluso el propio compañero de espejo de navegantes, Agustín Rodríguez González, con su “Trafalgar y el conflicto naval anglo-español del siglo XVIII”; han hecho justicia desde nuestra historiografía hispana.

Conferencia en el bicentenario de Trafalgar. Dos grandes en la misma. Almirante Jose Ignacio González-Aller y el escritor Arturo Pérez Reverte.

 

Los relatos sobre la derrota y el que pasó tras la batalla, ya son desgraciadamente muchos menos. Y ahí es donde siempre empieza el papel del arqueólogo. Apenas hay publicaciones y estudios en comparación con los desarrollados con la batalla. Y es aquí donde posiblemente, a efectos del presente y del futuro tenemos otra batalla pendiente. Por parte Española, y a pesar de encontrarse muchas de las naves sumergidas en nuestras aguas, nos podríamos encontrar con el olvido ante la batalla más conocida de la historia de la humanidad. Por parte Inglesa. Es curioso. El Victory que capitaneó Nelson y que fue su tumba, aún sigue en pie. La quilla del Victory, fue bautizada en 1759 cuando la Royal Navy, construía y ordenaba 12 nuevos navíos de  ‘primer nivel’ para desafiar la agresión francesa Napoleónica. Tras más de dos siglos, este barco se encuentra vivo hoy en día. Octubre del 2014. Muchos son los pasos que hasta ahora ha tenido que llevar hacia adelante para su adecuada restauración y museología. Incorporación de elementos nuevos sobre los arqueológicos, e incluso una constante e inteligente preservación para el futuro. Para 250 años más, como recientemente publicaban muchos titulares de los periódicos del Reino Unido. El estudio y proceso de restauración, iniciado en el 2013, se postergarán durante unos años más. En el verano pasado, pude visitar por segunda vez el navío. Uno más de esos 350.000 visitantes que anualmente tiene la nave de Nelson. 350.000 personas que suponen un importante número de visitas, en comparación con algunos de nuestros museos estatales y regionales españoles. Visitas para ver un barc0 legendario. Para hacernos una idea, y con los datos del 2013 ofrecidos por la web del Ministerio de Cultura (dado que el 2014 se encuentra en curso), de la importancia que tiene musealizar la mar y sus historias. Contemplar el Victory, que lleva  años exponiéndose al público es un ejercicio de historia viva. Y a tenor de los resultados de visitantes. Una historia apasionante.

Instalación del Victory en los muelles del muelle histórico de Porsmouth.

En la actualidad, y quizás sea uno de los secretos de esa corriente tradicional anglosajona, aquel navío centenario es uno de los baluartes vivos de la cultura marítima de su nación y del mundo. De hecho recientemente tuvo lugar una exposición en el Maritime Museum de Greenwich, que dejaba bien claro este legado. El del Navy, Nations and Nelson. Y no se porque orden, porque todos son para ellos igual de importantes. Su catálogo y su exposición nos hablan claramente de arqueología. De historia y de mar. En una nación que no ha dado las espaldas al mar como la nuestra. El cuidado. El mimo y la protección que otorgan a aquel barco, protagonista de la batalla de Trafalgar así lo atestigua, en un país en el que la honra a la mar, a sus historias, es una discurso al alcance de cualquiera.

Fotografía actual del Museo y nave de la batalla de Trafalgar. HMS Victory. Porsmouth.

 

