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Blogs Escuela de padres con talento por Óscar González

Cómo enseñar a nuestros hijos a tener unas amistades sanas

Óscar González el

Hace un tiempo que no me asomaba por aquí a publicar nada. He decidido que este periodo estival es buen momento para retomar mis publicaciones. Por este motivo hoy he traído una invitada al blog que nos inspirará con un fantástico artículo sobre la  importancia de enseñar a nuestros hijos el valor de la amistad. Se trata de Elisa Sal, colaboradora de la Escuela de padres 3.0 y autora del blog Planeta Mamy. Como ella misma se define apasionada de la comunicación y las relaciones sociales, pasión que ha conseguido volcar y desarrollar gracias a su blog donde comparte sus inquietudes como madre y las experiencias de su día a día en familia con un lenguaje cercano, sincero y plagado de realidad, sin trampa ni cartón. Doy fe de ello. 

Te invito a que leas el artículo porque seguro que te va a ayudar muchísimo a reflexionar sobre el tema:

“Siempre he sido una persona muy extrovertida, tanto que mi madre siempre decía de mí que me hacía amiga hasta de las piedras, supongo que es lo que sucede cuando te llevas casi 10 años con tus hermanas y tenía que ir a todas partes con mis padres casi como si fuera hija única, porque mis hermanas, cuando yo cumplí los 5 años, ya pensaban más en salir de fiesta que en jugar conmigo.

Así que, mis circunstancias, me hicieron sacarle partido a mi habilidad para las relaciones sociales. Allá donde iba hacia amigos y muchas veces acababa liderando al grupo o el juego. No es que me gustara mandar (aunque mi marido seguro que opina lo contrario) pero, he de reconocer que tengo facilidad para proponer ideas y motivar a la gente. Sobre todo, lo que nunca me gustó fue seguir lo establecido así, porque sí… y esta es, casi, una de las herramientas sociales más importantes de una persona, tener la personalidad, la integridad y la determinación para saber lo que va o no con uno mismo.

Curiosamente, eso me ha llevado a cambiar mucho de amigos, así que digamos que “amigos de toda la vida” los puedo contar con una mano. Supongo que, sólo aquellos que respetaron mi forma de ser, que me aceptaron incondicionalmente o que entendieron mi diferencia como un complemento, son ahora mis mejores amigos, lo mismo que ellos para mí.

No os equivoquéis, esto no va de “yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”, al contrario, siempre he pensado que hay que adaptarse al momento, al medio o las personas, pero mientras esa adaptación no suponga la anulación de la propia personalidad. Es más fácil si os digo que hay que saber empatizar con los demás, sí, pero eso no significa que dejemos de ser nosotros mismos.

Todo esto son reflexiones que hago ahora “a toro pasado”, pero recuerdo tener mis propias inseguridades por no comprender que es lo que había hecho mal con alguna amistad o grupo de amigos y que hizo que nos distanciáramos o que perdiéramos la amistad, lo que también es probable que les suceda a mis hijos hoy en día o en un futuro próximo.

Lamentablemente, a la gente le gustan más las personas que siempre dicen “Si” a todo y que, si hace falta, se tiran por un puente (frase de madre por antonomasia, jajaja), pero ya hablamos de la importancia de ser asertivos y de que decir “NO” es muy sano también, porque, ¿verdad que cuando a tus hijos un día les ofrezcan drogas querrás que tengan la suficiente autoestima y una personalidad segura para que les haga decir “NO”? Pues todo se fomenta en la forma en la que se establecen sus primeras amistades en la infancia y en como nosotros, como padres, respetamos su carácter.

La importancia de la amistad en la infancia

La amistad, aparte de ser uno de los valores más importantes del ser humano, es una herramienta vital para el desarrollo de habilidades sociales como la empatía, el trabajo en equipo, la resolución de conflictos, la aceptación de las normas, etc… así como para reconocer y gestionar sus propias emociones en grupo: la admiración, los celos, la envidia, la autoestima, el perdón, la reconciliación, el agradecimiento, la lealtad, la confianza… además, los primeros amigos suponen un vínculo afectivo libre de prejuicios y “máscaras” y cubre necesidades psicosociales básicas como la pertenencia a un grupo, el ser apoyado y querido o el ser aceptado por sus iguales, necesidades que también son cubiertas por la familia, pero que también tienen que ser complementadas por otro tipo de interacciones sociales y de personas.

La amistad en la infancia es el “banco de pruebas” para que el día de mañana puedan salir ahí fuera y enfrentarse con el resto de la sociedad, lo que les hará, poco a poco, decidir cómo quieren mostrarse al mundo.

¿Cómo les ayudamos a establecer amistades sanas?

Lugares de interacción social: hay que llevarles a lugares donde puedan interaccionar con sus semejantes, bien sea en el parque, en una actividad extraescolar, o cosas por el estilo… porque está claro que, hoy en día, el juego libre en la calle, como teníamos nosotros de pequeños, es casi imposible porque las ciudades no están hechas para los niños y, además, hay que añadir la falta de interacción social que Internet y los videojuegos les impide llevar a cabo… menos mal que aún tenemos el patio del colegio para que hagan amigos.

Detectar un buen amigo: enseñarles a reconocer si un amigo está abusando de su amistad y recordarles que un amigo de verdad les ayuda incondicionalmente, les permite ser tal y como son, les respeta, desea formar equipo con ellos, les cubre las espaldas o no contaría en un corrillo con otros niños ninguna confidencia personal…

Ayudando a forjar su personalidad: la mayoría de los padres desean que sus hijos sean niños obedientes, que no les lleven la contraria, que sean maleables, que se adapten a ellos… entonces, ¿cuándo a tu hijo le digan que se tire por un puente querrás que haga lo mismo? Es importante establecer unas normas y límites en casa, pero también debemos de respetar, en cierta medida, su carácter y su personalidad para no anular esa protección natural frente a los posibles abusos y desafíos de futuros amigos, sobre todo, de los que llegan con la adolescencia, etapa donde las amistades aún son más fuertes y donde podremos intervenir aún menos…

Quizás esa personalidad fuerte y determinante que hoy nos desafía con apenas un metro de altura a base de rabietas, sea la que mañana sepa decir “NO”, aunque eso suponga perder un amigo, salir de un grupo o estar solo una temporada… ya lo dice el refrán “es mejor estar solo que mal acompañado”.

Y es que un amigo es aquel que te respeta, que te deja ser como eres, que te acepta incondicionalmente y que te hace sentir feliz y cómodo… aunque digas que NO”

Puedes leer más artículos como este en su blog Planeta Mamy

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