Con este inquietante títular -interrogante «monumental»- firmaba mi compañero Àlex Gubern una documentada información sobre todas las especulaciones que han acompañado en los últimos años al destino de la Monumental de Barcelona y los devenires técnicos, administrativos y políticos que le quedan si de verdad ahora hubiera emprendido el camino de convertirse en la tercera mezquita más grande del mundo. Desde aquel intento de trueque urbanístico propuesto por el grupo municipal de Esquerra Republicana en el Ayuntamiento de Barcelona en los primeros años del presente siglo, hasta el globo sonda de la mezquita lanzado en varias ocasiones desde que se consumó la prohibición de las corridas de toros en septiembre de 2011, las especulaciones se han sucedido una tras otra.
En estas mismas páginas hemos dejado constancia de que el futuro de la Monumental iba a depender de los movimientos de la propiedad, la familia Balañá, tras la decisión de la Generalitat de indemnizar con 300.000 euros por la imposibilidad legal de organizar festejos taurinos.
Que se sepa, los Balañá no han movido ficha, y eso, con el valor que la plaza de toros puede tener -fuentes inmobiliarias señalan que el suelo ya podría rondar los 50 millones de euros-, no deja de abrir la puerta a nuevas especulaciones, a los movimientos fuera de cámara que den finalmente un uso a la plaza con la consiguiente plusvalía para los propietarios. Plusvalía a cambio de aceptar el puñado de euros que ofrece la Generalitat, podría ser la operación.
Y entonces, cuando desde el imperio Balañá se niegan conversaciones para que el coso acabe en Mezquita y desde el Ayuntamiento se dice desconocer el proyecto, uno recuerda cómo un portavoz del Ejecutivo catalán ya avisó de que la prohibición de las corridas de toros le iba a costar a las arcas públicas unos pocos euros. Así parece que puede ser si la Monumental acaba en mezquita, en gran teatro o en garaje. Mareante la cifra de los 2.200 millones de euros para una operación unicamente confirmada por Mowafak Kanfach, director de la Casa del Libro Árabe en Barcelona.
Sea como fuere, ahora es el momento para que una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso a la abolición de la Fiesta -a favor o en contra- pusiera a cada uno en su sitio. Despejaría el interrogante «monumental».