Aquel vestigio histórico, este barco, no solo es un legado. No solo es arqueología. También es el barco más antiguo comisionado en la Armada Real. Todavía tiene un comandante al mando de la nave de la segunda zona marítima del almirantazgo. Todavía se utiliza para diferentes funciones y ceremonias. A día de hoy, aquel navío de vela es un símbolo viviente de la Royal Navy.  Hasta hace poco se encontraba al son de las aguas. Con su obra viva y su obra muerta, meciéndose en la mar. Manteniéndose en pie, como fiel testigo de su historia pasada. En la actualidad, se encuentra “anclado” en un dique seco del astillero histórico de Portsmouth. Allí se puede observar in situ, el excelente trabajo que las distintas generaciones de carpinteros han hecho en él desde 1830. Los conservadores, curators, el personal y los carpinteros que trabajan sobre la nave,  han logrando restaurar y poner a disposición del público en general, al buque insignia de Lord Nelson de una forma muy parecida a como debió encontrarse en 1805. 1.5 millones de libras son los costes de mantenimiento anuales, que allí  son hasta la fecha sufragados del presupuesto de defensa. Desde el propio Ministerio, y tras muchos años de trabajo, recientemente comunicaron, su clara voluntad política y técnica de preservación de cara al futuro. “Hay un programa permanente de reparación y de inversión para garantizar que este buque emblemático es preservado para las generaciones futuras”.  Y es así. Sus palabras se encuentran amparadas por sus hechos y sus trabajos de hace años. Para las generaciones futuras hay y habrá un barco que recordará la tecnología naval, arquitectura y los hechos históricos de hace siglos. Se habla de barcos visitándolo, además en un entorno marítimo, el de los “historic dockyard”, en donde se puede visitar otra joya arqueológica. El Mary Rose de Enrique VIII. En una época, la de este barco, que compartía la visión del mundo de la mar, con otro Imperio. El de España. Y hablando de nuestro país, ¿Donde tenemos en España los estudios, de un barco del calado histórico de  Carlos V, que dominó Europa en pleno renacimiento, de un Colón que descubrió el mundo,  de un Felipe II que “reinó donde no se ponía el sol”, de un Churruca o un Gravina con su “Santísima Trinidad”, el navío más fabuloso de la época y de la propia Batalla de Trafalgar?. La respuesta parece ser.  En lo científico, en el olvido. No existen estudios, ni publicaciones arqueológicas publicados sobre ninguno de estos barcos singulares y de calado histórico desde 1492 hasta la actualidad. En lo físico. Muy sencillo.  Desconocida su localización. En el inmenso fondo marino.

Foto de detalle de la popa del Victory. Al fondo el museo del navío de Enrique VIII. El Mary Rose.

La batalla actual del Victory 

El Victory fue una apasionante máquina bélica de su momento. Lo mejor del I+d+i de sus astilleros. Y de una nación desarrollada tecnológicamente.  Desde el momento de su construcción, la nave de Nelson, estaba destinada a ser un buque insignia. La proyección del poder británico en todo el mundo. Cuando fue construido, se convirtió desde el primer minuto,  era toda una ciudad pequeña. Una tripulación de 820 marinos, repartidas en 8 cubiertas.  Ya en 1799, el Victory se consideraba como uno de los mejores de su momento. En España teníamos las magníficas construcciones de José Romero y Fernandez de Landa . Que decir de sus “reglamentos de madera”, de la ingeniosa manera y forma de construir sus “baxeles para el rey”. Otra joya de nuestros archivos históricos. Ojalá pudiéramos contrastarla con la realidad arqueológica de las naves de mar y de guerra del momento. Pero volvamos al Victory,el único viviente de la batalla de Trafalgar.

Reglamento de las maderas necesarias para la fábrica de los baxeles del rey. Por “Romero Landa”

Al ser nave insignia de la armada, siempre estuvo rodeada de un profundo significado. Continuamente se encontraba en remodelaciones para dejarlo a la altura de su condición. Después de la batalla de Trafalgar, la nave se encontraba tremendamente dañada. Mucho se ha escrito, y muy interesante acerca del intenso bombardeo al que se vio sometido en su maniobra de aproximación a la línea de navíos franco-hispanos en Trafalgar. Los historiadores e investigadores se sirven de una fuente fidedigna. Los partes de los oficiales en sus memorias de guerra. Existen los partes españoles, como el de los franceses que nos detallan su casi entera destrucción. “Con el bauprés casi tocando la popa del Bucenteaure, el  Redoutable disparó a los aparejos del Victory, durante diez minutos, tratando de desactivar sus velas y propulsión para evitar el cruce de la línea francesa, pero no logró detener su avance, a pesar de cortar, parte de sus trinquetes, su mesana y su juanete principal.  Después de un furioso combate de quince minutos, con duelo de mosquete entre los dos buques.  “Petit échange de bras violent s’ensuivit”, decía el capitán Lucas. “Un pequeño intercambio a brazo partido, (podríamos traducir como violento) se produjo. En realidad, parece ser que se estaban dando de lo lindo unos contra otros. Y en el puerto de Cádiz, el pequeño oficial Francés, que se puso a entrenar desde las cofas y las cubiertas a tronar a mansalva granadas y fusilería. Y claro, “nuestro fuego llegó a ser tan superior que a los quince minutos, habíamos silenciado el del Victory. Sus castillos estaban cubiertos de moribundos y heridos. El almirante Nelson fue muerto por nuestros disparos. En ese momento, casi de inmediato, los castillos de la nave enemiga fueron evacuadas y en el Victory dejaron de luchar completamente. Pedí que el aparejo de la cubierta principal, fuese cortado y nos sirviese de puente”. El Capitán Lucas, nada más y nada menos, que pensaba abordar y rendir el buque. ¿Podría haber cambiado el sino de la batalla si hubiese conseguido abordarlo?. 

