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España, en el proyecto de los barcos de Hernán Cortés: un paso en la buena dirección

Los arqueólogos mexicanos, encantados con la posibilidad de que España colabore por fin en el proyecto

España, en el proyecto de los barcos de Hernán Cortés: un paso en la buena dirección
Tres anclas han sido halladas hasta ahora en Veracruz, las tres orientadas de igual manera y todas del siglo XVI
Jesús García Calero el

La complejidad de la historia puede apreciarse mejor cuando se estudian episodios mal comprendidos.

En ABC hemos sido críticos con la pasividad del Gobierno español ante la posibilidad de conmemorar como merece los 500 años de la llegada de Hernán Cortés a México, en 1519. Como se recordará, preguntado por la ausencia de actos previstos -frente al aluvión de homenajes al exilio español en México, del que hace 80 años- el ministro José Guirao declaró que «En México es complicado» recordar al conquistador.

Las probabilidades de que ese juicio del ministro fuera un pre-juicio frente a posibles polémicas impidieron que el Departamento trabajase con naturalidad y activamente en la defensa del conocimiento de la historia y la divulgación del patrimonio común. No como México, que a pesar de declaraciones críticas y polémicas, que nunca faltan, incluidas las palabras del presidente López Obrador, sí ha activado a sus científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para lograr hallazgos relevantes aprovechando la conmemoración.

Roberto Junco, subdirector del INAH mexicano, a punto de realizar una inmersión en un pecio

La respuesta del Ministerio de Cultura, tras la insistencia de ABC alertando de los hallazgos de tres anclas y de una primera visita del director del Arqua, Iván Negueruela, el pasado verano, en la que pudo compartir unos días con los responsables del proyecto de los barcos perdidos de Cortés en Veracruz, parece haber sido despertar por fin a la subdirección general de Protección del Patrimonio Histórico del Departamento.

Dos años después de iniciado el proyecto, fuentes cercanas a la subdirectora Elisa de Cabo anunciaron en días pasados que una primera reunión con los responsables mexicanos ha sido prevista para tratar la posible participación oficial de España en la búsqueda de los barcos de Cortés. Una participación muy necesaria e importante porque es un episodio esencial de la historia de ambas naciones y porque nuestro país tiene muchísimo patrimonio repartido por los mares de todo el mundo, por lo que resulta extraño las pocas veces que ha dado esa imagen de estar dispuesto a cooperar científicamente de manera activa en trabajos de campo.

EL fascinante proyecto de búsqueda de los barcos de Cortés en la Villa Rica de Veracruz supone la búsqueda de los rastros materiales del primer contacto entre dos mundos

Cualquier implementación de ese papel activo que surja con México será muy positiva. No solo por los efectos inmediatos de formación y educación de arqueólogos, además del estudio conjunto de los hallazgos, sino también porque, desde un punto de vista estratégico, México es el socio de referencia de España en el hemisferio iberoamericano. Es firmante de la Convención Unesco 2001 para la protección del patrimonio subacuático. Y es la referencia de la disciplina en el continente, como muestran las décadas de trabajos y proyectos de carácter nacional realizados bajo el largo mandato de Pilar Luna, una leyenda de la arqueología, a los que se suman los proyectos en marcha que mantiene con muy buen pulso Roberto Junco, el actual subdirector de Arqueología Subacuática del INAH.

Y además hay que subrayar que la intención de pasar a un papel más activo resulta la mejor manera de hacer válido el Memorando de entendimiento para la cooperación en esta disciplina arqueológica que firmaron ambos países en 2014 y que estaba aún esperando un primer proyecto concreto que diera sentido a todo ese esfuerzo. El esfuerzo fue diplomático y burocrático, al principio, pero luego dio paso a distintas negociaciones para un proyecto concreto: la investigación conjunta de un galeón, el Nuestra Señora del Juncal, hundido en la sonda de Campeche en 1631. El arqueólogo Iván Negueruela viajó repetidamente a México en 2014 y 2015, y cuando las conversaciones estaban a punto de dar frutos, inexplicada e inexplicablemente, la subdirección general de Protección del Patrimonio Histórico canceló los contactos. Hay que recordar que la pasividad ministerial fue la tónica en esos años ante lo que parecía que iba a ser un expolio respaldado por un Gobierno:  el caso del galeón San José de Colombia bajo el mandato de Juan Manuel Santos.

Tres anclas han sido halladas hasta ahora en Veracruz, las tres orientadas de igual manera y todas del siglo XVI

Así, si la reunión proyectada ahora con México diera sus frutos, España estaría dando el mayor paso en la buena dirección para ayudar a la protección del patrimonio común y compartido con Iberoamérica de los últimos diez años. Experiencias tan complicadas como fue la del galeón San José quedarían superadas con una cooperación abierta en la que no haya ni sombra de duda sobre la posible comercialización de patrimonio ni dudas sobre la idoneidad científica del proyecto elegido. El San José va a ser noticia hoy mismo cuando sea declarado Bien de Interés Cultural por el nuevo Gobierno colombiano, y por tanto, yacimiento indivisible. Pero no es idóneo como prioridad para investigar porque no olvidemos que es un pecio a 600 metros de profundidad seleccionado en 2015 por una empresa de cazatesoros por su carga en monedas, joyas y piedras preciosas, cuya excavación exige millones de euros de inversión y equipos muy complejos, sin que un solo arqueólogo serio haya dicho todavía por qué debe ser ese el primer galeón de la carrera de Indias que se excave en el mundo.

La innovación tecnológica ha permitido usar magnetómetros de nuevas maneras para aumentar su precisión detectando metales (anclas, pernos y otros elementos) en un terreno geológicamente complicado para ese propósito

A diferencia de esto, el Juncal, por ejemplo, estaría solo a unos 45 metros y parte de la base de dos décadas de trabajos muy rigurosos del INAH, tanto en la parte histórica, en archivos de todo el hemisferio, como en varias campañas de campo en las que se detectaron anomalías muy interesantes que habrá que investigar y también se pudo llegar a conclusiones científicas a través de modelos matemáticos y climáticos de cómo se produjo el naufragio, una de las epopeyas más dramáticas y trepidantes de nuestra historia común.

Mucho camino queda por andar, pero hoy celebremos que España se ponga las pilas por fin y se abra a un papel activo en la cooperación científica internacional, de manera que la participación en proyectos que pueden convertirse en referencia de buenas prácticas sea percibida por fin como la mejor manera de proteger y dar a conocer nuestro patrimonio. Es la mejor noticia que podría darse para el patrimonio común y compartido esta Navidad. Ojalá sea un cambio de política. Seguiremos informando.

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Jesús García Calero el

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