“Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces.”
Marco Valerio Marcial
El recuerdo es poeta, pero ¡por Dios! No lo hagas historiador jamás.
Paul Geraldy
Dedicado a toda la gran familia González-Aller, con especial cariño a Benigno González-Aller Gross.
Todavía hoy, tras un año en el que Jose Ignacio González Aller falleció, su mirada amable y su enorme sonrisa parece que nos mira desde el pasado. Su recuerdo nos envuelve, dejó huella en muchas de las personas que tuvieron el honor de conocerle y en su momento, nada más conocer su fallecimiento hicimos justo y humilde homenaje con aquel “In memoriam, la fuerza del honor y la pasión de un marino ilustrado”, publicado el 27 de Octubre del psado año en ABC. Hoy para conmemorar a ese marino e investigador de excepción que es el almirante José Ignacio González-Aller Hierro, es de justicia recordarle, tras el dolor de su pérdida, con unas humildes palabras que ojalá consigan hacer justicia a su gran e insustituible figura. Con su muerte se marchó uno de los “grandes de España”, en toda la extensión de su término. Bien lo saben los responsables de las instituciones, sus hermanos y compañeros del orden militar, sus amigos, los que pudieron trabajar junto a él, así como los investigadores que compartieron camino, ya sea en el seno de las academias, los museos y las instituciones científicas…La importancia de su legado histórico vinculada a la mar ocupó un papel importante en una nación que se hizo grande al descubrir medio mundo y cuya relevante historia nos la contó con especial atención, pasión y esmero.
Sisiño tenía en su imaginación deber y amistad, una memoria retentiva, en sus ojos, siempre amabilidad, en la lengua la verdad, en el pecho la sinceridad, en el corazón ordenados afectos, en los hombros paciencia, en las espaldas olvido de las ofensas, en las piernas constancia, en la diestra la razón discursiva, la ciencia indicativa, en la siniestra, pasión, pura pasión. Y que digan que no es verdad. Menudo marino y menudo librepensador. Ilustrado, como bien nos recordó afectuosamente el gran escritor y amigo de Sisiño, Arturo Perez Reverte. Ininterrumpidos viajes entre puertos, destinos, mares y naves. “Con la familia al puerto donde fuese este marino”, como decía. Su día a día antes de ser nombrado director del Museo Naval. Una vida dedicada a la familia, a su querida Victoria, a su amado Benigno y al servicio de España, a largo de decenios en la armada. Vivió en unos tiempos, convulsos, de profundos cambios. Tiempos detenidos siempre, que no hicieron vacilar la seguridad interior que nacía de la llama de su sabiduría. Como aparentes paradojas, aún resuenan, desde lo lejano, las máximas que dirigiesen la vida de Sisiño: «Per áspera ad astra”. Y de estrellas entendía. Lo aprendió en la mar y lo continuó en el museo naval. Con el tiempo, aquellas estelas de la mar lo llevarían día si, día no, con su paso vivo que iba del paseo del Prado al Madrid de los austrias, al Ferrol o a San Fernando, allá donde se encontrase la memoria marina, marítima y naval de España.
A José Ignacio González-Aller se le reconoce, al leer sus obras como heredero de la tradición; desde Cesáreo Fernández Duro a la actualidad. En realidad no solo fue el conductor de esa savia centenaria del conocimiento histórico de una época en la que nuestro país dibujaba el mundo y posiblemente contaba el relato de la mejor historia que podíamos contar, sino que tuvo la habilidad de hacerla atractiva y viva para el presente actual.
Su vida. Su obra
Son inseparables. De hecho, no podemos separar las fuentes vitales como marino y diferenciarlas de las fuentes de su historiografía, o de su sistema de la memoria, o de los tratados de las naves o de las reglamentaciones de la armada . Toda su filosofía se halla en toda su vida. Un historiador que conocía como se navegaba y lo mas importante, porque se navegaba. En un tiempo, en estos dos últimos años, en los que la cultura y el campo del saber de la historia marítima en época moderna sufre las irremediables perdidas del propio Gonzalez-Aller, junto al profesor Cántabro Jose Luis Casado Soto y la del Americanista Serrano Mangas, por lo que la historiografía náutica de nuestro país se ha sentido irremediablemente huérfana por un tiempo, testigo sin desearlo de un importante duelo. Y esto es un hecho significativo, especialmente en lo naútico. En lo naval, en lo marítimo. Un insustituible significado histórico de una epopeya, la marina. En una época, la de los descubrimientos, que además tenía un importante componente histórico y civilizatorio que algunos autores, tal y como estamos siendo testigos estos días, de ignorar y manipular la hhistoria. La mar es una de las mejores historias que podían ser contadas como nación y Sisiño la contaba emocionado y con conocimiento de causa. Se lo debía a la ciencia. La hispanidad, en su sentido más amplio era el resultado de aquella España de ultramar, de aquellas naves, de aquellas rutas, de aquellas personas que quedan reflejadas en los documentos o en los epcios, el los archivoso en las centenarias bibliotecas. En unos tiempos en los que además este discurso parecía estar de capa caída, Sisiño, nos narraba con todo detalle el significado de los Españoles en el Pacífico, la marina ilustrada o la cartografía de los exploradores que dibujaron el mundo. Aquello fue verdad y nada mejor que contarlo tal cual. El adjetivo “Español” alude a un origen, pero durante siglos pareció aludir a un prestigio, a un mérito. No hacia mas que recordárnoslo.