 

 

Nunca se podría saber, pues en esos momentos, como en una ocasión, lo pudimos escuchar de viva voz al almirante González-Aller, en unas jornadas que tuvimos el privilegio de organizar allá por el 2005, en su bicenterario… “En aquel preciso instante llegaría el Temeraire, para barrer terriblemente la cubierta superior, atestada de marinos e infantes, que al grito del Emperador, se proponían asaltar salvajemente el buque insignia británico”. Hemos de recordar. Como tantos recuerdos debidos en esta batalla, que el Redoutable, iría horas más tarde irremediablemente a pique con su tripulación. Con sus valientes. Reposando en el fondo del mar para siempre .

El Victory después de la batalla

A punto de ser hundido por el fragor de la batalla, tras la victoria,  fue inmediatamente remolcado a puerto. Estaba, como dijmos, prácticamente destrozado. Tras las guerras napoleónicas y con el paso del tiempo, en vez de ser relegado al olvido y desguazado, se decide que sea restaurado y recompuesta su antigua gloria. Muy pocos barcos sobreviven a la edad de la vela, máxime cuando fueron testigos y actores privilegiados de la historia. Su viaje fue de lo más curioso. Durante decenios se utilizó como depósito y buque de entrenamiento. Enorme, pintado de blanco y negro, con su nombre en la popa del barco. Emergía en las aguas portuarias, como una auténtica joya del pasado. Y por eso. Por la sensibilidad y atención, de no poder ser relegado al olvido, se decide en la década de 1920, llevarlo a dique seco.

El navío Victory, allá a principios del siglo XIX. Se decide preservarlo como barco de entrenamiento, vestigio del pasado y depósito. Pero aún, dado de alta.

Y allí, de nuevo siguió haciendo frente al enemigo. En uno de los ataques de la Luftwaffe alemana, durante la segunda guerra mundial, una de las bombas cayó directamente sobre la cubierta del buque. Tras casi dos siglos después, recibía un nuevo impacto del enemigo, incendiando parte del mismo. Y así, hasta que en el último cuarto del siglo XX, las autoridades Británicas, deciden un completo y renovado programa de conservación y protección.

Su legado histórico, se convierte en museo, para ser visitado por las miles de personas y curiosos que antes comentábamos. Pero además de museo, es un yacimiento arqueológico en sí mismo y las autoridades lo saben. Un documento histórico, que con el paso del tiempo se irá convirtiendo en un legado aún más importante si cabe. De ahí,  que no sólo requiera de su conservación. De su protección, que ya están día a día desarrollándose,  sino que también, sea necesario su renovado estudio. Y así, en el 2013, se desarrollan y proyectan una serie de estudios e innovaciones, con el objetivo de conocerlo aún mejor, así como preservar para siempre su legado histórico. Un momento emocionante que según los técnicos que iban a desarrollarlo, anunciaban como los  primeros datos sobre la historia del Victory como objeto arqueológico, iban a tener importantes consecuencias. Andrew baines, curator y encargado de este proyecto para el Victory lo dejaba bien claro; “Tras  casi 250 años de edad, la estructura del HMS Victory es increíblemente compleja, tanto en términos de diseño, como en lo referente a la historia de reparación y conservación”.  El escaneado láser, promovido por el Museo Nacional de la Marina Real, se ha utilizado para construir un modelo digital que contiene los detalles de cada pieza de la madera y el hierro en su construcción,  de los casi 80.000 componentes. Veamos que surgía del Victory y del fondo de su historia. O de sus cubiertas, una a una las piezas que lo componen. Sin lugar a dudas, utilizar el láser scan sobre un navío del XVIII, es un trabajo pionero, de ahí su originalidad. Especialmente a la hora de trabajar en el interior de sus cubiertos, al escanear su estructura naval al milímetro. Una técnica que permite mapear con detalle y exactitud el yacimiento. Tal y como conocíamos recientemente. En España, diferentes instituciones de investigación, así como departamentos de universidad y empresas lo han utilizado en diferentes yacimientos arqueológicos. Tal es nuestro caso. Desde Nerea Arqueología ha sido utilizado para escanear la fachada de diferentes inmuebles de interés y de importancia arquitéctonico, así como diferentes yacimientos arqueológicos, con interesantes resultados documentales. En el caso del Victory, como hablaban sus responsables. Se trata de un proyecto pionero en una nave histórica estanca y estable, con la posibilidad incluso de echarse a navegar en cualquier momento.

