Ángel González Abad el 22 abr, 2013 Si muchas veces se le achaca a la Fiesta demasiada previsibilidad en lo que ocurre en el ruedo, la última tarde de la Feria de Sevilla ha recuperado el anhelado factor sorpresa. Un cartel que se desbarata por la grave cogida que sufrió El Juli dos días antes, un torero marginado por las empresas al que le ofrecen lidiar la corrida de Miura, un chaval que dice que adelante, y al final ese chaval, Manuel Escribano, que siente elevarse al cielo de Sevilla cuando el alguacilillo le entregaba las dos orejas del último miura de la tarde. La Fiesta en toda su dimensión, de torerillo casi desconocido a protagonista de una gesta. Cortarle las dos orejas a un miura no es algo al alcance de todos y hacerlo en La Maestranza… Y si el de la mítica divisa es premiado además con la vuelta al ruedo, la gesta es inapelable. Manuel Escribano, apenas ha toreado desde que una tarde de junio de hace nueve años tomara la alternativa en la plaza de Aramjuez. Seguro que él mismo llevaba meses detrás de los empresarios de Sevilla pidiendo un contrato para reivindicar todo lo que lleva dentro com torero. Al final, como otros años no fue incluído en la Feria, como otros muchos toreros sevillanos que claman esa oportunidad soñada, se quedó orillado. Pero, la mala suerte de que un toro cogiera de mala manera a El Juli, precisamente la máxima atracción de la corrida de Miura, hizo que el teléfono de Manuel Escribano sonara. ¿Quieres los miuras? Y a las seis y media en punto de la tarde del domingo allí estaba al frente de las cuadrillas para demostrar que podía ser torero. Dos horas más tarde, a hombros por la Puerta Grande. Escribano era el tapado de Sevilla, justo sería que se le abrieran más puertas y pudiera demostrar que la Fiesta debe seguir siendo una continua sorpresa. Toros Tags EscribanoMiuraSevillatoros Comentarios Ángel González Abad el 22 abr, 2013