Su significado para la historia marítima de España
Lo intentamos definir con anterioridad, como decíamos, en rápida pluma, nada mas conocer su marcha. Ahora, con el tiempo, sin poder dejar de lado la admiración y el cariño, ese lenguaje poeta que nos decía Geraldy, que mejor que releer y compartir con todos las acertadas, rigurosas y sentidas palabras de su amigo Juan Van-Halen Acedo, que fueron promulgadas de viva voz y posteriormente publicadas, junto a la de otros destacados compañeros y amigos en el homenaje que el museo naval de Madrid le realizaba;
“Solo desde la experiencia de marino entregado a su vocación, con miles de millas de navegación a la espalda, puede entenderse y calibrarse su labor de historiador. Su interés y dedicación a la historia naval creció sobre el suelo de su condición de marino. Brilló como investigador porque brilló como marino de guerra. No solo aprendió en los libros, en los legajos de los archivos; aprendió ante todo de la mar. Su carrera militar no es disociable de su menester como tratadista histórico. Entendía desde sí mismo, desde su propia realidad vivida, el comportamiento de los navegantes, de los exploradores, de los capitanes de mar y de guerra de otro tiempo. Su interpretación y sus estudios sobre la historia naval están probablemente entre las aportaciones más importantes y originales que se hayan hecho en nuestro país”.
La obra de Sisiño, siempre iba dedicada para él, “a los que investigan”. Personalmente nos costaba creerlo. Tenía tal conocimiento sore la materia, ya se hablase de este o aquel espejo de popa, sobre la silueta, o la navegabilidad de una nave, los legajos que hablaban de aquel astillero o real fábrica, el informe de batalla de aquel oficial, la dirección y el porque de la historia….Tantísimos detalles, fuentes, legajos, personas y congresos. Y sin embargo, su humildad entendía que no debía constituir hipótesis de trabajo que sentenciaran. Que como decía, su objetivo era rescatar del olvido, de los mares de legajos históricos por descubrir todo aquello, para facilitar el material a los que investigaban, a la ciencia…. Y así construyó, junto a su esforzado equipo del museo naval de madrid, los corpus documentales más importantes sobre la mar océana, la batalla de Trafalgar y buena parte de lo referente a la que el llamaba como “la felicísima armada“, por no mencionar multitud de multitud de aspectos variopintas sobre la historia y la mar en época moderna. Y así iluminó e instruyó a muchos, otorgando el placer de ilustrar en multitud de conversaciones sobre la historia marítima Española, sobre su impresionante pasado. Y tampoco escatimó en elogios a los otros o trabajar codo con codo con ellos para construir nuestra historia. Al fin y al cabo era labora de grupo, no de unos pocos. A este propósito es de recordar que cuando Geoffrey Parker publicó La Gran Armada, a Sisiño le pareció aquello un ejemplo de objetividad desde la perspectiva británica y ahí estuvo él, para acompañar a su aquerido amigo de la Universidad de Ohio y hacerle de anfitrión en España en su publicación o cuando apareció La campaña de Trafalgar, de su también querido amigo Hugo O’Donell, con su magnífico compedio de la batalla, también estuvo él a su lado, no podía ser de otro modo . Una de las características de Sisiño era la de ser amigo de sus amigos, fiel compañero de viaje en aquello que ilsutrase e hiciese mejor a la ciencia. E hizo ejemplo y camino de ello.