Detalle de Popa de la nave Victory. Innovación en el patrimonio marítimo y naval por parte de las autoridades, las empresas y los responsables del museo del Victory.

Restos arqueológicos de la batalla

El mayor artefacto único que aún queda de la batalla de Trafalgar es lo que los ingleses denominan, el “Fore Topsail”. Mide 54 pies de alto por 54 pies de ancho en la parte superior y 80 metros de ancho en su base. Una “preciosidad” histórica, la de esta vela, que tiene  una superficie de alrededor de 3.620 metros cuadrados. Pesa alrededor de 370 kilogramos e  impresiona. La vela se hizo inicialmente en el “Sail Loft”, de Chatham,  por los tejedores escoceses de Dundee,  que solían fabricar y trabajar los rollos de tela para las velas de la  Armada durante este período.  Tuvieron que trabajar estos artesanos durante alrededor de 1.200 horas para yerminar de confeccionarla. Las imágenes. Y los relatos de la batalla nos dejan claro, tanto visual, como gráficamente. Las maderas. Los mástiles.Los jirones de las velas. El humo. La sangre…Aquellas velas fueron testigos directos del momento más violento de la batalla. Y sus huellas se quedaron para siempre marcadas en sus lienzos.

Planimetria de del estado de una de las velas del Victory.

 

Y así, entre la vela de la nave, que quedaba  marcada por más de 80 agujeros y desgarros en el lienzo sostenido tanto en la batalla, como después por los cazadores de recuerdos. La vela se perdió de nuevo a principios de la década de los 30, hasta mucho después de la II Guerra Mundial, para ser más tarde descubierta en el gimnasio en de la Royal Navy. En el Cuartel de Portsmouth. En 1967 fue devuelto a la nave y se muestra en una de sus cubiertas. Este único e histórico loenzo, es la única vela y huella existente de la batalla en 1805.  De ahí su valor. Recientemente, se se exhibió en el dique  n º 4  de el astillero naval real durante el Festival Internacional del Mar en 1998, antes de ser retirada para su posterior restauración. Ese momento fue la primera vez que la vela fue izada desde la batalla de Trafalgar. El hecho de permanecer hoy intactas es un testimonio de la habilidad de los fabricantes de velas  que cosían hace más de dos siglos. Para preservar la vela para el futuro, ahora se almacena en condiciones ambientales controladas en un almacén. En el histórico astillero de Portsmouth.

Exposición de la vela del Victory. En la actualidad se guarda en condiciones climáticas propicias para su perfecta conservación.

Pero no solo estaban las velas. El Victory era tremendo. Y decíamos antes, que una de las máquinas bélicas más temibles de su momento. Se imaginan como será o sería el Santísima Trinidad?. El Inglés, tenía aproximadamente 26 kilómetros de aparejos. Fue construído en 1765, por un costo de 63.176  libras. En cifras de hoy en día, equivaldría a la construcción de un portaaviones. Para su construcción se necesitarían más de 6.000 árboles, el 90 por ciento de los cuales eran de roble . El equivalente a 100 hectáreas de bosques. Tenía 37 velas, volando en tres mástiles y alrededor de 23 velas de repuesto para la batalla. Su velocidad máxima era de 11 nudos o 12 millas por hora.Más de 42 km de lino y cáñamo cuerda se requerían para hacer funcionar al Victory, mediante sus jarcias o sus cabos. El más grueso era nada más y nada menos que de medio metro de circunferencia…

Cubierta superior del Victory. Donde fue abatido Lord Nelson. Esta cubierta junto a otros elementos estruturales, ha sido objeto de estudio y conservación debido a la constante lluvia en la zona.

