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El Mary Rose como nunca antes lo has visto

El Mary Rose como nunca antes lo has visto
Jesús García Calero el

El museo de Portsmouth presenta por fin el buque insignia de Enrique VIII, hundido en 1545, en su integridad y sin barreras, una vez concluida su restauración.

 

El naufragio del Mary Rose en el Cuwdray Engraving (los palos asoman por encima del agua)

Han sido necesarios 34 años, sobre todo los últimos 23, de lentos y complejos tratamientos de conservación para que los restos del Mary Rose, el buque insignia de Enrique VIII hundido en 1545, pudieran estabilizarse. Desde que en 1982 se extrajo del fondo del mar hasta ayer, el Mary Rose ha estado encerrado en una pecera, mientras se extraía el agua salada de la madera y se cambiaba por cera, y después secándose, con las cubiertas llenas de tubos y aspersores. Ahora, acabados esos arduos trabajos, por primera vez el buque puede verse tal y como se ha preservado: una visión de conjunto inédita, una cápsula de tiempo salvada que ha permitido reconstruir la sociedad de la época, gracias a todos los utensilios de sus tripulantes. Los polémicos cañonazos del Brexit acompañan la botadura de esta nueva etapa de un museo convertido en orgullo nacional británico. Motivos no les faltan.

Ahora puede contemplarse el barco completo desde las nueve plantas del museo

Para ayudar a la imaginación a dar cuerpo a esta histórica fotografía de los súbditos del rey Tudor, con detalles fidedignos de la vida a bordo, se han proyectado imágenes teatralizadas sobre el viejo barco. El personal del museo ha participado en los rodajes que llevan a escena -proyectadas sobre las tablas de las cubiertas- escenas de la vida ordinaria de una dotación de la época.

El Mary Rose ha sido pionero, protagonizó una de las más complejas operaciones de la historia de la arqueología subacuática y ha captado la atención y ha entusiasmado a los ingleses desde que fue localizado, en 1971. Lo mismo, cuatro siglos antes, su tragedia llegó a ensombrecer el ánimo de todo buen hijo de la Gran Bretaña.

El Mary Rose, por Geoff Hunt /Fotos cortesía de Mary Rose Trust

Construido en 1510 con la madera de 600 árboles, el Mary Rose se hundió cuando lideraba la batalla contra la invasión francesa en el estrecho de Solent, el 19 de julio de 1545. Como la cubierta iba tapada con una red para impedir los abordajes, sus 500 tripulantes no pudieron escapar y se ahogaron cuando el barco se fue a pique, con la excepción de 35 afortunados, que lo pudieron contar. Se cree que una maniobra indebidamente realizada permitió que el agua entrase por las troneras dejando al barco sin salvación en cuestión de segundos, ante los atónitos ojos del propio Enrique VIII. En el pecio se preservó la ropa, las vajillas, las armas (incluidos 179 arcos) y los ajuares de los marineros y oficiales hasta un total de 19.000 objetos, así como los restos humanos que han permitido un estudio antropológico sin precedentes.


Justo 471 años después del naufragio, se completa el museo que Gran Bretaña ha dedicado al Mary Rose, inaugurado en 2013. Ha costado 40 millones de libras (47,5 millones de euros). En esta última etapa se han invertido 5,4 millones de libras.


La visita a este museo bien merece un viaje a Portsmouth, porque el público aquí se sumerge en la época a través de miles de historias y objetos. Aunque el rumbo del Reino Unido en la UE sea cada día más incierto con el Brexit, las grandes novedades del Museo Mary Rose permiten una travesía segura por el pasado de Europa.

Historia en vivo
Cuando en 1982 los restos del Mary Rose emergieron, había 60 millones de personas ante el televisor. En la excavación participó el propio Príncipe de Gales, entusiasta del proyecto. El museo ha recibido 9 millones de visitas, cifra nada desdeñable. En Suecia ocurrió lo mismo con el Vasa, que tuvo a todo el país pendiente de su excavación y cuyo museo es el más visitado de Escandinavia. Los navegantes españoles exploraron el mundo, pero aquí no hemos querido estudiar de un modo similar un pasado que solo los pecios preservan.

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Jesús García Calero el

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