La imaginación traza las formas de la virtud y Sisiño poseía en su interior una creatividad sobresaliente. Personalmente siempre me atrajo su contemporaneidad, su talante proactivo, constructivo y optimista. Su afan por sumar. Lo que hoy en día dirían los expertos, todo un emprendedor nato. Su voluntad esculpía en el barro de la realidad, transformando los problemas en oportunidades. Ya se tratase de traer al mejor iluminador de la época para el museo o conseguir ampliar las colecciones, hasta hacer el museo que en buena parte es hoy día. Pero fue en el alma de las personas, donde su virtud adquirió consistencia indeleble y duradera, como tambien se repitió en aquel 2 de Diciembre del pasado año en el que se homenajeó en su querida casa a su figura. Su instrumento fue la dialéctica, comparando todas las posibilidades de actuación, sumando, refundiendo, mostrando datos e ideas. Su simplicidad, era enemiga de la jactancia y de la disimulación, es la forma que adoptaba su prudencia. Y aún así era referencia para historiadores. Sea escrita por Nicholas Rodger, sea citado en sus documentos del Corpus aquí y allí; Geoffrey Parker lo cita y lo tiene como fuente de primera mano, en su biografía definitiva, se mencionan hasta noventa y tres de los documentos recogidos en la obra, y el libro Os navios de Portugal na Grande Armada, del investigador portugués, otro tanto. De nuevo Juan Van-Halen, que bien lo conocía, lo describe perfectamente, permítanme podamos leer de nuevo, algunas de las palabras allí pronunciadas…
«Era un grandísimo ser humano, un hombre machadianamente bueno que iba siempre con la verdad por delante. Uno de sus valores permanentes era su culto a la amistad, y somos muchos quienes podemos dar fe de ello. ya he dicho en esta intervención que formaba parte de esa excelsa tradición de los marinos ilustrados, y creo que es justo reiterarlo y destacar que desde esa condición indiscutible nos ha dejado, junto a su simpatía, naturalidad y bondad, un enorme y generoso legado científico. Su trato era siempre afectuoso. Vivía entregado a su trabajo y al compromiso con España, con la Armada y con la cultura, y lo hacía derrochando al tiempo humor y pasión. Como investigador naval es uno de los más notables que ha conocido lo largo de toda su vida. Recordaba el origen y circunstancias de cada pieza del Museo, las biografías de los más ilustres oficiales y jefes de la Armada, los intrincados caminos de la historia naval. Lector impenitente, había atesorado una relevante cultura histórica a lo largo de los años, con referencia exactas a los archivos y fuentes documentales. Su labor al frente del Museo fue, a mi juicio, fundamental para la imparcialidad de la institución y de la historia. Lo modernizó, lo amplió, creó una nueva estructura , dio renovado impulso a las labores de catalogación y restauración y amplió los fondos patrimoniales, de forma particularmente notable los de la biblioteca. Sisiño era un ameno conversador. Narraba los episodios de la historia naval como si hubiese estado presente en ellos, con pasión, con un deje de nostalgia, entusiasmándose a cada frase. No he conocido a nadie con esa capa- cidad de hacer que el interlocutor sintiera el pasado vivo, presente. y todo envuelto en una cordialidad singular desde la que derramaba una simpatía sin límites pareja a su humildad. Era humilde sin doblez, sin teatralidad “
Su última obra, el volumen V del Corpus documental de la Mar Océana…se publica y navega tras un año de su desaparición
Hoy mismo, al preguntarle a su hijo Benigno, que podríamos resaltar de la figura de su padre que no se hubiese hecho ya, con la misma humildad de la que hacía gala su padre, me hablaba de su obra. Los hechos que quedan. Y casualmente, sobre la coincidencia en el tiempo de la publicación del último volumen del Corpues documental de la Mar Océana. “Obra a la que estuvo dedicada mi padre durante sus últimos años, preocupado por completarla antes de fallecer. Al final lo consiguió”. Y lo que consiguió no era baladí. Nada más y nada menos que contribuir en la medida de lo posible a un mayor acercamiento a la verdad histórica, basándonos exclusivamente en el único testimonio que nos queda de los protagonistas: sus propios escritos. De nuevo la objetividad histórica, una necesaria meta para la ciencia. Y en esta aventura le acompañaron, siempre lo han hecho denodadamente con su trabajo, esfuerzo y conocimiento el contralmirante Marcelino Dueñas Fontán, el también contralmirante jorge Calvar Gross y doña M.a del Campo Mérida Valverde. La obra, tal y como nos indican estos autores marca un hito en la historiografía naval española, aporta una copiosa documentación en gran parte inédita, que sin duda servirá no solo de corpus para el estudio y análisis de la confrontación naval y militar entre España e Inglaterra en la época de la Gran Armada de Felipe II, sino que también, merced al acervo documental que aporta sobre una época crucial de la historia de España, resultará de inestimable provecho para campos de la historiografia. Futuro. Siempre arquitectura de futuro en su visión humanística e ilustrada.
Adiós querido Sisiño. Te recordaremos siempre grandísimo marino ilustrado, en la estela de tantos como brillaron en nuestra historia en las ciencias, las letras y la investigación histórica de nuestro país. Te ganaste a pulso estar entre el mar y las estrellas, convirtiéndote en una de ellas. De ahí nuestro sentido y pequeño, humilde homenaje. Muchos ya saben que tienes, que mereces un lugar de honor en la historia de la historia naval de nuestro país. Y un lugar aún más grande en nuestro corazón.
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