Además de las velas, el barco de 245 años de edad, ha tenido una serie de fugas de aguas, por una de sus zonas más características. Los tablazones de las cubiertas y las del casco. Ocurre, que estaban pudriéndose algunas de sus maderas y como le ha ocurrido recientemente al Wasa, en el momento en el que se expone en un dique seco, apoyado firmemente en una estructura de metal,  cuya inercia de su peso hacía que se hundiese poco a poco y que en los extremos del casco, gradualmente se vayan desplazando algunos centímetros  sus estructuras de madera. Esto representa un gran problema de conservación para los técnicos, que han de tirar del ingenio para solucionar el grave problema. En algunos casos, incluso algunas estructuras ya no quedaban ni unidas al casco. Un segundo informe de los estudiosos y conservadores navales, revelan problemas generalizados con el agua de lluvia que entraba por la cubierta, lo que lleva a una posterior putrefacción de la madera, cuya humedad, agravaba algunos problemas estructurales antes mencionado. El estudio afirma que hubo informes incluso de agua que goteaba dentro de la cabina utilizada por Thomas Hardy, quien fue capitán de la nave en la batalla de Trafalgar, tras la muerte de Nelson. A todo ello, le han puesto remedio. La cabina de los ilustres oficiales no podía quedar cubierta de moho, bajo ninguna manera.

Cabina y mesa del desayuno del capitán Nelson. Reconstrucción idealizada de la popa del Victory.

En relación a los mástiles, otra de las características improntas de una nave de guerra de esta época. Decir que tuvieron que ser casi totalmente reparadas en los astilleros de  Chatham tras la batalla. Existía un agujero en uno de ellos, que era realmente impresionante. Tuvo que ser objeto de un impacto violento de cañón. El orificio hace pensar que aquella bala, pasó limpiamente a través de la parte más gruesa de la madera, profundizando, ¡nada más y nada menos¡, que cerca de los 80cm. Probablemente fue causada por un arma de 18 libras  disparado quizás desde la cubierta inferior de la Redoubtable francés. Quizás desde los mortíferos cañones del Santísima Trinidad en su acercamiento. Este mástil también es capaz de revelar nueva información sobre cómo el Victory, fue construído en el momento de la batalla. Un estudio de los fragmentos de pintura que se encuentran en este mástil están en estudio en la actualidad. El fin, muy sencillo, el de establecer el esquema de los colores originales. Los trabajos de arqueología también pretenden aprender más sobre el mástil a través de la dendrocronología, que no es otra cosa que el estudio de los anillos de los árboles, para establecer eso. Fechas y resultados.

Cubierta inferior de artillería naval con los calibres de 18 y 24 libras. El detalle curioso de las lamparas para dar luz en las condiciones de oscuridad, en el caso de que las portas estuviesen cerradas.

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Foto de detalle de las cubiertas inferiores del Victory con la artillería naval de a bordo. Reconstrucción ideal, junto a la variedad de municiones. Desde las palanquetas para tirar contra los aparejos, a las bolas encargadas del daño estructural del casco.

Hoy en día, son relativamente pocos los cañones de Trafalgar que sobrevivieron y que por tanto son originales. Debido a la edad de la nave, la mayoría de los existentes  a bordo son réplicas  exactas. El barco, sin embargo, tiene todavía 8 de los cañones que usó durante su batalla más famosa. Y esto es un dato importante y a tener en cuenta. Uno de ellos. Precisamente por ser uno de los “más grandes”  y por tanto más difícil de transportar, (con 3 toneladas de peso y 24 libras de calibre),  aún puede ser visto en una de sus cubiertas inferiores. Se trata de una pieza singular, que los estudiosos de la artillería naval disfrutan mucho al contemplarlo. Sobre todo por una cuestión única. La de encontrarse emplazado en su lugar original. En la cubierta destinada para él. En un barco centenario.  En el punto álgido de la batalla, este cañón, necesitaba de 12 hombres de la tripulación para lograr una cadencia de fuego de un disparo, cada noventa segundos, que hacían traquetear al unísono todas la tablazón de la cubierta. A propósito de las tablas la cubierta. Tienen nada más y nada menos, que más 200 años de antigüedad,. Por las mismas, han pisado los pies y cañones durante dos siglos de servicio naval. A la hora del rancho,  600 hombres comían en este espacio, y por la noche 460 almas dormían. Con que solo roncasen una cuarta parte de ellos, imagínense el espectáculo. Aquello si que debió ser una magnífica y comfortable gran habitación. Cuestión de camaradería, no cabía otra.

Garbado de la época que nos detalla la vida a bordo de un navío de guerra británico. Observese como aprovechan el espacio, junto a los cañones, para la comida y la sobremesa. National Maritime Museum.

Con todo este legado a sus espaldas, la ciencia tiene que garantizar la conservación de tan importante legado histórico. De ahí que el año pasado echasen mano de la tecnología y la innovación para facilitar el desarrollo de tan importante programa.  El objetivo, dar prioridad a las futuras reconstrucciones de la nave, mediante un método. Incluso se han dado cuenta, a través del estudio en 3D, que originalmente, gracias al estudio y modelo de la nave,  el casco tendría forma de banana, curvándose en cada extremo. ¿Y que pasó para que no tuviese esta forma original el Victory?. Pues fácil. Parece ser, que cuando el barco estaba anclado en el puerto de Portsmouth,  los cables de cáñamo originales, que fueron reemplazados por cadenas de hierro mucho más pesadas, hizo, que  todo el peso adicional revertiese la forma del casco. Hasta este nivel de detalle y reconstrucción del pasado, son objeto de este estudio. 90 mil millones de mediciones de 850 escaneos láser para crear el modelo digital 3D. 50.000 mediciones capturados cada segundo a una densidad de 1 mm, dan esos resultados. La tecnología al uso de la vanguardia. Los archivos procesados ​​fueron exportados, como nube de puntos y utilizado para la creación de reconstrucciones precisas de todo el forro del casco. Ya fuese a babor y estribor, usando una combinación de paquetes de CAD para extraer los detalles tales como restos de encofrado, ojos de buey  y las correas de los aparejos. Así como las coordenadas 3D, quedando delomitados por más de 430 puntos clave en los lados del casco, dibujándonos a la perfección su silueta. Su esbelta línea. Su perfecta geometría. 

Foto detalle del técnico del Scanner en 3D de Leyca Systems.

 

Los expertos de la “Asociación Downland”, trabajaron con el Museo Nacional de la Marina Real para mapear, la eslora del buque de 230 pies.  Un trabajo de ingeniería con un importante resultado científico para su país y para la humanidad.  Un registro histórico, nunca realizado hasta el momento, que permitirá sentar las bases para tener al Victory otros 250 años perfectamente conservado y restaurado. La tecnología al mando del saber y de la ciencia. De la competitividad. Del conocimiento. De los ciudadanos.

La nave del Victory, en tareas de conservación del buque insignia.
El navío francés “Redoutable” de 74 cañones combate en desigual liz contra el británico “Temerarie” de 98 cañones. En el momento justo del intento de abordaje al Victory

 

  “Me ví rodeado por el fuego y el humo, sólo fui capaz a intervalos de discernir las naves en mi vecindad inmediata.Pero voy a entrar en todos los detalles de lo que ocurrió a bordo del Redoutable durante el concurso que mi nave pasó por la boca del cañón y, costado a costado con un barco de ciento diez cañones, el Temeraire de la misma fuerza, y un tercer barco , una de dos pisos, de los cuales no sé el nombre “. “A las once, la flota izó sus colores. El alférez de la Redoutable subió de una manera muy impresionante;. Los tambores ‘Aux Drapeaux’; Los soldados presentaron armas. Entonces la bandera fue saludado por oficiales y soldados con huras, siete veces repetida , ‘Vive I’Empereur!’ .‘Vive I’Empereur!’   

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